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Las banderas de Estados Unidos y la ciudad flotan a media asta desde ayer sábado por órdenes del alcalde Eric Adams en memoria del policía dominicano nativo de San Francisco de Macorís, Jason Rivera asesinado el viernes en la noche en un apartamento de Harlem en Manhattan.

Altice

Las insignias se bajaron a medio palo en la alcaldía, oficinas del Gobierno federal e instituciones municipales alrededor de los cinco condados.

El alcalde ordenó ayer sábado que las banderas fuera de todos los edificios de la ciudad se bajaran a media asta para honrar Rivera.

Una segunda vigilia está siendo convocada por el congresista Adriano Espaillat a comienzos de la semana que será celebrada en el área donde residía Rivera en el vecindario Inwood del Alto Manhattan.

El oficial dominicano de 22 años, recibió un disparo mortal del pistolero afroamericano Lashawn McNeil cuando el hombre de Pensilvania salía corriendo de una habitación trasera de un apartamento de Harlem el viernes por la noche.

El compañero de Rivera, Wilbert Mora, también fue herido durante el tiroteo y permanece en estado extremadamente crítico en el hospital Harlem.

Los familiares de Mora están tan devastados que no han podido hablar con los medios locales.

McNeil, de 47 años, recibió un disparo de un tercer policía en el lugar y también sigue grave.

Rivera, Mora y su compañero estaban respondiendo a una llamada de violencia doméstica en un edificio de la calle 135 Oeste cuando McNeil les tendió una emboscada. El pistolero y su madre estaban discutiendo acaloradamente sobre su dieta vegetariana cuando llamaron a la policía.

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Jeffrey Rivera, hermano del oficial lo recordó como un joven obsesionado con una carrera policial desde temprana edad, con un arduo trabajo para conseguir un puesto en la policía de Nueva York en noviembre 2020.

“Murió haciendo lo que amaba”, dijo el hermano en una entrevista con el tabloide NY  Daily News.

“Mi hermano tenía integridad, dedicación. Quiero que la gente sepa que le importaba mucho el honor. Quería ser un oficial de policía honorable”, señaló Jeffrey, de 27 años y hermano mayor de Jason.

Relató que el interés de Jason por la policía comenzó cuando era un niño y nunca disminuyó.

Después de graduarse de la Academia de Policía, fue asignado al  cuartel 32 en Harlem se convirtió en su primera asignación, después de trabajar en un proyecto de viviendas en Manhattan por ocho meses.

“Desde que era un bebé soñaba con ser policía”, dijo Jeffrey. “Era su sueño. Pasaba días y horas viendo programas policiales. No hay nada que me importe más que recordar a mi hermano por el gran hombre que fue”.

Según un colega de Rivera, se había casado recientemente con su esposa hispana que  se desplomó al llegar  al hospital Harlem. “Estaba destrozada”, dijo el colega, quien describió a Rivera como una presencia optimista en el cuartel y muy querido por sus compañeros oficiales. “El muchacho tenía una sonrisa perpetua en su rostro”.

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El hermano dijo que nunca supo qué provocó el enfoque de Jason en la policía pero señaló que siempre mantuvo una dedicación incansable para hacer realidad el sueño de ser un policía de Nueva York.

“Hay mucha escasez de buenos policías”, precisó y perdimos a alguien que era muy apasionado, y eso me rompe el corazón”, agregó el hermano.

Rivera, cuando todavía era un oficial en período de prueba, cuando escribió un ensayo detallando que su desconfianza hacia la policía se transformó en una vocación de ser un oficial mientras crecía.

“Viniendo de una familia inmigrantes, seré el primero en decir que soy miembro de la policía de Nueva York, la fuerza policial más grande del mundo”, dijo en el ensayo. “Al crecer en la ciudad de Nueva York, me di cuenta de lo impactante que sería mi papel como oficial de policía en esta ciudad caótica”, escribió en el ensayo.

“Sé que algo tan pequeño como ayudar a un turista con las direcciones o a una pareja a revisar un tema, pondrá una sonrisa en la cara de alguien”, relataba en el escrito.

Jeffrey dice que lucha por aceptar la muerte de un hermano que logró sus sueños a una edad muy joven con un futuro brillante por delante.

“Ni siquiera llegó a disfrutar de su carrera”, dijo. “Tenía 22 años. Recién empezaba y no llegó a disfrutarlo. Lo quiso toda su vida y alguien se lo quitó”.

Por Miguel Cruz Tejada

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