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Hungría obstaculiza el acuerdo con el resto de los Estados miembros sobre el nuevo paquete de castigos al Kremlin y se ofrece a pagar a Putin en rublos, en contra del criterio del G-7

Altice

Hungría está dispuesta a hacer saltar por los aires la unidad que ha mantenido la UE hasta ahora en materia de sanciones. El muro construido por Budapest ha sido uno de los elementos que ha impedido alcanzar este miércoles el acuerdo necesario entre las capitales europeas sobre el nuevo paquete de medidas, obligando a posponer el debate hasta el jueves, según indica una alta fuente comunitaria. El Ejecutivo de Viktor Orbán, recién elegido y en sintonía con el Kremlin, llevaba tiempo avisando de que se opondría a aplicar sanciones a la energía de Rusia, una postura que ha reiterado su ministro de Exteriores este miércoles. Al mismo tiempo, Orbán ofrecía Hungría al presidente ruso, Vladímir Putin, como sede para mantener unas conversaciones de paz.

Aunque varias fuentes diplomáticas confían en que el nuevo paquete de represalias de la UE, que contempla prohibir las importaciones rusas de carbón, acabe recibiendo el visto bueno de los Veintisiete, la postura húngara es un aviso a navegantes: ir más allá y cerrar el grifo del petróleo y el gas, como reclaman un buen puñado de países, será ya mucho más complicado. “Hungría ha expresado que le preocupa seguir avanzando en sanciones energéticas”, asegura una fuente diplomática. “Defiende una línea dura y reclama que se celebre un Consejo Europeo antes de dar nuevos pasos”.

La relación de Bruselas con Budapest es cada vez más tirante, y se enturbia cada día que pasa: el martes —poco después de proponer el quinto paquete de represalias, con el zarpazo al sector energético en el centro— la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció en el Parlamento Europeo que tenía previsto poner en marcha el mecanismo para retener fondos europeos a Hungría como castigo por vulnerar el Estado de derecho. En la capital comunitaria, a menudo, los temas acaban cruzándose y retroalimentándose.

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El nuevo paquete de sanciones se ha atascado en uno de los engranajes clave de la compleja maquinaria de la UE. Los diplomáticos de los Veintisiete tenían este miércoles la tarea de revisar y acordar la propuesta lanzada por la Comisión Europea el día anterior. Entre las medidas, elaboradas con las aterradoras imágenes de los asesinatos en Bucha aún calientes en la cabeza, figuraba por primera vez la ruptura del tabú de sancionar el suculento sector energético, al contemplar la prohibición de las importaciones de carbón ruso, con un valor de 4.000 millones de euros. Tras la revisión y el ajuste de los embajadores, corresponde al Consejo de la UE aprobar formalmente las medidas.

Una fuente diplomática reconoce que se han visto en las negociaciones de este miércoles “diferentes sensibilidades”, algo habitual, y que se ha percibido un clamor por mantener la unidad. Pero la dependencia energética de Hungría con Rusia, añade, le ha hecho defender en el debate la posición que ya es de todos “conocida”.

El ministro de Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, ha explicitado este miércoles esa postura: “No estamos dispuestos a arriesgar la paz y la seguridad del pueblo húngaro, por lo que no transportamos armas ni votamos sanciones energéticas”, ha asegurado en un comunicado en el que anunciaba que llamaba a consultas al embajador de Ucrania en Budapest, justo en un momento en el que toda la UE ejecuta el movimiento contrario, expulsando a decenas de diplomáticos rusos de territorio comunitario. “Ya es hora de que los líderes ucranios dejen de insultar a Hungría”, ha protestado Szjjarto. “Esta no es nuestra guerra y por eso queremos mantenernos fuera de ella”.

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Orbán ofrece Hungría como sede para las negociaciones

Orbán ha insistido en esta idea: “Lo cierto es que no enviaremos armas a Ucrania. No cederemos a la presión para extender las sanciones al petróleo y al gas ruso”, ha asegurado este miércoles en una rueda de prensa, según ha recogido AFP. El primer ministro de Hungría ha atacado a la UE por los altos precios de la energía y ha revelado que ha pedido a Putin un “alto el fuego inmediato” en Ucrania y le ha ofrecido su país como escenario para unas negociaciones de paz.

Según Orbán, Putin ha reaccionado de forma “positiva” a la invitación. “La respuesta fue positiva, pero el presidente ruso ha dicho que tiene sus condiciones. Yo no puedo negociar para cumplir esas condiciones, deben ser él y el presidente ucranio quienes se pongan de acuerdo en ellas”, ha apuntado.

El primer ministro húngaro ha añadido que su país no tendría ningún problema en pagar por el gas ruso en rublos, tal y como ha exigido el líder del Kremlin y como han rechazado tanto el G-7 como la inmensa mayoría de los países europeos.

La preocupación aumenta en Bruselas, y no solo en la UE. Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, cuya sede en la capital belga acoge este miércoles y jueves a los ministros de Exteriores de los países aliados, ha hecho pública una llamada que ha mantenido con Orbán: “He hablado con el primer ministro de Hungría”, ha escrito en redes sociales. Acto seguido ha lanzado un mensaje directo: “Los aliados de la OTAN están unidos en nuestra condena de la brutal guerra de Rusia contra una nación soberana independiente. Estamos preparados para el largo plazo, apoyando a Ucrania, reforzando nuestras sanciones y aumentando nuestra disuasión y defensa”. elpais.com

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