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Las costumbres de los puertoplateños incluyen contemplar a diario el fenómeno que cubre de neblina la Loma Isabel de Torres, es un espectáculo ver como se desplaza de manera horizontal. A su pesar, el avión se estrelló sobre el monte, poco más abajo del Cristo Redentor. Nadie sobrevivió.

Altice

Treinta años más tarde, un grupo de amigos se reunió el viernes 18 de noviembre recién pasado, en el Jardín Botánico Eugenio de Jesús Marcano, de Santiago. El objetivo del encuentro consistió en plantar tres guayacanes, para con ellos rendir homenaje permanente y vivo a Rafael Augusto (Felo) Espinal y hacerlo extensivo a las demás víctimas.

Felo Espinal venia a bordo del avión que salió de la Habana, Cuba, el 17 de noviembre de 1992 con destino al aeropuerto internacional General Gregorio Luperón de Puerto Plata. Media hora antes había dejado una parte de sus pasajeros en el aeropuerto internacional Las América, ambos en República Dominicana. La aeronave se estrelló contra la montaña Isabel de Torres, próximo a la imagen de Cristo Redentor. La deidad siguió como lo que es, un amasijo de 38 metros de altura, inmóvil frente al accidente.

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Rafael Augusto Espinal era nativo del Ranchito de Piche, Santiago de los Caballeros; nació el 16 de diciembre de 1952, hijo de don Rafael Tavares Espinal y de doña Luisa Altagracia Espinal. Le sobreviven la viuda Soledad Pérez y sus hijos Inés Marlene y Esteban Augusto.

Felo Espinal fue dirigente de varias organizaciones sociales y políticas del país, al momento de su trágica muerte era regidor en el Ayuntamiento de Santiago.

Justo Guzmán, en nombre de los presentes dijo, “[…] hemos escogido el Guayacán debido a que es un árbol endémico de América y sus distintas variedades están presentes en la mayoría de los países del continente. Es decir, es un árbol internacional”.

Justo cree, que es justo reconocer que Felo Espinal era un ser humano entregado a las mejores causas del país y propiciador de la vida. Esa es otra razón para sembrar estos tres guayacanes, porque “el Guayacán en Chile es conocido con un árbol santo y en Quito, Ecuador, se le llama el árbol que despierta a la vida”.

Por el otro lado, Miguel Ángel Cid leyó un fragmento del poema “Elegia a Ramon Sijé” del poeta español Miguel Hernández. La lectura dice: “Temprano levantó la muerte el vuelo, / temprano madrugó la madrugada, / temprano estás rodando por el suelo. / No perdono a la muerte enamorada, / no perdono a la vida desatenta, / no perdono a la tierra ni a la nada.”

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En el evento estuvieron presentes, además de Justo y Miguel, Antonio Pena Mirabal, exministro de Educación, Nelson Sánchez y Rigoberto Hernández, ambos exdiputados. Otros que rindieron homenaje a Rafael Espinal son, Nelson Checo y Víctor Diaz.

Los organizadores del homenaje agradecen a José Dolores Hernández, director del Jardín Botánico por la especial atención que puso para hacer realidad la significativa actividad. Agraden de igual modo a los técnicos bajo la dirección de Hernández por la manera como se entregaron al evento, sin temor al sol candente que los golpeaba en sus rostros. Ellos son responsables de que todo saliera a la perfección.

En suma, a tres décadas del vuelo estrepitoso, se desconocen las causas que lo provocaron, aún quedan los que mantienen la esperanza de saber qué pasó con sus familiares que venían en la aeronave.

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