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Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL

Altice

En la década de los 80, en las pulperías del Cibao (colmados en otras partes del país) y negocios improvisados durante los meses de noviembre y diciembre era común la venta de montantes, torpedos -tumba gobiernos-, varillas, patas de gallina y velas romanas. Todos estos nombres se refieren a diferentes tipos de fuegos artificiales que eran vendidos a cualquier persona en los negocios señalados.

Los numerosos accidentes causados a los más jóvenes provocaron la prohibición de la venta libre de estos productos. Hay que aplaudir y apoyar la adecuada decisión tomada por nuestras autoridades.

Los fuegos artificiales han sido y son atractivos por dos razones. 1) Porque en ellos se aprecia la belleza de luces de colores y, 2) por el potente ruido que producen (explosión). Se recuerda que debido a su precio los niños de escasos recursos disfrutaban viendo a otros niños cuyos padres tenían la capacidad económica de poder comprar a sus hijos estos peligrosos artículos pirotécnicos.

Sin embargo, el deseo de ver luces y provocar explosiones fue conseguido por los niños de escasos recursos haciendo uso de diferentes reacciones químicas a partir de materiales disponibles en los propios colmados y mercados. En las próximas líneas, se recordarán algunos ejemplos de fuegos artificiales caseros.

Era muy común, la quema de brillo fino. Sí, el brillo que se utiliza para quitar restos de comidas fuertemente pegados cuando en un fregadero se lavan ollas, platos y sartenes. El brillo es acero. El acero es una aleación (mezcla de elementos). Contiene esencialmente hierro (Fe) y Carbono (C). También contiene pequeñas cantidades de manganeso (Mn), Silicio (Si), Fósforo (P), azufre (S) y oxígeno (O).

La presencia de carbono en el brillo facilita que este se encienda al contacto con fuego. Una vez encendido el niño agitaba el brazo de forma circular provocando que se dispersen chispas de luz que viajaban unos metros con capacidad de quemar la ropa o la piel de aquellos que eran alcanzados por esas chispas. ¡Sin duda que, aunque con cierto peligro, resultaba ser una actividad sumamente emocionante y gratificante!

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También se fabricaron las denominadas bazucas. Un tipo de bazuca es posible gracias a la unión con cinta pegante de 4 ó 5 latas de jugos. La primera lata se perforaba con un clavo en el fondo. Las demás quedaban interconectadas con hoyos de mayor tamaño. La última lata quedaba totalmente abierta. Ésta era la boca de la bazuca.

Para su funcionamiento, se le agrega un chorrito (pequeño volumen) de gasolina -mezcla de hidrocarburos- por la boca de la bazuca. Tapando la boca de la bazuca, la lata delantera, se agitaba hasta evaporar la gasolina. Haciendo un movimiento rápido, se destapaba la boca de la bazuca y antes que escapara la gasolina evaporada se le colocaba un fósforo encendido en el pequeño orifico trasero provocando una fuerte explosión.

Otra bazuca más simple se realizaba con una lata de pintura con su tapa. Lo primero era abrir con un clavo un orificio (hoyito) en la parte central de la base de lata. En el interior de la lata se colocaban unos granos de carburo de calcio (CaC2). El mismo carburo de calcio que se utiliza para acelerar la maduración de bananos (guineos) y plátanos.  Luego se agregaba agua e inmediatamente se tapaba la lata de pintura. Se agitaba por un momento y se le colocaba un fósforo encendido cerca del orificio en el fondo de la lata. La tapa salía volando combinada con una fuerte explosión.

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En el primer caso la gasolina explota de forma similar a como lo hace en un pistón de un motor de un vehículo con la chispa de la bujía. En el segundo caso, el carburo de calcio reacciona con el agua (H2O) y produce esencialmente eteno (CH2=CH2). El eteno también se conoce como etileno. Este gas en las condiciones en que se encuentra dentro de la lata, se enciende y explota por el aumento de la presión interna dentro de la lata.

Otra explosión se conseguía mediante una reacción de desplazamiento simple. Utilizando ácido muriático (HCl) y papel de aluminio (Al) se produce cloruro de aluminio (AlCl3) con la liberación de hidrógeno (H2). Si la reacción se da en una botella plástica la presión del hidrógeno aumenta hasta provocar la explosión de la botella. No obstante, el propio gas es explosivo. Si además se coloca un fósforo encendido la explosión será mayor.

Por razones de seguridad, no se darán más detalles en este texto. No obstante, se ha querido mostrar dos reacciones químicas orgánicas y una reacción química inorgánica para que se observe la relación de la química con los fuegos artificiales caseros. Aquellos que se practicaron, y que quizás, aún practican algunos niños y jóvenes en estos días de diciembre en la República Dominicana. Todo ello motivado por la navidad, la época del año donde más se manifiesta la alegría y la tristeza.

El autor es doctor en ciencias químicas, residente en Santiago de los Caballeros. [email protected]

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