Salió de pit lane Verstappen a un palmo de Bottas, con zapatos nuevos y ganas de bailar. No se despegó del finlandés en media vuelta, los pilotos no tienen miedo a nada pero el vikingo de Mercedes debía escuchar de fondo los pasos inconfundibles del neerlandés. No le dio opción Mad Max, atacó en la recta de atrás, aguantó el pulso por fuera y adelantó en las curvas cerradas de Brooklands y Luffield al coche que ganaba siempre. Salió quijotesco, se atrevió con los gigantes y se encontró con molinos. La mayor estrella en ciernes de la parrilla se merendó a los dos Mercedes con una estrategia maquiavélica de Red Bull y dio un homenaje a la propia F1 ganando el GP del 70º Aniversario por delante de Hamilton y Bottas, segundo y tercero bajo la bandera a cuadros. Qué espectáculo matemático con unos neumáticos impredecibles, y qué victoria de Max.
El triunfo se fraguó el sábado, clasificó con el Pirelli duro y eso le permitió empezar la carrera con una goma diferente. En la salida adelantó a Hulkenberg, gestionó sus herramientas y se plantó por detrás de Hamilton hasta llegar a presionarle con mala leche. “Aléjate un poco, debemos cuidar el neumático”, le dijeron por radio. Él les mandó a paseo, achuchó y presionó y forzó la primera parada adelantada de los dos Mercedes. Se quedó al frente del pelotón, pero la rueda que Valtteri y Lewis trituraban fluía como la seda en el Red Bull. Fue más largo, ganando segundos, hasta el punto de que se encontró con un ‘pit stop’ gratuito. Paró a calzar los medios y salió emparejado a Bottas, que no le duró ni medio asalto. Desde ahí ya se veía la botella de champán.
Ese segundo juego de neumáticos le duró poco a Verstappen, lo montó en la vuelta 33 y volvió a parar en la 42 para recuperar el duro hasta el final de la carrera. Dos segundos por detrás iba Bottas, se llevaron la pelea a la calle de boxes pero la maniobra de Red Bull fue óptima, como siempre. Hamilton se quedó diez vueltas fuera, por si acaso, liderando la carrera con la esperanza de que un coche de seguridad diese la vuelta a la situación, pero no hubo incidencias, fue un gran premio limpio, y tuvo que desistir de la estrategia loca. Agachó la cabeza y cedió la primera plaza de camino al garaje.
MAX I DE SILVERSTONE
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En el sprint final, el seis veces campeón dio espectáculo con un soberbio adelantamiento sobre Bottas que valió la plata, aunque muy lejos de Verstappen. Cruzó la meta el neerlandés recomendando a sus ingenieros beber agua para no deshidratarse, el mensaje que lanzó una semana antes en medio de una carrera aburrida. Sólo él, y Red Bull, sabían por la mañana que podía ganar la carrera. Hay unos locos que tienen buenas ideas y Mad Max es la resistencia.
Mal ‘pit stop’, otra vez, para Carlos Sainz
Trompo de Vettel… y casi termina sacando a Carlos Sainz. #GBR2movistarF1 pic.twitter.com/fIerLvKPCd
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Es justo subrayar que Carlos Sainz seguía la estrategia ganadora, la de empezar con duros, y que luchó por puestos de puntos desde su 12º puesto de parrilla. El de McLaren salió bien, ganó puestos y se libró de un trompo de Vettel que pudo enviarle a la hierba tras la salida. Luchaba por un séptimo u octavo virtual, pero en su primer paso por boxes los mecánicos, otra vez, hicieron una maniobra pésima de unos cinco segundos cuando deben ser menos de tres. Las de Lando salieron bien (2,5 y 3,3 segundos), la primera del madrileño no. Salió sumido en el tráfico y hubo forma de superarlo, acabó 13º fuera de los puntos. Le podía haber ido mucho mejor, porque Charles Leclerc remontó a lo grande con el Ferrari yendo a una sola parada. Adelantó a Albon y los dos Racing Point, con Stroll delante de Hulkenberg. Hubo tensión y alternativas en la zona media, pero el show esta vez, por fin, estaba delante.