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Gran triunfo de ‘Seb’ cimentado en la estrategia y en un ritmo implacable y doblete soñado de Ferrari que no gustó a Leclerc. Sainz, 12º tras un pinchazo

El dedo salió a pasear otra vez, pero esta vez con más rabia que nunca. Quizás Vettel tenga siete vidas, probablemente nunca se había ido o, como decía Ricciardo al llegar a Singapur, sólo necesitaba una carrera para cambiar su suerte. En su circuito fetiche, el gran tetracampeón de Ferrari volvió a sonreír con un triunfo implacable cimentado en la estrategia, pero también en sus sólidos adelantamientos para tomar ventaja con el peor rival posible, su compañero de equipo, más la amenaza lejana de Hamilton. Con presión, sin errores, Vettel volvió a ganar más de un año después, acompañado por Leclerc y Verstappen en el podio, la nueva guardia. Sacó el dedo de nuevo. El índice, el de los triunfos. Y silenció todas las críticas de golpe.

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Lo hizo conteniendo al más fiero Leclerc, ‘poleman’ este domingo. En la salida no hubo grandes aspavientos. odos mantuvieron su posición excepto Carlos Sainz, que fue tocado por Hulkenberg en la rueda trasera derecha, sufrió un pinchazo con toda la vuelta por delante y vio arruinada su carrera cuando apenas había comenzado. Todo el día remontando, pero siempre a un mundo de los puestos donde debió estar. Leclerc, Hamilton, Vettel, Verstappen, Bottas y Albon se perseguían, distancias de DRS pero cero intentos de adelantamiento mientras gestionaban sus gomas pensando en el medio plazo. La clave estuvo en las paradas en boxes. ‘Seb’ fue el primero, a la vez que Verstappen, y una vuelta más tarde lo hizo Leclerc, que salió por detrás de su compañero. El ‘undercut’ fue sencillamente perfecto y la vuelta del alemán con neumáticos fríos, también. Charles no lo entendió, pero Ferrari acababa de dejar fuera de combate a Hamilton, líder virtual mientras se comía los Pirelli, y se cimentaba un doblete soñado en el lugar menos pensado.

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15691614042478Mercedes siguió intentándolo a la desesperada manteniendo a sus coches fuera hasta que los estrategas dijeron que ya no serviría para más. Con una degradación terrible pasaron por el pit y salieron detrás de Verstappen, en puesto de podio. Hamilton y Bottas perdieron el cajón, quizás por exceso de ambición. Vettel, Leclerc y Verstappen se marchaban, aunque tenían que adelantar al lento tren de Giovinazzi, Gasly, Ricciardo (showman al inicio con grandes pasadas) y Stroll, con una estrategia diferente.

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Entonces, con Charles enviando mensajes amenazantes por la radio, surgió la rabia del tetracampeón, rabia de redención. Los pasó a todos limpiamente, fue al límite incluso contra el francés de Toro Rosso y tomó una ventaja muy cómoda sobre el monegasco y los demás. Se llegaba así al ecuador de la carrera, todo parecía establecido, hasta que el ‘safety car’ se convirtió en el gran protagonista de Marina Bay. Salió tres veces casi consecutivas: cuando Grosjean encajonó a Russell, por una avería de Sergio Pérez y con un toque de Raikkonen a Kvyat. Ciertamente permitió a Sainz recortar la enorme desventaja de su incidente del comienzo, el madrileño fue dando cuenta de pilotos hasta llegar al 12º final. La zona media la ganó Lando Norris, liberado toda la carrera y en tierra de nadie, por delante de un digno Gasly y Nico. Y delante, sin inmutarse con los coches de seguridad, se iba Vettel dirigido a la 53ª victoria de su carrera. La de la redención.  as.com

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