Celeste alumbró de manera prematura tres semanas antes de que el primer caso de covid-19 se presentara en México. En medio de la pandemia, ella vivió su propia emergencia, ya que su bebé tuvo que permanecer en terapia intensiva durante 84 días, mientras ella se recuperaba de la hipertensión que provocó que el embarazo no llegara a su fin.
La madre primeriza no podía ni tocar a su hijo, pero todos los días extrajo su leche para que los médicos alimentaran a su bebé por medio de sondas. Esos días de hospital, Celeste logró producir un excedente de 30 litros de leche materna que donó para ayudar a otros bebés prematuros como el suyo.
“Fueron 84 días que estuvo mi hijo internado, durante 84 días hice la extracción de leche tanto en el banco, cuando la situación todavía era propensa para extraerla, y una vez que avanzó la pandemia ya en casa”, narró en entrevista con MILENIO.
Celeste, de 33 años de edad, cursaba un embarazo normal, hasta que al llegar a la semana 30 de gestación, cuando estaba en el trabajo, su salud se complicó y de inmediato la trasladaron al Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 “Dr. Luis Castelazo Ayala” del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Le diagnosticaron preeclampsia severa por hipertensión aguda, por lo que al segundo día, tuvieron que realizarle una cesárea por el riesgo para ella y su bebé, que para esa etapa de gestación, aún no tiene sus pulmones maduros.
“Cuando me internan me inyectan precisamente para ayudarle a madurar un poco los pulmones para que realmente la posibilidad de su supervivencia fuera mayor, uno sí se desarrolla que fue el izquierdo, con el derecho tuvimos complicaciones eso es lo que hace que entre terapia intensiva y que tenga necesidad de un respirador”.
Ian Uriel nació el 8 de febrero y durante mes y medio estuvo conectado a un respirador artificial, así que conforme los casos de covid-19 en el país crecían, los protocolos en el hospital se fueron haciendo más estrictos, por lo que Celeste ni siquiera podía tocar a su bebé, que también pescó una pulmonía.
“Conforme fue pasando cada una de las etapas de la pandemia, llegamos hasta el punto en que nada más fueron 30 minutos de visita al día, fue complicado y luego, llegó el momento en que me dicen ya no lo puedes tocar, lo ves través de una cajita de cristal, que no lo puedas cargar es muy complicado”.
Tras cada visita de media hora al bebé, Celeste pasaba al Banco de leche materna en el mismo hospital. Entonces, Ian Uriel necesitaba ocho tomas de leche cada tres horas.
Celeste asegura que el hecho de que el personal del hospital alimentara al bebé con su leche, lo ayudó a reponerse de la enfermedad, por lo que la lactancia es una práctica que promueve la institución y orientan a las madres primerizas como ella para obtener mejores tomas.
“Desde el día uno, desde que nace te piden que extraigas la leche, una persona del lactario te explicar cómo debes de hacerte el masaje, cómo debe ser la higiene en las manos, la extracción y el etiquetado de los frascos, para que lo entreguen a la doctora”.
“Al principio, cuando yo estuve internada en el hospital fueron 10 mililitros los que lograba extraer, empecé con 10 mililitros, después el calostro que empieza a salir, terminé llevando hasta un poquito más de un litro de leche al día”, dijo.
El secreto, dijo, es tomar abundante agua natural. Además de que realizó una dieta especial debido a la hipertensión que padece; “la preeclampsia tiene este carácter de que todavía prevalece a pesar de que ya hayas dado a luz, entonces llevaba una dieta libre de sal y sodio, entonces tenía que tomar muchísima agua”.
“Además, los lácteos tienden a caerle pesado a los bebés en mi caso, hasta la fecha no consumo leche, ni sus derivados, tampoco carne de puerco y con eso le ayudó al bebé”.
Celeste pudo tener a Ian Uriel en sus brazos a los 80 días de nacido, cuando estaban por darlo de alta. Desde ese momento, lo alimentó exclusivamente con su leche materna.
“Fue la experiencia más maravillosa porque pasamos muchísimas cosas, fue una montaña rusa muy fuerte entonces cuando lo tuve en mis brazos fui la mujer más feliz de todo el mundo”. El guerrero Ian Uriel cumplió este fin de semana sus primeros seis meses de vida, se recupera solo con la leche de su madre.