El impeachment a Donald Trump: un proceso marcado por el partidismo y la división en EE.UU.
El impeachment contra Donald Trump nace profundamente marcado por el partidismo político. El miércoles, la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, aprobó los cargos, mientras que en el Senado, dominado por los republicanos, la absolución parece asegurada. El presidente de Estados Unidos está acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso debido al escándalo relacionado con Ucrania. Sin embargo, la certeza de que será absuelto genera temor en los demócratas de que el juicio político termine siendo una mera pantomima.
Este mecanismo constitucional, uno de los más divisivos en la historia estadounidense, se activa por tercera vez. Así, culmina tres años de intensa tormenta política en un país profundamente polarizado.
La tensión política se intensifica entre Cámara y Senado
Portada del ‘Daily News’, jueves en Nueva York. SPENCER PLATT AFP | VÍDEO: impeachment en cinco claves.
Ambas fuerzas políticas se acusan mutuamente de mala fe. La presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi, advirtió que no enviará los cargos al Senado hasta que se establezcan las bases para un proceso “justo”, lo que podría retrasar el juicio. Por su parte, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, reconoció estar coordinando el procedimiento con la Casa Blanca y calificó la postura de Pelosi como una señal de la debilidad del caso contra Trump.
Trump se une al reducido grupo de presidentes sometidos a juicio político
El jueves, Donald Trump se convirtió en un nuevo miembro del exclusivo club de presidentes estadounidenses procesados para destitución. Desde su cuenta de Twitter, acusó a los demócratas de haber iniciado “la mayor caza de brujas en la historia americana”. Horas después, McConnell denunció la “ira partidista” de la oposición, a lo que Pelosi respondió señalando la sospecha de los padres fundadores sobre la posibilidad de un presidente corrupto, pero no de un líder corrupto en el Senado.
Frente a la Casa Blanca, un cartel en una tienda de campaña pedía la destitución del “traidor Trump”, reflejando la intensa polarización social que rodea este proceso.
Un proceso marcado por la división más profunda que nunca
Desde que la investigación en la Cámara de Representantes comenzó el 24 de septiembre, la atmósfera en Washington ha sido tan tensa como habitual. Los juicios políticos anteriores, como los de Bill Clinton en 1998 y Richard Nixon en 1974 (quien dimitió antes de ser destituido), mostraron cómo estos procesos pueden dividir a una nación. Sin embargo, hoy Estados Unidos está aún más fragmentado.
El partidismo en el Capitolio alcanzó niveles casi tribales. El miércoles, los 431 miembros de la Cámara votaron sobre los cargos contra Trump, acusado de presionar y chantajear al Gobierno de Kiev para que investigara a sus rivales políticos, en particular a Joe Biden y su hijo Hunter Biden.
La votación reflejó la estricta alineación partidaria: ningún republicano apoyó los cargos, mientras que casi todos los demócratas votaron a favor. El primer cargo, abuso de poder, fue aprobado con 230 votos a favor (229 demócratas y un independiente) y 197 en contra (195 republicanos y dos demócratas). El segundo cargo, obstrucción al Congreso, obtuvo 229 votos afirmativos frente a 198 negativos.
Diferencias con procesos de impeachment anteriores
Este escenario contrasta con el juicio político a Bill Clinton, que este jueves cumple 21 años. En aquel caso, 31 demócratas votaron a favor de investigar, y la votación final en la Cámara contó con varios votos cruzados entre ambos partidos. En el caso de Nixon, fueron sus propios aliados quienes le instaron a dimitir.
La sociedad estadounidense, más polarizada que nunca
El clima social actual también difiere de épocas anteriores. Un estudio del centro Pew Research, referente en investigaciones sociológicas en EE.UU., alertaba en 2014 sobre los niveles récord de antipatía entre votantes republicanos y demócratas. Entre 1994 y 2014, la imagen negativa que un partido tenía del otro se duplicó, alcanzando niveles históricos de desconfianza y rechazo mutuo.
La llegada de Donald Trump al poder ha sido tanto consecuencia como combustible de esta polarización. Es el presidente más divisivo de la historia moderna, conocido por romper protocolos, insultar a sus rivales y cuestionar la credibilidad de sus propias instituciones. Su mandato ha estado marcado por investigaciones y un activismo anti-Trump cada vez más intenso.
El juicio político, una cuestión de números más que de pruebas
Ahora, el Senado debe decidir si Trump congeló 391 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania y condicionó una invitación a la Casa Blanca para que Kiev investigara a Biden y a su hijo. También evaluará si la negativa del presidente a permitir declaraciones de testigos y la entrega de documentos justifica el cargo de obstrucción al Congreso.
Sin embargo, esta decisión no dependerá solo de las pruebas, sino de la matemática política: de los 100 escaños del Senado, 53 están en manos republicanas, lo que hace improbable una condena.