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Se espera que durante el octavo congreso del Partido Comunista de Cuba, programado desde este 16 hasta el próximo 19 de abril, Raúl Castro renuncie a su puesto de secretario general del movimiento, el cargo más poderoso del país. Está previsto que el presidente Miguel Díaz-Canel lo reemplace, quien daría paso a nuevos rostros en el Gobierno. Pero el principal cambio, una prometida reforma económica que muchos cubanos han esperado con ansias, se ha visto socavada por intereses e ideologías dentro del único movimiento político de la nación. 

Altice

Cuba entra en la era postcastrista. Raúl Castro se despide. Al menos del cargo más poderoso del país: la dirección del Partido Comunista. Su retiro se producirá en uno de los momentos más difíciles de la nación en medio de una crisis económica, la reimposición de sanciones de Estados Unidos y la pandemia del Covid-19. ¿Qué le espera a la isla sin los Castro públicamente en la escena política? 

Seis años después de la muerte del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, se espera que su hermano y compañero en la revuelta de 1959 cumpla con el anuncio de ceder las riendas del único movimiento político legal en Cuba. En 2016, Raúl aseguró que renunciaría en el octavo congreso del partido, el cual comienza este viernes 16 y está programado que termine el próximo 19 de abril.

Su retiro completaría el proceso de entregar el control del país a una generación más joven de simpatizantes del comunismo, liderados por Miguel Díaz-Canel, quien asumió la Presidencia de la isla en 2018.

Está previsto que el mandatario también lo reemplace en el partido. “Si se le otorga al presidente Miguel Díaz-Canel el cargo de secretario del partido, fortalecerá su capacidad para tomar decisiones y podría ser un buen augurio para reformas más expansivas”, apuntó Carlos Saladrigas, presidente del Grupo de Estudio de Cuba, integrado por cubanoamericanos empresarios.

Raul Castro habla con el vicepresidente cubano Miguel Diaz Canel
Archivo-El presidente cubano Raúl Castro habla con el vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel durante el décimo y último período ordinario de sesiones de la octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones de La Habana, el 21 de diciembre de 2017. AFP

“Sin embargo, si se nombra a alguien más, especialmente de la ‘vieja guardia’, posiblemente indicaría un continuo estancamiento económico”, agregó.

También se espera que durante el encuentro dimita el diputado José Ramón Machado, de 90 años. Esta decisión dejaría por primera vez al directivo de 17 miembros sin veteranos de la insurgencia comunista.

Para William LeoGrande, experto en Cuba de la American University, tal resultado podría mejorar en gran medida la capacidad de Díaz-Canel para impulsar reformas sobre de una apertura económica más amplia que ya fue aprobada hace una década, pero que se encuentra estancada para el ciudadano de a pie.

El comunismo de Cuba bajo presión para generar reformas económicas

Después de que los hermanos Castro dirigieran hasta los más mínimos asuntos de la vida cotidiana del país durante más de seis décadas, muchos cubanos esperan con ansias un cambio.

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El pasado enero, Díaz-Canel empezó a dar pequeños pasos con la puesta en marcha de un plan, aprobado hace dos congresos, para poner fin al sistema de doble moneda que rigió en la isla durante 26 años. Unificó así sus dos monedas, el peso cubano y el cuc o peso convertible, por lo que rige una tasa de cambio única de 24 pesos por un dólar. Aunque la medida levantó temores de inflación.

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También abrió las puertas a una gama más amplia de empresas privadas que habían sido eliminadas por la planificación estatal, lo que permitió a los cubanos operar legalmente casi cualquier negocio autónomo desde sus hogares.

Pero muchos señalan que las modificaciones aún no se reflejan en los bolsillos de los ciudadanos. En los últimos meses, cientos de artistas, algunos envueltos en la bandera cubana, han participado en protestas antigubernamentales y exigen calidad de vida sin excusas, mientras el gobierno acusa a los manifestantes de ser pagados por los exiliados en Miami.

“Espero que el congreso examine a fondo nuestros problemas internos, no para reiterar promesas, sino para resolverlos rápidamente”, dijo Julián Valdés, un contador de La Habana.

Un inversor europeo en Cuba, que pidió el anonimato, indicó que el gobierno necesita impulsar reformas para mejorar la competitividad, incluida una mayor devaluación del peso, la liberalización de la agricultura y una mayor inclusión de las pequeñas y medianas empresas en la economía. El ritmo de ese cambio estaría dictado por las posibles nuevas caras que conformen el Legislativo cubano.

