El presidente electo de EE UU, de 78 años, ha recibido la primera dosis de la vacuna de Pfizer y BioNTech en un acto público para animar a la población a vacunarse
El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, recibió este lunes la vacuna contra el COVID-19 en un esfuerzo por aumentar la confianza en su seguridad de cara a su distribución generalizada entre la población el próximo año.
El líder demócrata, y su esposa Jill, recibieron la primera dosis de la vacuna de Pfizer en el Hospital Christiana de Newark, Delaware. El acto se transmitió en vivo para incrementar la confianza en el despliegue médico contra la pandemia. En 21 días, el 11 de enero, debería recibir la segunda dosis, poco antes de que asuma como mandatario.
Biden dijo a los estadounidenses que “no hay nada de qué preocuparse” cuando se vacunen y que mientras tanto deben seguir usando máscaras y “escuchando a los expertos”. Además, reiteró la importancia de “mantener la distancia social”, y de cara a las Fiestas, pidió que la gente que “no tiene que viajar, que no lo haga”. Además, destacó la labor del personal sanitario, a quienes calificó de “héroes”.
Biden se ha comprometido a hacer de la lucha contra el coronavirus, que ha matado a más de 300.000 estadounidenses e infectado a más de 17 millones, su máxima prioridad cuando asuma el cargo el 20 de enero. A los 78 años, está en el grupo de alto riesgo para la enfermedad respiratoria.
La futura vicepresidenta, Kamala Harris, se vacunará la semana siguiente.
El actual vicepresidente, Mike Pence, que ha estado coordinando la lucha contra la pandemia desde la Casa Blanca en los últimos meses, recibió el viernes la vacuna Pfizer/BioNTech en un evento transmitido en vivo por televisión. “Construir la confianza en la vacuna es lo que nos trae aquí esta mañana”, dijo el vicepresidente después de ser vacunado en la Casa Blanca con su esposa.
La presidenta del ala demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, también fue vacunada el viernes. “Hoy, con confianza en la ciencia (…), recibí la vacuna contra el covid-19”, escribió en Twitter la legisladora de 80 años.
El presidente republicano Donald Trump, que perdió las elecciones del 3 de noviembre ante su rival demócrata, muchas veces minimizó la gravedad de la pandemia. Según algunos expertos en salud, su gestión fue caótica y arrogante, ignorando en ocasiones los estudios científicos en materia de transmisión de enfermedades. Trump se infectó con el virus en el otoño y varios miembros de su círculo íntimo y el equipo de la Casa Blanca también se contagiaron. El presidente saliente, que ha hecho afirmaciones infundadas de fraude electoral generalizado, se ha centrado en tratar de revertir su derrota electoral en las últimas semanas, pese al repunte meteórico de las muertes diarias por COVID-19.
Después de que Estados Unidos autorizara una vacuna desarrollada por Pfizer Inc y el socio alemán BioNTech SE el 11 de diciembre, la distribución de una segunda vacuna, fabricada por Moderna Inc, comenzó el sábado.
Biden heredará los desafíos logísticos de distribuir la vacuna a cientos de millones de estadounidenses, así como la tarea de convencer a los ciudadanos que temen que su desarrollo se haya acelerado por razones políticas.
Solo el 61% de los encuestados en una encuesta de Reuters/Ipsos realizada entre el 2 y el 8 de diciembre dijeron que estaban dispuestos a vacunarse.
Ese porcentaje es inferior al 70% que según las autoridades es necesario para alcanzar la inmunidad de rebaño, ya sea por exposición o vacunación. Aproximadamente el 5% de los estadounidenses se han contagiado.
Los esfuerzos para limitar las consecuencias económicas de la pandemia sobre los estadounidenses recibieron un importante impulso el domingo, ya que los líderes del Congreso acordaron un paquete de 900.000 millones de dólares para proporcionar la primera ayuda nueva en meses. La iniciativa probablemente se vote el lunes.
(Con información de Reuters)