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Los problemas hepáticos, la hipertensión o la infertilidad son algunos de sus posibles efectos

Altice

Por LAURA GÓMEZ SÁNCHEZ

En España, un médico de familia pasa seis años en la universidad, y al menos otros cuatro más como residente. Salvar vidas -y cuidarlas- requiere una formación exhaustiva que solo tienen unas 600.000 personas, contando a los enfermeros. Sin embargo, más de uno de cada siete de los 47 millones de españoles a veces ejerce de doctor. Según la última Encuesta Europea de Salud en España (Eese), el 15,58% de la población se automedica. “Es el pan de cada día”, lamenta el farmacéutico y bloguero Guillermo Martín. El problema, explica, es que los medicamentos “no son caramelos”. “Te la estás jugando”, añade.

Mezclar medicinas, usar las pastillas que sobraron tras un tratamiento con antibióticos recetado o abusar de antiinflamatorios que no requieren dicha receta, como ciertas cantidades de ibuprofeno, puede ser muy peligroso. Desde leves subidas de tensión hasta “acabar en urgencias”, advierte Martín. Una opinión que comparte el vicepresidente tercero de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg), Manuel Mozota. “Pueden producir incluso hemorragias”, añade.

Entre los motivos que llevan a los españoles a automedicarse, el principal es creer saber lo que le va a recetar su médico, opinan los expertos. “Los pacientes vienen ya pidiendo un medicamento concreto porque se lo ha dicho alguien o lo han visto en las redes”, afirma el secretario general de la Asociación de Empresarios Farmacéuticos de Madrid (Adefarma), Rubén Martín.

Una falsa sensación de seguridad frente a la que los expertos proponen el autocuidado, es decir, dotar a los ciudadanos de herramientas para que puedan tomar decisiones respecto a su salud, pero respetando siempre la guía de los profesionales y conociendo los riesgos de no seguir sus recomendaciones.

Vitamínicos, antiinflamatorios y antibióticos: algunos de los más usados
Los medicamentos sin receta más consumidos son los complejos vitamínicos (32,84%), los usados para tratar el catarro y los síntomas de la gripe (26,67%), las medicinas para el dolor (22,83%) y los tranquilizantes o las pastillas para dormir (2,90%), apunta la Encuesta Europea de Salud en España de 2020.

A estos datos se suman también los de otras investigaciones como la del V Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon, que señala a los antiinflamatorios o analgésicos (83,3%), que en España suelen poder comprarse sin receta hasta ciertas cantidades. No obstante, esto no significa que carezcan de riesgos. “Hay bastante tendencia a olvidar o cambiar las dosis”, apunta el farmacéutico a RTVE.es. Y eso puede ocasionar efectos secundarios graves relacionados con, por ejemplo, el aparato digestivo o riñón.

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Porcentaje de medicamentos consumidos sin receta

MedicamentosTotalHombresMujeres
Reconstituyentes (vitaminas)32,8%32,8%48,4%48,4%26,9%26,9%
Catarro, gripe, garganta, bronquios26,7%26,7%27,4%27,4%26,1%26,1%
Dolor22,8%22,8%26,2%26,2%20,9%20,9%
Laxantes20,6%20,6%11%11%24,3%24,3%
Fiebre15,6%15,6%15,3%15,3%15,7%15,7%
Tranquilizantes2,9%2,9%4,1%4,1%2,3%2,3%
Medicinas para aparato digestivo2,8%2,8%4,2%4,2%1,6%1,6%
Antiobióticos2,1%2,1%2,5%2,5%1,9%1,9%

El uso de tranquilizantes sin receta es del 11,7% entre los15 y los 24 años y del 7,8% entre las personas de 25 a 44.

DatosRTVE  Fuente: Ministerio de Sanidad. Encuesta Europea de Salud en España 2020.  Insertar

La gran mayoría de los antibióticos, por otra parte, solo pueden conseguirse con prescripción. Sin embargo, ocupa también un puesto en la lista de los más usados: el (2,11%) de los pacientes que se automedican los consumen, de acuerdo a la Eese.

“A veces de algún tratamiento les queda un resto y un día cuando tienen dolor deciden utilizarlo en lugar de ir al médico”, aunque en otras ocasiones incluso llegan a compartirse entre familiares o amigos o a comprarlos ilegalmente por internet, observa el doctor Mozota.

