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Una investigación de la Universidad de Reading analizó los incidentes de este tipo entre 1979 y 2020, y determinó las condiciones que han hecho que este fenómeno sea cada vez más frecuente

Altice

Por Martina Putruele

La experiencia de volar en avión ha ido empeorando año tras año.

En todo el mundo, las reprogramaciones constantes de vuelos -o peor, cancelaciones-, los aeropuertos abarrotados, las maletas extraviadas, los asientos cada vez más pequeños y hasta pagar extra para comer abordo se han vuelto parte de la pesada rutina de viajar.

Y, según un estudio de la Universidad de Reading, las cosas seguirán agravándose.

Los cielos por los que vuelan los aviones son más accidentados hoy que hace cuatro décadas, según descubrieron los científicos, después de producir un nuevo análisis publicado en Geophysical Research Letters que muestra que la turbulencia ha aumentado a medida que cambia el clima.

La turbulencia en aire despejado, que es invisible y peligrosa para las aeronaves -y, como resultado, puede golpear a un avión repentinamente y sin previo aviso-, ha aumentado en varias regiones del mundo.

Algunas turbulencias de las aeronaves se producen en lugares bien definidos, como cadenas montañosas o en las inmediaciones de tormentas convectivas, y son en gran medida evitables. Sin embargo, la turbulencia en aire despejado es difícil de observar antes de la trayectoria de una aeronave utilizando métodos de detección remota. Además, para los meteorólogos de aviación sigue siendo un desafío pronosticarlas.

En un punto típico sobre el Atlántico Norte, una de las rutas de vuelo más transitadas del mundo, la duración anual total de turbulencia severa aumentó en un 55%, de 17,7 horas en 1979 a 27,4 horas en 2020, encontró la investigación. La turbulencia moderada aumentó un 37% de 70,0 a 96,1 horas y la turbulencia ligera aumentó un 17% de 466,5 a 546,8 horas.

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El equipo detrás del estudio dice que los aumentos son consistentes con los efectos del cambio climático. El aire más cálido de las emisiones de CO2 está aumentando la cizalladura del viento en las corrientes en chorro, fortaleciendo la turbulencia del aire despejado en el Atlántico Norte y en todo el mundo.

“Esto se debe a que la atmósfera superior se está calentando más rápido en los trópicos, como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero, que en las regiones polares. Esta mayor diferencia de temperatura entre latitudes bajas y altas aumenta la cizalladura del viento en las corrientes en chorro, las corrientes de viento de alto nivel que soplan a 10 km por encima de nuestras cabezas donde vuelan los aviones, lo que a su vez favorece la formación de parches de aire turbulentos”, explicó Isabel Smith, investigadora de turbulencias del Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading.

El investigador de doctorado Mark Prosser, coautor del estudio, afirmó que “la turbulencia hace que los vuelos sean accidentados y, en ocasiones, pueden ser peligrosos. Las aerolíneas deberán comenzar a pensar en cómo manejarán el aumento de la turbulencia, ya que le cuesta a la industria entre USD 150 millones y USD 500 millones al año solo en los EEUU cada minuto adicional gastado. Viajar a través de turbulencias aumenta el desgaste de la aeronave, así como el riesgo de lesiones para los pasajeros y asistentes de vuelo”.

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El interior de un avión de Hawaiian Airlines que volaba de Phoenix a Honolulu después de que una fuerte turbulencia sacudiera el vuelo (Courtesy of Jazmin Bitanga via AP)

Si bien los EEUU y el Atlántico Norte han experimentado los mayores aumentos, el nuevo estudio encontró que otras rutas de vuelo muy transitadas sobre Europa, Medio Oriente y el Atlántico Sur también experimentaron aumentos significativos en la turbulencia.

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El profesor Paul Williams, científico atmosférico de la Universidad de Reading y coautor del estudio, agregó: “Después de una década de investigación que muestra que el cambio climático aumentará la turbulencia en el aire despejado en el futuro, ahora tenemos evidencia que sugiere que el aumento ha ya comenzado”.

De esta manera, el científico dijo que se debería invertir en mejores sistemas de pronóstico y detección de turbulencias, para evitar que el aire más agitado se traduzca en vuelos más accidentados en las próximas décadas.

Sin embargo, tras una serie de informes recientes de turbulencias severas en vuelos en los EEUU, Isabel Smith trató de dar tranquilidad.

“Si bien ha habido algunas historias recientes preocupantes y de alto perfil sobre aeronaves que se encuentran con incidentes de turbulencia, la gente debe recordar que encontrarse con turbulencias severas todavía es muy raro”, aclaró.

Varios estudios científicos, incluidos los suyos y la investigación anteriormente mencionada en este artículo han proyectado que la turbulencia en el aire despejado aumentará con el tiempo como resultado del cambio climático. “Aún así, es mucho más probable que los aviones de pasajeros encuentren turbulencias ligeras que turbulencias severas”, dijo. “La mayoría de las veces, será lo suficientemente turbulento como para volcar su bebida y hacer que el viaje se sienta un poco accidentado, pero no lo suficiente como para causar lesiones graves”.

“Cuando los pilotos reportan turbulencias en aire despejado, las aerolíneas intentarán evitar las turbulencias tanto como sea posible para vuelos posteriores en el área”, puntualizó. “Como resultado, a medida que aumenten las turbulencias en el futuro, las rutas de vuelo pueden volverse más largas y complicadas para evitarlas. Estos viajes y tiempos de espera más largos también aumentarían el consumo de combustible y emitirían más CO2″.

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