La actividad física y la buena alimentación son los aliados por excelencia para controlar el peso, regular la presión arterial, prevenir las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, disminuir el estrés y fortalecer el sistema inmunológico en general. Caminar, correr, nadar, montar bicicleta o practicar algún deporte, aunado a una ingesta de alimentos balanceada, es la ecuación perfecta para proveer al organismo de las herramientas necesarias para enfrentar las afecciones que representen un riesgo para la salud.
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad por enfermedades no transmisibles; y aquellas personas que no realizan actividad física alguna tienen 20% o 30% más riesgo de muerte en comparación con quienes asumen ejercitarse como rutinario.
La OMS recomienda que los niños de 3 a 4 años de edad realicen diferentes tipos de actividades físicas de diversa intensidad durante al menos 180 minutos diarios; mientras que los niños y adolescentes en edades de 5 a 17 años deben dedicar un promedio de 60 minutos al día a actividades físicas moderadas a intensas, principalmente aeróbicas. Entretanto, los adultos de 18 a 64 años deberían realizar actividades físicas aeróbicas moderadas durante al menos 150 a 300 minutos a la semana.
“Hacer ejercicio no es solo para lucir y verse bien. Ejercitarse o realizar actividad física de manera periódica brinda un sinfín de beneficios que nos ayudan a combatir enfermedades y robustecer nuestro sistema inmune. Y hay actividades físicas para todas las edades y todos los ambientes.”, asegura Alexandra Peña, gerente senior de operaciones y fitness de Body Shop.
El ejercitarse no solo ayuda a evitar la obesidad al aumentar la tasa metabólica y quemar calorías, sino que también aumenta los niveles de energía, suministrando nutrientes a los tejidos y permitiendo que el organismo segregue hormonas que favorecen el estado de ánimo. “Hacer ejercicio mejora nuestro bienestar psicológico porque libera endorfinas que nos hacen sentir felices, dopaminas que nos activan el centro del placer, y serotoninas que equilibran nuestro estado de ánimo y reduce el estrés”, resalta Peña.
Si la actividad física se une a una alimentación balanceada, que aporte los suficientes nutrientes al cuerpo, los resultados físicos no solo se harán notar sino que también se podrán experimentar en calidad de vida.