Por edades, los mayores de 65 años son el colectivo que menos recurre a la automedicación (12,42%), mientras que los españoles de entre 45 y 64 años ocupan el segundo puesto con un 16,12%. En primer lugar, recoge el informe europeo, se encuentran las personas de entre 15 y 44 años: el 16,78% se automedica. De hecho, y aunque quizás los mayores van más a la farmacia, “los jóvenes compran por internet productos farmacéuticos que no están controlados y que son mucho más peligrosos”, sugiere el médico.

Problemas hepáticos, hipertensión, infertilidad o resistencia antibiótica
Se puedan obtener sin receta o haga falta la autorización, los expertos entrevistados por RTVE.es coinciden en que todos los medicamentos comportan consecuencias si se toman a la ligera. “Los riesgos pueden ir de cero a 100”, advierte el profesional de Adefarma. “Desde no pasarte nada muy grave hasta que se alargue la convalecencia o intoxicarte y morir”, esto último si se realiza un mal uso de medicinas como el conocido anticoagulante sintron.

Como ejemplo, los antiinflamatorios, que muchas veces se venden sin la firma de un médico por precios de entre dos y tres euros, pueden provocar problemas hepáticos o infertilidad si se usan en exceso. Esto último lo aseguró tanto un estudio en 2015 del Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia como una investigación publicada en 2018 en la revista científica PNAS. Además, es posible que tomarlos a menudo contribuya también a aumentar la tensión en personas vulnerables. “Te puedes coger un cuadro de hipertensión aguda”, explica por su parte el farmacéutico Guillermo Martín.

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Pero los riesgos de automedicarse no se dan únicamente cuando se consumen en demasía, sino también cuando se ignoran las recomendaciones de los profesionales y se mezclan con otras medicinas o se usan de manera inadecuada. “Hay gente que se toma un paracetamol con codeína y luego un gelocatil sin saber que así están triplicando la dosis”, y, por ende, los efectos secundarios. Medicinas que pueden causar hemorragias internas y que muchas veces necesitan ser acompañadas de un protector gástrico, detalla al respecto el médico de familia Manuel Mozota.

Por último, quizás lo más preocupante sea el uso excesivo de antibióticos, comparten los tres profesionales. Abusar de ellos puede hacer que los microorganismos desarrollen mecanismos de defensa y que dejen de ser eficaces, es decir, que se hagan resistentes a los antibióticos, generándose a lo largo de los años y las generaciones una batería de bacterias con las que será muy difícil acabar.

El autocuidado frente al desconocimiento de la automedicación
Los principales motivos para automedicarse de los españoles tienen que ver con la afirmación de saber lo que le va a recetar su médico. En esta línea, los expertos indican que la mayor justificación suele estar relacionada con que “sobreestimamos nuestros conocimientos y, sobre todo, lo que sabemos de nuestro propio cuerpo”, especifica Guillermo Martín. Algo frente a lo que se propone el autocuidado.

El autocuidado, explican, consiste en que el paciente tenga la información suficiente como para hacer pequeñas decisiones de la mano de médicos o farmacéuticos. Por ejemplo, tomar un ibuprofeno por un dolor de cabeza puntual no tendría nada de malo si se conoce el riesgo de su abuso, sus contraindicaciones, la dosis adecuada y la duración máxima del tratamiento.

“El paciente es capaz de tomar ciertas decisiones, pero tiene que estar mentalizado”, apostilla el boticario Rubén Martín. “Tenemos que saber cosas como que si te tomas un jarabe para la tos y luego unas cervezas te puedes quedar dormido conduciendo”, continúa.

“Hay que asumir responsabilidad sobre el propio tratamiento“

Algunos de los consejos para evitar caer en la automedicación y sus riesgos son no tomar ninguna medicina sin pedir consejo al farmacéutico, en el caso de los que no requieren receta, o no consumirlos sin la autorización de un médico, para los que la necesitan. Si se tienen patologías previas como enfermedades crónicas o se está embarazada, además, es imprescindible consultar al médico antes de usar cualquier medicamento. Y, por su puesto, conservar los prospectos y leerlos antes del uso es algo que tampoco puede dejarse atrás. “No podemos tratar a los pacientes como niños, pero sí deben estar informados: hay que asumir responsabilidad sobre el propio tratamiento”.

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