Se trata en esencia de perspectivas adoptadas por el partido en su sexto congreso, en 2011, y en el séptimo congreso, en 2016. El movimiento político ya se ha comprometido previamente a regular e imponer impuestos, no a administrar las empresas estatales; permitir que los mercados dominen más el sistema de planificación central y la agricultura; hacer más para atraer inversiones extranjeras; y apoyar la iniciativa privada.

En los últimos nueve meses, luego de cuatro años de estancamiento y tras una contracción del 11% de la economía en 2020, el gobierno ha realizado algunos cambios. Ha otorgado más autonomía a las empresas estatales para ganar y gastar divisas y ha flexibilizado las regulaciones sobre las pequeñas empresas privadas. También recortó los subsidios a los servicios públicos, y descentralizó los precios y la venta de algunos productos agrícolas. Pero falta más. Muchas medidas siguen estancadas en medio de la resistencia de algunos miembros del movimiento y luchas ideológicas internas.

John Kirk, experto en Cuba de la Universidad de Dalhousie en Nueva Escocia, afirma que hay mucho más por hacer para liberar al sector privado, la agricultura y la inversión extranjera. “El gobierno cubano sólo ha dado pequeños pasos en todas estas áreas y necesita mostrar una mayor iniciativa”, dijo.

“La gente no come planes”

A diferencia del respaldo mayoritario que tuvo la Revolución Cubana durante su apogeo en las décadas de 1960 y 1970, cuando las arengas antimperialistas solían hipnotizar a los ciudadanos; ahora hay mayor descontento y división en la sociedad cubana, según LeoGrande.

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obama y raul castro
Archivo: El entonces presidente de Cuba, Raúl Castro, levanta la mano del entonces mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, durante una rueda de prensa conjunta, en La Habana, Cuba, el 21 de marzo de 2016. © AFP/STR

El acceso a internet y la enorme desigualdad que se hizo más visible en los últimos años con la aparición de tiendas que venden mercancías en dólares -a las que solo tienen acceso aquellos que reciben divisas de familiares en el extranjero o que trabajan en la industria del turismo dirigida a extranjeros- hace que muchos cuestionen al gobierno y exijan resultados.

“En la década de 1990, tenía la sensación de que todos estábamos juntos en esto. No hubo consumo de ostentación (…) Hoy, la desigualdad no solo es peor, sino que también es más manifiesta”, sostiene el experto en Cuba de la American University.

El propio primer ministro, Manuel Marrero, indicó que “la gente no come planes”, al reconocer el sentido de urgencia por mejorar la vida del ciudadano de a pie.

Como siempre en la historia cubana, el comodín del “Imperio del Norte” es señalado como el gran culpable, pero la responsabilidad de su sistema de gobierno también es enorme, como lo dijo Omar Everleny.

Este economista cubano indica que sus compatriotas entienden que las sanciones de Washington y las complicaciones económicas que ha traído la pandemia causan grandes dificultades, pero que están cansados de las excusas de las autoridades.

Por ejemplo, en el área de agricultura, “el pueblo demanda acciones y resultados más concretos del partido (…) No basta con hacer un esfuerzo: debe haber resultados. Se han tomado miles de medidas en la agricultura, pero los resultados aún no están en las góndolas del cubano promedio”, afirma.

El actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió en campaña reactivar al menos de forma parcial el histórico acercamiento entre Washington y La Habana que impulsó el Gobierno de Barack Obama, aliviar el embargo comercial y activar las conexiones aéreas entre los dos países; medidas que fueron revertidas por Trump al acusar a la isla de patrocinador del terrorismo. Sin embargo, Biden podría ser más prudente de lo que se cree frente a este asunto.

“Más allá de tratar de aliviar las severas condiciones humanitarias de Cuba eliminando las restricciones de envío y viajes, es probable que la administración Biden sea muy cautelosa al volver a involucrarse con Cuba (…) Los costos políticos potenciales de hacerlo son mucho más altos que los beneficios”, asegura Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano en Washington.

La vieja guardia en la política cubana da pasos al costado, las reformas económicas intentan salir a flote pese a la resistencia ideológica del Partido Comunista y la sociedad cubana parece más exigente de mejores resultados en su calidad de vida, pero cualquier cambio en la isla será un proceso lento.

Con Reuters y AP

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