Desde este domingo, llevar mascarilla en espacios abiertos ya no es obligatorio en Israel, donde la campaña de vacunación ha sido un éxito
El fin de las mascarillas al aire libre ya es una realidad en Israel, primer país en el mundo que lleva a cabo esta medida. El ministerio de Sanidad anunció esta semana que el domingo decaería esta medida de prevención contra la COVID-19 debido al descenso de contagios y fallecidos por la enfermedad tras una exitosa campaña de vacunación.
El ministro de Sanidad, Yuli Edelstein, ha tomado esta decisión en base a las recomendaciones de los expertos, según afirmó en un comunicado recogido por The Jerusalem Post: “Las mascarillas están destinadas a protegernos contra el coronavirus”, explicó el ministro. “Después de que los expertos de la salud llegaran a la conclusión de que ya no son necesarias al aire libre, decidí permitirlo acorde a su recomendación”, continuó.
Los vendedores del mítico mercado de la parte Occidental de la ciudad, feudo tradicional del Likud, no tenían dudas a la hora de hablar del «milagro» de la vacunación en Israel y apuntar a «Bibi (apelativo cariñoso para referirse a Benjamín Netanyahu) como nuestro salvador, gracias a él hemos conseguido las vacunas y nos hemos quitado las mascarillas». El cambio en la normativa se produce tras cuatro meses de campaña de vacunación masiva que ha logrado rebajar los contagios diarios de 10.000 a menos de doscientos. El ministro de Salud, Yuli Edelstein, fue el encargado de adelantar la medida y señaló que «la tasa de infección es muy baja y esto permite una relajación de las restricciones. Pido, sin embargo, que se siga usando una máscara en espacios cerrados. Juntos mantendremos la tasa de infección baja».
La campaña de vacunación arrancó el 19 de diciembre con la primera dosis de Pfizer administrada al primer ministro, Benjamín Netanyahu, un político cuya perseverancia ha sido clave para el éxito de la campaña. De los 9,3 millones de habitantes, 5,3 millones ya han sido inmunizados «y calculamos que otro diez por ciento ha superado la enfermedad y generado anticuerpos. La vacuna funciona y no podíamos tener a nueve millones de personas usando mascarillas al aire libre cuando los contagios son menos de 200 al día», opina el profesor Eyal Leshem del Sheba Medical Center (SMC).
Vida pre Covid
El profesor Eran Segal, del Instituto Weizmann, otra de las voces con fuerte peso en los medios desde el estallido de la pandemia, recurrió a las redes sociales para compartir su idea de que «volvemos a la vida pre Covid». Segal repasó en su cuenta de Twitter los datos de los últimos meses en Israel donde «desde el pico de la pandemia a mediados de enero, hay un 98 por ciento menos de casos, un 93 por ciento menos de pacientes en estado crítico, un 87 por ciento menos de muertes, el 85 por ciento de los jóvenes de 16 años han sido vacunados o han superado la enfermedad y son inmunes. Es hora de levantar las restricciones».
Los tres confinamientos nacionales y el cierre de fronteras no fueron suficientes para controlar un virus que ha dejado hasta el momento 6.316 muertos. La vacuna es la clave que explica la vuelta a la normalidad y algunos expertos apuntan a que se aproxima a la inmunidad de grupo. El profesor Cyrille Cohen, de la Universidad de Bar-Ilan, defiende en el diario ‘The Jerusalem Post’ que «la inmunidad grupal está próxima porque incluso después de tantas aperturas como las de Purim y Pesaj (la semana santa judía), la tasa de reproducción del virus se ha mantenido entre 0,7 y 0,8». Cuando la R, la tasa de reproducción, está por debajo de uno se considera que la enfermedad está en recesión.
La pandemia obligó a Ido Kappach a cambiar de negocio. El responsable de Jerusalem Tours, una de las agencias con más movimiento de la ciudad, vende ahora flores y vino a la espera de que las autoridades reabran las fronteras a turistas extranjeros vacunados. «Dejar la mascarilla es una muy buena noticia, ahora el siguiente paso debe ser permitir que vuelva el turismo al país, eso sí, todos vacunados y con el Pase verde que certifique la inmunidad», opina Kappach desde el interior de su oficina, en plena calle Yafa. El ministerio de Turismo informó que a partir del 23 de mayo podrán viajar los primeros grupos, que estarán formados por viajeros vacunados. El cierre de fronteras se ha mantenido durante meses y solo se permitía el acceso al país a israelíes o residentes. El objetivo de esta medida era evitar la entrada de nuevas cepas del virus.
Otro de los retos es garantizar la llegada de más dosis de Pfizer, que garanticen la inmunización en caso de que sea necesaria una tercera vacuna. En este momento hay un envío de 700.000 dosis congelado por el laboratorio debido a un problema de impago generado por las disputas política a la hora de confeccionar el presupuesto nacional.
Hospitales palestinos colapsados
El éxito de vacunación en Israel contrasta con la situación en los territorios palestinos, donde la tercera ola golpea con fuerza y por primera vez desde el inicio de la pandemia los hospitales están colapsados. Israel ha donado 2.000 vacunas de Moderna a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y ha inmunizado a 110.000 trabajadores palestinos que cada día cruzan el muro o entran en los asentamientos de Cisjordania, también con Moderna, pero no ha mostrado disposición alguna en ayudar en la vacunación de los territorios ocupados.
Un informe de mediados de enero de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas criticó la estrategia israelí, indicó que la campaña de vacunación «debe incluir a los palestinos que viven bajo su ocupación» y calificó de «moralmente y legalmente inaceptable la diferencia en el acceso al cuidado medico en medio de la peor crisis sanitaria del siglo». El Estado judío se defiende diciendo que, según los Acuerdos de Oslo, la competencia en temas de salud en Gaza y Cisjordania es de la ANP. Un argumento que rechazan la ONU y las principales organizaciones de derechos humanos presentes en la región.
«La no vacunación de los palestinos, sin embargo, no está afectando a este lado del muro como pensábamos al comienzo y esto demuestra que no hay tanto contacto directo entre nosotros. Desde el punto de vista médico creo que hay que hacer todo lo posible para que reciban la vacuna, pero desde el epidemiológico el riesgo no es tan alto y así lo confirman las estadísticas», apunta el profesor Leshem a la hora de referirse al contrate en el proceso de vacunación a los dos lados del muro.