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“Mi hijo se hizo adicto a las proteínas, ya era parte de su alimentación”. Así cuenta Ramona Aquino como perdió a su progenitor, Luis Ángel Ruane Aquino, el 23 de agosto de 2021.

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En vida, su historia fue portada de Listín Diario, pues quiso que otros jóvenes no cometieran su error, en momentos en que unos se inyectaban medicamentos para el asma y hasta sustancias de uso veterinario.

el uso abusivo de proteinas le causo la muerte a pelotero
Ramona Aquino muestra una foto de su hijo Luis. Cuando se conoció su historia hace cinco años, Salud Pública prometió controlar la venta sin receta de esos productos. leonel matos/ld

El 26 de octubre de 2017, se publicó el reportaje “Músculo por fuera y dinamita por dentro”, y el seudónimo que se usó fue el de Johnny, ya que recién debutaba en una máquina de diálisis y no quería ser objeto de cuestionamientos y críticas en su barrio, Villa Duarte, el cual lo amó y resaltó como atleta hasta su muerte.

Luis Ángel creció entre el play, la cancha de baloncesto y bajo el cuidado de sus padres, para protegerlo del medio que los rodeaba a él y a su hermana.

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Siempre consumía las proteínas (polvo proteico), para aumentar el rendimiento como atleta, y esto le provocó una insuficiencia renal crónica que lo llevó a dializarse tres veces a la semana, por cuatro años.  “En agosto de 2016 comenzó a tener presión alta, tenía 26 años. Cuando lo internaron y le hicieron todos los análisis le diagnosticaron insuficiencia renal crónica, la doctora dijo que era irreversible, me dijeron que no le quedaba mucho de vida y empecé a instruirme de cómo cuidarlo y pudo durar cuatro años”, explica Ramona con una fotografía de su hijo sujetada con la mano derecha.

Mostró otras fotos de cuando era pequeño y del tiempo en que fue firmado por el equipo de Grandes Ligas, Los Mets de Nueva York, en el 2010.

Dos años después de firmar con ese equipo, una lesión en el brazo derecho lo sacó del béisbol definitivamente, pero con el bono que recibió, de 26,000 dólares, pagó lo que se debía del apartamento de sus padres, por decisión propia, y honró otros compromisos.

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“Mi hijo era íntegro, no fumaba ni bebía y su vida eran los deportes y su familia”, dice la peluquera, quien dejó todo para cuidar a su primogénito y logró extender su vida “por la misericordia de Dios, los médicos y la ayuda de tanta gente buena”.

Una vez se frustró su sueño de ser pelotero, Luis Ángel se destacó en el baloncesto, deporte en que le apodaban “El Muñeco” y usaba el número 23, como su jugador preferido Lebrón James.

El pasado año, el covid acabó con su vida. Todo estaba listo para ser sometido a un trasplante de riñón, que le donaría un primo, pero cuando regresaban de someterse a las últimas pruebas sufrió un derrame cerebral.

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