El aceite de coco, extraído de la pulpa de la fruta del coco, se ha convertido en un producto muy utilizado tanto en cosmética como en gastronomía, especialmente para hornear, cocinar o añadir a batidos, café y postres. Sin embargo, los especialistas advierten que su consumo debe ser moderado, ya que contiene un alto porcentaje de grasas saturadas.
De acuerdo con Mª José Monje, vocal de Nutrición Comunitaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (Codinucova), y Ana Cristina Pérez Urdaneta, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, este aceite, también conocido como manteca de coco, está compuesto en más de un 80% por grasas saturadas y es rico en ácido láurico y triglicéridos de cadena media (MCT).
Aunque estos MCT se metabolizan con facilidad y han despertado interés científico, no eliminan los riesgos asociados al exceso de grasa saturada, por lo que su consumo debe formar parte de una dieta equilibrada.
Beneficios potenciales
Según Monje, el aceite de coco podría contribuir a la reducción del colesterol, mejorar la función cognitiva, favorecer la pérdida de peso y ayudar en trastornos como el síndrome del intestino irritable o la diabetes. Además, se le atribuyen propiedades antimicrobianas, antioxidantes, antiinflamatorias y anticancerígenas, así como beneficios en la cicatrización de heridas y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
No obstante, Pérez advierte que existe controversia científica sobre estos beneficios. Algunos estudios sugieren que podría ayudar a controlar el peso, mejorar la sensibilidad a la insulina y tener un potencial efecto protector en enfermedades neurodegenerativas, aunque aún faltan evidencias sólidas.
Comparación con otros aceites
El aceite de coco contiene 82% de grasas saturadas, frente al 63% de la mantequilla, 50% del aceite de palma y 14% del aceite de oliva. Además, aporta vitaminas A, D, E y K, ácidos grasos omega 3 y 6, y minerales como hierro, calcio y magnesio.
¿Sirve como endulzante?
Ambas nutricionistas aclaran que no. El aceite de coco no es un edulcorante y no tiene sabor dulce. Pérez explica que suele confundirse con el azúcar de coco, que se obtiene de la savia de las flores de la palmera cocotera y sí tiene poder edulcorante.
Monje agrega que, aunque su aroma suave puede dar una sensación dulce, el aceite no contiene carbohidratos ni azúcares. Puede usarse en pequeñas cantidades (1 o 2 cucharadas) para aportar sabor a bebidas o postres, pero sin exceder su aporte de grasa saturada.
Alto contenido calórico
El aceite de coco es muy calórico, con aproximadamente 900 kcal por cada 100 gramos, más del doble que el azúcar (399 kcal). Según Monje, su ventaja radica en que no eleva la glucosa en sangre, lo que lo hace útil en dietas cetogénicas o para personas con resistencia a la insulina, aunque su uso debe seguir siendo limitado.
En resumen, el aceite de coco puede ser un aliado ocasional en la cocina y el cuidado personal, pero no un sustituto del azúcar ni una grasa para uso diario. Los expertos recomiendan moderar su consumo y priorizar grasas más saludables, como el aceite de oliva virgen extra.

