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Por Alejandro Abreu

Altice

Cuando Doña Milagros Ortiz Bosch lo inscribe, el Presidente Luis Abinader está ratificando su compromiso irrestricto con el respeto a la institucionalidad, a la administración de los recursos públicos y las reglas de juego del sistema electoral dominicano, que es más eficiente y eficaz de los que algunos desearían.

Al mismo tiempo, les está diciendo a la sociedad dominicana que su trayectoria representa mejor que nadie sus compromisos históricos y aspiraciones públicas.

A partir de la inscripción para participar en la convención del Partido Revolucionario Moderno, mediante un procedimiento interno competitivo, con la votación libre de todos los ciudadanos inscritos en su padrón, para elegir al candidato presidencial que lo representaría en las próximas elecciones nacionales de mayo del año próximo, entre cuatro aspirantes.

Algunos se han preguntado las razones para aceptar la reelección cuando ambos la criticaron anteriormente.

Lo primero a tomar en cuenta, es que confundir la reelección con un principio es un error conceptual y práctico, que se convirtió en un argumento político de campaña contra el continuismo ilegítimo, ya que cuando se rechaza y critica la reelección, lo que realmente se niega y cuestiona es el irrespeto a la constitución, de las leyes, de las normas y las reglas del sistema electoral, unidas al abuso del poder presidencial, de los recursos del gobierno y del presupuesto público para prolongarse en el gobierno.

Milagros Ortiz Bosch es hasta el presente, la mujer más relevante de nuestra historia política, fue la primera Senadora del Distrito Nacional y la primera Vice Presidencia de la Republica, además de Ministra de Educación y en la actualidad es la encargada de la Dirección de Ética Pública.

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Su extensa e intensa vida pública de forma lógica y natural le dio la posibilidad de ser la primera presidenta en el 2004 o el 2008, reuniendo sobrados méritos para representarlo con posibilidades reales para lograr ser electa.

La opinión pública dominicana desconoce que en el 2007, al momento de manifestar que no volvería a aspirar a la presidencia, le pidió a su equipo central que apoyaran el proyecto político de Luis Abinader, “que llegará a presidente”, tal como sucedería 13 años después en el 2020, encabezando un gobierno caracterizado por el compromiso con el fortalecimiento de la institucionalidad, la fiscalización y la ética pública, símbolos representativos de la trayectoria de vida de Doña Milagros.

Esta no es una coincidencia, sino la continuidad de un compromiso compartido por la ex vicepresidenta y el nuevo presidente, de terminar un ciclo de debilidad institucional e iniciar otro respetuoso del presupuesto público en la conducción responsable del estado, que fue tronchado con el golpe de estado del 1963, imponiéndose el modelo de gobierno moralmente conservador, pragmático y políticamente oportunista representado por Balaguer y sus imitadores.

República Dominicana tuvo un crecimiento económico sostenido apoyado por la inversión pública y la inversión privada y muy poco reconocidas las iniciativas de las Redes de Solidaridad Familiar (RSF) lideradas por el emprendimiento laboral y empresarial de los dominicanos en el exterior. Estos factores combinados posibilitaron el desarrollo de importantes infraestructuras de transportación, vivienda y tecnología, pasando las Zonas Francas y los servicios comerciales urbanos, comunicacionales y turísticos al primer plano. Al mismo tiempo que la agricultura perdió relevancia en relación al PIB, mantuvo una importante contribución a la seguridad alimentaria.

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Estas mejoras fácticas, visibles y tangibles, no han estado acompañadas de transformaciones sociales, educativas, institucionales, judiciales, policiales y éticas.

Estas asignaturas pendientes son las representadas por la impronta del Presidente Juan Bosch y su discípulo más representativo y trascendente José Francisco Peña Gómez, que superó a su maestro como líder internacional, defensor coherente de la institucionalidad democrática y el compromiso social.

Precisamente esas tareas (referidas a la promoción institucional, humana y social) son las que siempre ha levantado en firme Milagros Ortiz Bosch, en cada uno de sus aportes e iniciativas prácticas, en su labor como presidenta en funciones, en sus gestiones en educación, como funcionaria municipal, legisladora, directiva partidaria, mentora cultural y comunicadora.

Ella, además de mujer política y funcionaria pública, es integralmente artista, productora, comunicadora e intelectual. Estas últimas facetas son menos reconocidas, sin embargo han ocupado un espacio y tiempo muy importante en su fructífera vida.

Doña Milagros es el doble referente, estético y de honestidad del NUEVO MODELO DE GOBIERNO ÉTICO CIUDADANO, que lidera el Presidente Luis Abinader, donde la opinión de la gente cuenta y por primera vez el Ejecutivo delega poder a cambio de convencer y ganar legitimidad.

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