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En verano siempre se cogen unos kilos de más. La razón de que esto ocurra no es porque tengamos más hambre que el resto del año sino que se debe a otros factores como un mayor consumo de bebidas alcohólicas, de helados, dulces, de hacer menos ejercicio y de picar entre horas. La verdad es que, si pudiéramos controlar todo esto, sería posible adelgazar en verano y esto es así por el calor: a altas temperaturas, comer genera aún más calor, por lo que se reduce el apetito, así como la actividad digestiva y la tasa metabólica. 

Altice

“El calor no quita el hambre de manera directa, ya que esta está regulada de forma biológica, sin embargo, el calor sí puede tener impacto en nuestra sensación de apetito”, explica a CuídatePlus Isabel Sánchez, nutricionista de bluaU de Sanitas, aunque, matiza, “siempre varía de una persona a otra”. 

Es cierto que con la llegada del calor y las altas temperaturas, “el cuerpo deja de necesitar energía para regular la temperatura corporal y, por tanto, tiende a disminuir la necesidad de energía”, informa. Cuando hace mucho calor, explica a CuídatePlus, Guadalupe Blay, responsable del Grupo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, “el organismo necesita menos energía para regular la temperatura corporal, sudamos más y termorregulamos de otra forma para conseguir una temperatura interna constante de 37 grados”. Como consecuencia de esto, indica Sánchez, “se puede producir una disminución del apetito”.

En esto influyen muchos factores como el hecho de que “al sudar más, bebemos más, lo que hace que estómago deje de emitir señales de hambre a través de la grelina (una hormona gástrica que regula el apetito y la homeostasis nutricional), haciendo que tengamos menos ganas de comer”, señala Blay.

“Esta pérdida de líquidos a través de la sudoración, también afecta al equilibrio de electrolitos y causa deshidratación, generando así un impacto en el apetito y disminuyendo la sensación de hambre”, añade Sánchez.

Otra de las razones de esta pérdida de apetito está en el gusto. Como apunta la nutricionista de Sanitas, “el calor afecta a nuestra forma de percibir los alimentos”.  En verano, “la mayor parte de la población tiende a preferir comidas más ligeras y frescas en lugar de alimentos calientes y pesados”.

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En cualquier caso, es esencial escuchar al cuerpo y asegurarse de mantener una hidratación adecuada durante períodos de calor intenso, ya que, como advierte Sánchez, “la deshidratación puede afectar negativamente el apetito y la salud en general”.

A quién afecta más 

La pérdida de apetito en verano puede afectar a todo tipo de personas pero sí es cierto que las de avanzada edad y los niños “son los que más sufren los cambios de temperatura”, apunta Blay. También, añade Sánchez, “las personas que viven en áreas con climas muy calurosos o experimentan olas de calor intensas”. A estos grupos Blay añadiría, además, a las personas con hipotiroidismo “que toleran menos el calor y a las que les cuesta tener ganas de comer, por lo general”. 

Las personas que realizan actividades físicas en climas cálidos “también pueden experimentar una pérdida temporal de apetito debido a la suma del calor y el esfuerzo físico”.

Consejos para recuperar el apetito (si se quiere)

Si te preocupa esta pérdida de apetito repentino por culpa del calor, los consejos para recuperalo son muy sencillos. Como recomienda Sánchez, “en estos casos es recomendable ingerir alimentos refrescantes y ligeros como frutas y verduras, ensaladas, sopas frías y batidos”. Estos alimentos “aportan nutrientes esenciales y agua, lo que ayuda a mantener la hidratación”.

También es recomendable “hacer comidas pequeñas y frecuentes, porque son más fáciles de tolerar cuando no tienes mucho apetito”, señala la nutricionista. 

Es  importante, además, “evitar comidas calientes y pesadas, ya que pueden aumentar la sensación de incomodidad y suprimir aún más el apetito y tener un plan de comidas y prepararlas con antelación para asegurarse una buena alimentación”.

Si no nos apetece comer pero sí beber ¿cuál es la recomendación?

Si no nos apetece comer pero sí beber, una buena opción es escoger bebidas como “las infusiones sin cafeína, como menta o manzanilla o aguas con rodajas de limón u hojas de hierbabuena”, indica Sánchez.

En situaciones de calor intenso, “las bebidas isotónicas pueden ser útiles para reponer los electrolitos perdidos a través del sudor”, indica. Si optamos por este tipo de líquidos, “es importante leer las etiquetas y evitar aquellas opciones que contienen altos niveles de azúcar o aditivos”, advierte.

Los batidos de fruta “también son una buena forma de obtener nutrientes y líquidos”. En ellos se pueden combinar “diferentes frutas y agregar verduras, como espinacas o pepino, para obtener una dosis extra de nutrientes, así como añadir leche o lácteos vegetales”, sugiere.

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Los caldos o sopas frías, como el gazpacho, “son una opción refrescante y nutritiva; y proporcionan líquidos, electrolitos y algunos nutrientes esenciales”.

Pero ¿es posible estar días sólo bebiendo productos como el gazpacho, las sopas frías o los zumos? 

En opinión de ambas expertas, no es recomendable depender sólo de bebidas durante días. “Si bebemos sólo líquidos como el gazpacho, las sopas frías o los zumos durante varios días es probable que no estemos obteniendo todos los nutrientes necesarios para mantener una alimentación equilibrada”, indica Sánchez. Esto, alerta, “puede llevar a una deficiencia calórica y resultar en fatiga, debilidad y pérdida de masa muscular”.

Aunque es cierto que productos como gazpacho, sopas frías o zumos pueden proporcionar ciertos nutrientes y líquidos, “no deben considerarse sustitutos completos de una alimentación balanceada”.

Por tanto, “estos productos pueden ser una opción temporal para obtener líquidos y algunos nutrientes, especialmente en situaciones donde el apetito se ve reducido”. Sin embargo, puntualiza Sánchez: “Deben complementarse con una variedad de alimentos sólidos para asegurar una ingesta adecuada de proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales esenciales”.

Es importante mencionar que “las sopas frías, el gazpacho y los zumos generalmente carecen de fibra dietética, que es un componente clave de una dieta equilibrada”, indica Blay. La fibra “es clave para mantener una función digestiva saludable y regular, así como para la sensación de saciedad. Por lo tanto, depender exclusivamente de estos productos a largo plazo puede llevar a deficiencias nutricionales y problemas de salud”, advierte.

La mejor alimentación para el verano

Durante todo el año, frutas y verduras son alimentos imprescindibles en la alimentación, pero el verano se convierte en la estación perfecta para tomarlos

Además, “las ensaladas son una buena opción para el verano, ya que son refrescantes y nutritivas, pero también se puede aprovechar para comer platos fríos como gazpacho, tabulé, ceviche o rollitos de verduras frescas”.

Es importante, según indica Sánchez, “incluir proteínas magras en la alimentación, como pollo, pavo, pescado, huevos y legumbres”. Estas opciones “son ligeras y fáciles de digerir”. 

También es aconsejable “incorporar grasas saludables en la alimentación mediante el consumo de aguacate, frutos secos y semillas. Siempre hay que buscar el equilibrio”.

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