Las tres principales decisiones financieras que suele enfrentar una pareja son, sin duda, comprar o cambiar el auto, adquirir una vivienda y tener un hijo
Este no es necesariamente el orden, pero para esta ocasión lo usaremos así. Con motivo de la celebración del Día de las Madres se me ocurrió preguntar al azar a algunas personas, vía redes sociales o personalmente, dos cosas importantes con respecto a sus hijos: primero, si su llegada fue planificada, y segundo, si sabían cuánto les costaba cada hijo mensualmente. La respuesta a la primera estuvo cerca del 50/50; es decir, que la mitad lo planificó y la otra no lo hizo.
Con respecto a la segunda, y sin entrar en muchos detalles, la respuesta fue que una abrumadora mayoría no sabía. Sin ánimo de que esta encuesta informal sea tomada como un estudio científico veamos el por qué de cada una de estas preguntas y su importancia.
Ambas interrogantes tienen una estrecha relación por el hecho de que cada hijo que tenemos impacta nuestro presupuesto de una manera contundente, y si no planeamos su llegada, entonces, las cosas se pueden poner feas. Imagínese, con todos los imprevistos que atacan un presupuesto y además ese golpe…
Para planificar la cantidad de hijos necesitamos tener, aunque sea, una idea de cuánto nos cuesta y así determinar si podremos llevarlo a cabo o no, al menos desde el punto de vista estrictamente financiero. Y no me malinterpreten con este análisis. No les digo que no tengan hijos. Soy de los fieles creyentes de que cada hijo que tenemos es un regalo de Dios, pero también creo que Él no se pone bravo si los planificamos.
Al final del día la planeación de los hijos, en cantidad y tiempo, nos asegura poder destinar los recursos necesarios para su alimentación, vestimenta, salud, educación, y mucho más, sin crear traumas en nuestro presupuesto y con ello en la relación de toda la familia. Dios quiere familias felices.
Con la llegada de un hijo las prioridades cambian y esto se refleja directamente en el presupuesto familiar. ( UNSPLASH/FREESTOCKS )
Planea su llegada
Disminuye gastos y arma un fondo de emergencias. ¿Qué debemos hacer? Primero, planificar su llegada. ¿Por qué es importante? ¿Qué beneficios podemos obtener de planificarlos? Definitivamente, no es lo mismo prepararse para tener un hijo dentro de un par de años que salir “juyendo” porque viene uno del que ayer no sabíamos. Cuando era niño escuchaba decir a los mayores que los hijos venían con el pan debajo del brazo y creo que en cierta forma tenían razón. Eran otros tiempos, donde no había tantas cosas en qué gastar además del pan, y la presión social era inexistente o muy poca.
La llegada de un hijo, especialmente cuando es el primero, cambia por completo la vida de una pareja. Las prioridades cambian y esto se refleja directamente en el presupuesto familiar. Ya nuestros gastos prioritarios no son los que tienen que ver con nosotros sino con el recién llegado. Desde acondicionar una habitación, por modesta que sea, mudarnos a una casa más grande, si es necesario, o hasta el parto mismo son gastos que tenemos que enfrentar. Los gastos en el recién llegado se convierten en algo tan importante en nuestras finanzas que llegamos al punto de cambiar la medición del valor de las cosas y empezamos a usar una nueva referencia, como por ejemplo latas de leche. “No puedo comprar este vestido porque esos dos mil quinientos pesos son tres latas de leche”. O por pañales desechables: “Viene Marc Anthony, ¿vas a verlo? Yo quisiera, pero no creo que pueda porque con lo que cuesta la entrada compro cuatro paquetes de pañales desechables”.
“Cada hijo que tenemos impacta nuestro presupuesto de una manera contundente”
La inversión real
Variará mucho según tu nivel de ingresos. Todo esto nos lleva a la pregunta: ¿cuál es el costo o inversión real de tener un hijo? La respuesta es incalculable. Las agonías, esperas, miedos, preocupaciones que nos llegan desde el día que nace el primero de nuestros hijos, sensaciones casi desconocidas para nosotros hasta ese momento, no son, como diríamos los contadores, “monetariamente cuantificables”, en consecuencia no podemos llevar su contabilidad.
Pero, por otro lado, están los que sí se pueden medir desde el punto de vista monetario, como por ejemplo, y como ya hemos visto, los gastos del parto (especialmente lo que no cubre el seguro), preparar una habitación para el nuevo miembro, leche, pañales desechables, ropa, etc. Luego que están un poco creciditos comienzan los gastos del colegio, extracurriculares, diversión, juguetes, ropa, etc, etc, etc. Pero esto no acaba ahí, hay que incluir los costos de la educación universitaria que, aunque sean altos, son sumamente necesarios para que puedan desarrollarse y superarse convirtiéndose en personas realizadas y felices. Calcular esto es muy importante a la hora de decidir si queremos comenzar la familia, ampliarla o esperar un poco.
Después de hacer estos cálculos uno se puede preguntar: ¿puedo costear otro hijo? Si la respuesta es no, entonces desde el punto de vista estrictamente financiero lo mejor es tratar de evitarlo o posponer su llegada por un tiempo y buscar la forma de conseguir los ingresos necesarios para tenerlo. Como en cualquier decisión financiera, si contamos con suficiente tiempo podemos usarlo a nuestro favor planificando y no desesperándonos. En conclusión, los hijos son maravillosos. Los amamos. Morimos por ellos. Por esa razón prepararse y decidir cuándo -más o menos- será su llegada evitará muchos problemas económicos.
Un costo promedio
US$233,000
Es el costo promedio de criar a un niño desde el nacimiento hasta los 17 años (sin incluir la educación universitaria), según un estudio del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) de 2015. Articulo publicado originalmente en el Diario Libre.
El autor, César Perelló, es asesor de finanzas personales y puedes seguirlo en sus redes Perello_cesar (IG) y PerelloC (Twitter)