Guardia Civil revela el interés económico detrás del perfil de Ana Julia Quezada en Burgos
Acusada de manipulación y ambición económica en el juicio por la muerte de Gabriel Cruz
El guardia civil encargado de investigar el pasado de Ana Julia Quezada en Burgos ha declarado que todas las señales apuntaban a un fuerte interés económico en sus relaciones personales y a un carácter manipulador. Según el agente, el historial de la dominicana en la ciudad reflejaba una conducta basada en la búsqueda de beneficios materiales, aprovechando sus vínculos afectivos.
Durante su declaración en la tercera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Almería, el investigador relató cómo familiares y ex parejas de Ana Julia describían su comportamiento frío y calculador. “Decían que su padre se moría entre dolores y ella seguía jugando a la tableta sentada a su lado”, explicó el agente, subrayando la falta de empatía que mostraba en momentos críticos.
El móvil económico en el caso Gabriel Cruz: una finca de 500.000 euros en juego
La presunta motivación económica detrás del crimen cobra protagonismo en el proceso judicial, ya que Ana Julia Quezada habría tenido interés en disfrutar de la finca valorada en 500.000 euros perteneciente a su pareja, Ángel Cruz. La tesis de la acusación sostiene que el menor Gabriel Cruz, de ocho años, sobraba en esta ecuación vital marcada por la ambición y el beneficio patrimonial.
Perfil frío y calculador, según el investigador
El agente destacó que las entrevistas realizadas con familiares y ex parejas coincidían en la frialdad y el cálculo con que Ana Julia manejaba sus relaciones. “Puede mostrarse muy cariñosa, pero también muy distante y manipuladora”, afirmó. En todos los casos, el interés económico era el motor principal de sus actitudes.
Por ejemplo, con una ex pareja enferma de cáncer, sus hijos denunciaron que Ana Julia permanecía indiferente ante el sufrimiento del hombre, jugando con su tableta mientras él padecía intensos dolores. Además, se descubrió que obligó a esta pareja a suscribir un seguro de vida a su favor por 30.000 euros, hecho que generó denuncias por presunta apropiación indebida.
Relaciones marcadas por el dinero y la manipulación
Su primer matrimonio con Miguel Ángel Redondo, padre de su hija Judith, también estuvo condicionado por el dinero. Según relata la investigación, Ana Julia permaneció con él hasta que se agotaron los fondos que Redondo había ganado en la lotería en 2004. Después, lo abandonó en 2009, cuando comenzaron los conflictos que culminaron con una condena por violencia de género contra Redondo.
Los hijos de otra pareja mayor que Ana Julia denunciaron que ella le incitaba a beber a pesar de su alcoholismo y enfermedad terminal, evidenciando un patrón de conducta manipuladora y egoísta. Además, Ana Julia enfrentó denuncias cruzadas con familiares de sus exparejas por insultos racistas y conflictos personales.
El abrupto final de su etapa en Burgos y el nuevo comienzo en Níjar
Tras 23 años en Burgos, el paso de Ana Julia por la ciudad terminó de forma abrupta en 2015, un hecho que incluso su propia hija reconoció desconocer en el momento. Poco antes, la acusada había conocido a Sergio Melguizo, un hombre mucho más joven y con un perfil distinto al de sus anteriores parejas.
Con Melguizo, Ana Julia intentó empezar de nuevo en un entorno aislado y menos accesible: Las Negras, en el Cabo de Gata. Sin embargo, apenas un año después, traspasó el negocio que habían abierto juntos, el bar Black, a Ángel Cruz, a quien conoció en la Nochevieja de 2016. A partir de ahí, se desencadenaron los hechos que terminaron con la trágica muerte de Gabriel Cruz.
Este perfil de ambición económica, manipulación y frialdad emocional ha sido clave en el juicio que aún sigue su curso en Almería, donde se busca esclarecer la verdad detrás del crimen que conmocionó a toda España.

