Por JUAN T H
“Oh América Infeliz, que sólo sabes reconocer de tus grandes vivos, cuando ya son tus grandes muertos”. (Federico Henríquez y Carvajal en 1903 durante el sepelio del insigne maestro Eugenio María de Hostos)
(A mi amigo Jesús Feris Iglesias a quien deseo reconocer en vida)
Pocas veces me he sentido tan a gusto escribiendo una semblanza, como en esta ocasión. Espero que José Joaquín Puello, Víctor Atallah, Franklin García, Cesar Mella, José Ramírez, Héctor Guerrero Heredia y Ricardo Nieves, entre la larga lista de “otros”, no se me sientan ofendidos. No es, ni por asomo, mi intención. (El Alzheimer no perdona)
Nadie tiene la facultad de decidir cuándo, ni donde nace. El poeta puertorriqueño Antonio Corretjer escribió: en la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace, sabe el hombre donde nace, pero no donde va a morir”.
Usted puede nacer en una familia rica o pobre, en un país desarrollado o subdesarrollado. El azar juega bendecido por la fortuna o maldecido por la pobreza. “El azar es una categoría histórica”, dijo Marx.
La legendaria artista Chavela Vargas nació en Corta Rica, pero solía asegurar que “los mexicanos nacen donde les da la gana”, porque siempre se sintió mexicana de corazón, sin negar, claro, su origen.
El doctor Jesús Feris Iglesias nació en San Pedro de Macorís en el año de 1946, si mal no recuerdo, de una familia de inmigrantes, libaneses y españoles que construyeron un imperio económico exitoso en la “Sultana del Este”, de dónde no han salido nunca.
Jesús, pues, nació rico. Comenzó sus estudios en su pueblo, luego se trasladó a la Universidad de Santo Domingo donde poco después se graduó de médico, posteriormente se especializó en pediatría, infectología, etc. Padre de tres hijos, casados en segundas nupcias desde hace ya muchos años con la también doctora, especialista en infectología Mónica Thorman.
Tal vez comento una infidencia, pero un buen día, en medio de la pandemia del Covid-19 el presidente Luís Abinader me dijo que el doctor Jesús Feris Iglesia fue la primera persona que le habló y lo convención de la aplicación de una tercera vacuna, como reforzamiento, para evitar el aumento de la enfermedad que estaba azotando al mundo. ¡El presidente lo escuchó y ordenó que se hiciera) ¡Y se hizo!
No debo olvidar que durante el gobierno de Hipólito Mejía el doctor Iglesias fue de los que trabajó ampliamente la entonces revolucionaria Ley de Seguridad Social, que ya debe ser revisada, ampliada y modernízala acode con los avances de la sociedad de la ciencia y la tecnología.
El doctor Feris Iglesia es una personalidad en el mundo de la investigación científica, no solo en su país, donde ha recibido grandes reconocimientos, como miembro de la “academia de la ciencia”, sino muchos otros en hospitales, universidades, clínicas, Colegio Médico, donde ha sido reconocido por sus aportes en el campo de la pediatría y la infectología, entre otras áreas de la medicina.
Incluso ha sido renombrado en México, Colombia, Estados Unidos, Europa, entre otros países donde se valoran sus conocimientos científicos.
Estamos en presencia de un dominicano meritorio, un científico, escritor, autor de artículos para periódicos, revistas, algunos libros, incluyendo uno sobre la pasión de su existencia, el mar. “Anécdota de un marinero a tiempo incompleto. Ha sido uno de los pediatras, infectólogos dominicanos más citados por sus aportes, al considerarlo “un maestro de maestros”. (No exagero, el cariño no me obnubila)
Quiero destacar. (tal vez sea el verdadero motivo de estas líneas), que Jesús Feris Iglesias durante toda su vida ha estado al servicio de las mejores causas de este país, gracias a su manifiesta sensibilidad social. En más de una ocasión ha puesto su vida en riesgo. Desde su adolescencia, dese antes del surgimiento del Movimiento Revolucionario 14 de junio hasta nuestros días, el doctor ha sabido decir “¡presente! (Carmen Mazara, la madre de Guido Gómez puede hablar ampliamente sobre las veces que ambos enfrentaron el peligro sin importarle las consecuencias porque estudiaron juntos, sentados uno al lado del otro)
El doctor Feris Iglesias, a pesar de provenir de una familia acaudalada, no ha estado al margen de los procesos sociales. ¡Ese mérito quiero destacarlo! Un elemento extraño, pues, como decía Karl Marx, “el ser social justifica la conciencia social”. (¿O ya no es así?)
El otro elemento que quiero destacar (a lo mejor no le guste que lo diga), es que, siendo un médico rico, no ha hecho medicina privada, siempre pública, en el hospital infantil doctor Robert Reid Cabral (La Angelita), atendiendo niños pobres de todo el país. Para el doctor, quiero decirlo, un paciente no es una mercancía, una cosa, un cliente, es, ante todo, y primero que todo, un ser humano. No le importa, ni le interesa su procedencia ni su estatus. Nada vale más que la vida de un ser humano, sobre todo la de un niño.
Ahora, en esta etapa de su ya larga vida, entre sus mayores preocupaciones está el establecimiento de centros de “unidad primaria” en todo el territorio nacional, lo cual implica una gran inversión del gobierno, pero al mismo tiempo una gran necesidad para hacer avanzar el sistema de salud, que, dicho sea de paso, amerita una inversión del Producto Interno Bruto de por lo menos el cinco por ciento, que ojalá sea hace en menor tiempo posible, tomando en cuenta que salud y educación son los elementos fundamentales del desarrollo.
(No digo que hacer medicina privada sea dañino, ni malo. No. Jamás diría algo semejante. Conozco muchos médicos que tienen consultorios bien equipados donde acude gente de clase media y alta, pero ponen sus conocimientos, igualmente, al servicio de los más desposeídos sin hacer alharacas, tomándose fotos posadas para la prensa y las redes sociales, con fines política. Su labor altruista de esos médicos suelen hacerla en silencio, por aquello de que “lo que hace la mano izquierda, no lo sepa la derecha”. (Conozco varios)
El doctor Iglesias nunca ha tenido un consultorio. El en sí mismo es un consultorio por su magnanimidad, su gran don de gente, los valores éticos y morales que aprendió de sus padres desde que era niño. ¡Eso también quiero resaltarlo!
Finalmente, ¡por fin debo terminar, aunque tengo material para otro artículo! Jesús está escribiendo otro libro del cual lleva más de 50 páginas, pero no encuentra título. ¡Espero lo encuentre en esta breve semblanza!

