Tres grandes acontecimientos dominan actualmente el escenario dominicano en esta ciudad.
La elección de David Ortíz como miembro del Salón de la Fama en Cooperstown. El nombramiento por parte del Papa Francisco del primer obispo auxiliar de origen dominicano en la arquidiócesis de NY, el sacerdote Joseph Espaillat, hijo de padres dominicanos, y actual párroco de la iglesia San Antonio de Padua, en El Bronx.
Será ordenado como obispo auxiliar el primero de marzo en la catedral de San Patricio en Manhattan.
Y el más debatido es sobre los policías quisqueyanos Jason Rivera y Wilbert Mora, acribillados a balazos mientras cumplían con su deber en el sector de Harlem-Manhattan.
Estos acontecimientos dominan en las tertulias, encuentros en restaurantes, bodegas, salones de belleza y barberías, entre otros lugares, donde asisten los criollos.
La comunidad dominicana ha lamentado profundamente la muerte de los oficiales policiales, ambos de San Francisco de Macorís.
El impacto de sus pérdidas, y de otros neoyorkinos, no solo ha causado agonía a sus seres queridos, amigos y colegas, también al pueblo en general, porque ha perturbado grandemente el sentido colectivo de seguridad.
Rivera fue cremado y recibió cristiana sepultura en la ciudad de Westchester este viernes y ascendido al grado de primer detective. Mientras que Mora será sepultado este martes y se espera también su ascenso a primer detective.
Actualmente, existen unos 35 mil policías en la Gran Manzana y de ellos más de tres mil son dominicanos.
En las últimas semanas, cinco agentes en la urbe han sido víctima de disparos, y otros de agresiones, mientras que en los últimos cinco años tres policías quisqueyanos han sido asesinados en esta Metrópoli, siendo la otra oficial Miosotis Familia, asesinada en El Bronx en el 2017.
Por Ramón Mercedes