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Los efectos de la diabetes se extienden, en mayor o menor medida, a múltiples órganos y sistemas del cuerpo: corazón, ojos, riñones, arterias periféricas, cerebro… Esta enfermedad se caracteriza por la incapacidad del organismo para almacenar y utilizar el azúcar (glucosa) de forma apropiada, lo que produce una subida de los niveles de esta sustancia en sangre a la larga puede desembocar en un daño generalizado. La glucosa es la principal fuente de energía para el cuerpo humano, pero en exceso resulta dañina. 

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Se habla mucho del riesgo cardiovascular asociado a la diabetes y no tanto sobre el daño que produce en el cerebro. Los accidentes cerebrovasculares o ictus son uno de los problemas que pueden surgir como consecuencia del daño vascular, pero también se relaciona con una mayor incidencia de demencia de tipo Alzheimer. “Tener el azúcar excesivamente alto (hiperglucemia) lleva a que el cerebro reciba menos cantidad de oxígeno y se pueda producir pérdida neuronal”, explica Jesús Porta, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Con el tiempo, puede dar lugar a problemas de memoria y predisponer a tener una demencia, fundamentalmente de tipo vascular”.

Demencia por un mal control de la diabetes

En el otro extremo, los pacientes con diabetes pueden sufrir una disminución de los niveles de azúcar en sangre (hipoglucemia) debido a un inadecuado control de la enfermedad. Puede ocurrir en caso de dosis excesiva del tratamiento antidiabético (pastillas o insulina), por la disminución o retraso en la ingesta de alimentos, por un aumento del ejercicio habitual o por abuso del alcohol. Los síntomas de esta complicación van, según expone Porta, “desde mareos o irritabilidad hasta tener problemas para andar, alteración del nivel de conciencia e, incluso, crisis epilépticas”.

El verdadero problema para el cerebro surge cuando los episodios de hipoglucemia son continuos, ya que, tal y como indica Rafael Simó, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona) y miembro de la Sociedad Española de Diabetes (SED), “las neuronas viven de glucosa, es su principal nutriente”. Ante un déficit importante de azúcar, es decir, una hipoglucemia grave, “se produce muerte neuronal”.

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El endocrinólogo señala que está demostrado “que la diabetes mellitus tipo 2 aumenta la prevalencia de deterioro cognitivo y de demencia de tipo Alzheimer en aproximadamente 2-4 veces en relación a la misma población no diabética y equiparada por edad”. Es más, “el aumento de prevalencia se mantiene incluso después de ajustar las variables por factores de riesgo cardiovascular”. En otras palabras: los datos de los estudios al respecto confirman que el aumento del riesgo de demencia en pacientes con diabetes va más allá del daño en los vasos sanguíneos que produce la enfermedad. La hipoglucemia es, probablemente, el mecanismo fundamental detrás de esa muerte neuronal que lleva a padecer problemas cognitivos como la pérdida de memoria, pero hay otros, como la inflamación y el estrés oxidativo que produce la diabetes.

Este tipo de demencia similar al Alzheimer es poco conocido, entre otras cosas “porque lo estamos empezando a ver ahora en el mundo occidental por el aumento de la esperanza de vida de la población diabética”, resalta Simó. Anteriormente, “los pacientes diabéticos fallecían por enfermedades cardiovasculares y no nos daba tiempo a ver que se demenciaban”, añade.

Cómo evitar la demencia en personas con diabetes

La relación con el desarrollo de demencia plantea nuevos retos de prevención y tratamiento. Ante todo, el riesgo de degeneración y muerte de las neuronas constituye un motivo muy poderoso para prevenir la aparición de diabetes con medidas que se resumen en un estilo de vida sano (fundamentalmente, evitar el sobrepeso y la obesidad, una dieta sana, realizar ejercicio físico de forma habitual…).

En las personas que ya padecen esta enfermedad metabólica también es mucho lo que se puede hacer para escapar del deterioro cognitivo y, sobre todo, de la demencia. Lo primero, según el especialista del Hospital Vall d’Hebron, es simplificar el manejo terapéutico para evitar las hiperglucemias, especialmente en las personas con deterioro cognitivo incipiente. “Lo que no es de recibo es que un paciente venga a la consulta, no le hagamos ningún test sobre su estatus mental y salga con dos dosis de insulina lenta y tres de rápida”, apunta. En definitiva, una pauta compleja que el paciente, aunque en un principio crea que la entiende, acabará teniendo problemas para cumplirla.

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En segundo lugar, para saber qué pacientes necesitan un mayor control de su tratamiento de cara a evitar hipoglucemias, es conveniente disponer de herramientas adecuadas de identificación. Para ello existen test de cribado, cuestionarios y baterías de pruebas neuropsicológicas que, según Simó, suponen “gastar un tiempo muy importante en la consulta que no tenemos”. Por eso, en buena parte de los casos no llegan a realizarse estos test de deterioro cognitivo.

Una prueba objetiva para identificar el deterioro cognitivo

El grupo de investigación de Simó ha promovido un sistema objetivo y rápido para detectar el deterioro cognitivo en pacientes con diabetes. Se trata de una técnica oftalmológica, denominada microperimetría, a través de la cual se pueden evaluar dos parámetros: la sensibilidad de la retina y la fijación de la mirada, que se correlacionan con la degeneración neuronal, la pérdida de memoria y las alteraciones en la atención y la función ejecutiva.

Esta sencilla prueba, cuya validez se está estudiando en un proyecto europeo que coordina Simó, puede aportar la misma información que los test neurológicos de deterioro cognitivo pero en menos tiempo. Se puede realizar en la misma consulta oftalmológica a la que acuden periódicamente los pacientes con diabetes para controlar la retinopatía diabética

“Lo que debe quedar muy claro es que los pacientes con diabetes tipo 2 de más de 65 años pueden tener deterioro cognitivo y vale la pena saberlo para evitar las hipoglucemias, planificar la pauta terapéutica y, tal vez, hablar con la familia para explicarles la situación”, concluye el endocrinólogo del Vall d’Hebron.

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