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Luis González Fabra

Altice

Leonardo Boff es un ex sacerdote de la orden de los franciscanos

Teólogo. Filosofo. Escritor. Profesor y ecologista brasileño. Es uno de los creadores de la teología de la liberación. Nació en 1938, tiene ahora 8l años de edad.

En octubre del 2015 apareció en el Listín Diario un artículo de Leonardo Boff titulado: “Otra Forma de Resolver los Conflictos”.

Ahora que los ojos del mundo están puestos sobre el conflicto  que aflige a Venezuela y cada día sube más la expectativa de  cuál será la solución a corto plazo ya que la situación creada con dos presidentes accionando en el mismo territorio no es sostenible, me pareció interesante referirme  a ese artículo  de Boff  que podría ser un aporte a una estrategia para la solución venezolana.

Partiendo de la base de que en la humanidad ha habido conflictos de todo orden, el afirma que la forma de resolverlos  “ha sido y es la utilización de la violencia, para doblegar al otro y encuadrarlo en un determinado orden. Nada más cierto. Y es precisamente el uso de la violencia por una de las partes lo que ha agudizado la situación.

Pero si esos que ahora tienen la fuerza para ejercer la violencia mañana son vencidos por la parte contraria Boff plantea que entonces queda en ellos “un rastro de amargura, de humillación y deseo de venganza y así se perpetua la espiral de la violencia”.

El autor dice que alguien que se consideraba un “loco de Dios”, Francisco de Asís, “que podría ser también al actual Francisco de Roma” buscó otro camino distinto a la violencia.

Afirma Boff que Francisco de Asís pedía a sus seguidores: “todo aquel que se  aproxime sea amigo o enemigo, ladrón o bandido, recíbanlo con bondad”.

Y considerando la estrategia de Francisco frente a la violencia toma como base dos leyendas que retratan a plenitud el espíritu de los hechos: los ladrones del Burgo  San Sepolcro y el Lobo de Gubbio.

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Estas son las leyendas: Una banda de ladrones se escondía en lo bosques y saqueaban a quienes pasaban por los alrededores. Movidos por el hambre fueron al eremitorio de los frailes a pedir comida. Son atendidos no sin remordimiento por los frailes que consideran que no es justo dar limosnas a un grupo de ladrones que tanto mal hacen a la gente.” Presentan el caso a Francisco y este sugiere lo siguiente: “llevar al bosque pan y vino y gritarles: hermanos ladrones venid aquí; somos hermanos y les traemos pan y vino. Felices comen y beben. Luego háblenles de Dios, pero no les pidan que abandonen la vida que llevan parque seria pedir demasiado. Pídanles solo  que cuando asalten no hagan daño a las personas.” Francisco aconseja que la próxima vez  se les lleve también queso y huevos.

Los ladrones comen contentos lo que les llevan los frailes y estos le dicen: “dejen esa vida de hambre y sufrimientos. Dejen de robar.  Conviértanse al trabajo que el buen Dios va a providenciar lo necesario para el cuerpo y para el alma” Los ladrones se sintieron conmovidos por la bondad y humildad de los frailes. Abandonaron su vida de bandoleros y algunos hasta se hicieron frailes.

La segunda leyenda es el lobo de Gubbio un animal feroz que asolaba la ciudad italiana de Gubbio, ubicada en la Umbría, en la actual provincia de Perugia   y se fundamenta igual  que la la anterior en la renuncia a la violencia.

“Por un lado el lobo terrible y feroz y por el otro, el pueblo lleno de miedo y armado”. La única relación entre los dos actores es la violencia y la destrucción mutua, señala Boff.

La idea de Francisco “no es buscar una tregua o un equilibrio de fuerzas regidas por el miedo. No toma partido por una parte o por la otra, en un falso fariseísmo: malo el otro, no yo, por eso debe ser destruido”.

“Nadie se pregunta”, dice Boff, “si dentro de cada uno puede esconderse un lobo malo y al mismo tiempo un buen ciudadano?.

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Lo que Busca Francisco es “la unión de los opuestos y aproximar a ambos para  que puedan hacer un pacto de paz”. Así se acerca al lobo y le dice: “hermano lobo eres un homicida pésimo y mereces la horca, pero reconozco también que es por hambre que  haces tanto mal, vamos a hacer un pacto,  la población va alimentarte y  dejaras de amenazarlos”. Y entonces le dice a la población: “vuélvanse hacia Dios, dejen de pecar. Aseguren alimento suficiente al lobo y así Dios les librara de los castigo eternos y del lobo malo”

La leyenda dice que las población alimento al lobo y este se paseaba entre las casas y transitaba por el pueblo sin hacer daño a nadie. Y así fue hasta la hora de su muerte en la vejez.

Lo que Boff resalta en esta historia es que la paz se obtuvo no por la victoria de una de las partes sino por la superación de ambos contendientes.  Cada uno cedió y cada uno gano. Se produjo lo que el autor llama el gana-gana e “irrumpió la  paz que no existe en sí, sino que es  fruto de una construcción colectiva entre los ciudadanos y el lobo.”

Y concluye: “Francisco no estimuló  las contradicciones ni removió la dimensión sombría donde se cuecen los odios. Confío en la capacidad humanizadora de la bondad del diálogo y de la mutua confianza. Intuía que más allá de la  amargura existe en el fondo de cada criatura una bondad ignorada a ser rescatada. Y lo fue.”

Hasta qué punto es posible aplicar la estrategia de Francisco de Asís para conseguir mediante el dialogo  un solución a la  grave crisis que vive Venezuela y evitar que el lobo  de la violencia siga derramando sangre de gente joven y llevando sufrimiento a un pueblo que solo aspira a vivir en paz?

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