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En las actuales circunstancias políticas, económicas y sociales que vive el país, en medio de una pandemia sanitaria que lo abarca todo, creo que la palabra clave es unidad. Si, unidad en el gobierno, que actúe con espíritu de cuerpo, como si cada ministerio o director general, independientemente de su rol en el organigrama del Estado, se vea como uno solo porque todos caminan en la misma dirección, con el mismo propósito, sin prisa, pero sin pausa mirando siempre al horizonte, sin perder de vista que estamos “en el mismo trayecto del So” y en la ruta de los huracanes. Y el pueblo también debe estar unido alrededor del presidente.

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La unidad no es solo del gobierno, que muchas veces parece disgregarse y perder el rumbo, es también la unidad del Partido Revolucionario Moderno para lo cual hay que organizarlo, educarlo y disciplinarlo, renovar sus cuadros en todo el territorio nacional, asegurándole una estabilidad económica y familiar.

Hor tanto como ayer sigue siendo válida la consigna: “Sin unidad no hay fuerzas, y sin fuerzas no hay victoria”. Si Luís Abinader quiere continuar siendo exitoso en la gestión gubernativa, tiene que lograr que el gobierno sea uno, no que cada ministro tenga un “gobiernito” o parcela, con una agenda particular. Los proyectos políticos personales tienen que ser pospuestos para otra ocasión. Negros nubarrones se ciernen en el cielo político, económico y social del país. Sectores claramente evidenciados conspiran para evitar que el proceso de saneamiento y transformación del Estado continúe sometiendo a la justicia a los desfalcadores de los bienes públicos, sean estos civiles, policiales o militares, sin importar abolengo ni rango. La ley es para todos.

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Lo he dicho otras veces.  El presidente Abinader parece estar solo o mal acompañado. Y ninguna de las dos cosas son aceptables. Ni puede estar solo, ni mal acompañado. Necesita de un gabinete monolítico, sólido y confiable, sin dispersión. El que no esté de acuerdo con la línea de trabajo, honestidad, transformación y transparencia, que renuncie.

De igual modo, insisto, el PRM tiene que vitalizarse. Un partido en el poder no es una agencia de empleos. Un partido es un sujeto de cambios, propuestas y trabajo, sobre todo cuando llega a un Estado como el nuestro que tradicionalmente ha sido una piñata de políticos rastreros que solo piensan en enriquecerse sin importarle la suerte del pueblo, como sucedió con los del Partido de la Liberación Dominicana, que en 16 años desfalcaron las arcas nacionales para su beneficio y hoy no quieren que los señalen, les quiten lo robado y los metan presos.

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Evitar el borrón y cuenta nueva, terminar con la impunidad es un riesgo en un país que hizo del robo, una práctica y una cultura. Hacerlo distinto, cambiar el rumbo, como quiere Abinader, es un riesgo para él y para los que lo acompañan de corazón, que son pocos. Es por eso que el presidente necesita a su lado gente confiable, y necesita, por igual, un partido fuerte y unido, un brazo político presto a impedir, del modo que sea, una revuelta, un intento de golpe de Estado o cualquier otra tentativa sediciosa que atente contra el orden legalmente establecido.

Unidad en el gobierno, unidad en el partido, unidad popular. No olviden nunca que las masas son las únicas dueñas del cambio verdadero. El pueblo da el poder, el pueblo debe sostenerlo cuando es idóneo y legítimo, como lo es el gobierno del presidente Luís Abinader.

Por JUAN T H

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