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El actor que personifica a Hulk en el Universo Cinematográfico de Marvel atravesó un duro momento antes de llegar a Hollywood. Esta es la depresión que hasta el día de hoy afecta a su salud mental.

Altice

Para los fanáticos del Universo Cinematográfico de Marvel, un actor resulta indispensable en las películas más destacadas. Se trata de Mark Ruffalo, el responsable de darle vida a Hulk. Tras su participación en She-Hulk, la última serie de la franquicia disponible en Disney+, los seguidores de los superhéroes ya están a la espera de verlo nuevamente en pantalla grande. Pero lo cierto es que detrás de este inigualable carisma, hay una trágica historia de vida.

Nacido en 1967, en Wisconsin, el intérprete de Bruce Banner afrontó una dura infancia. Es que desde pequeño, Mark comenzó a atravesar una depresión que hasta hoy persiste. “La gente le tiene mucho miedo a las enfermedades mentales, pero están en todas partes”, relató en diálogo con Observer. ¿Qué tiene exactamente? Él mismo explica: “Es distimia. He estado luchando con eso toda mi vida. Es como una depresión prolongada y de bajo grado que está funcionando todo el tiempo en segundo plano”.

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Como si su cuadro psicológico, un trastorno por déficit de atención e hiperactividad y dislexia no fueran suficientes para Ruffalo, los problemas económicos aparecieron en su vida. A sus 13 se mudó con su familia a Virginia y dos años más tarde, encontraron un nuevo hogar en San Diego. Estos traslados fueron planificados por su padre, quien estaba en la búsqueda de un trabajo que diera sus frutos. Sin embargo, justo antes de que Mark se graduara, su familia quedó en bancarrota. Casi parecía impensado formarse en la actuación bajo este contexto.

De todos modos, al intentar sobrepasar aquel difícil momento, consiguió mudarse a Los Ángeles para tomar clases en el conservatorio Stella Adler. Fue allí donde conoció a Michael, un compañero que se convertiría en su mejor amigo. No obstante, en 1994 se suicidó de forma inesperada, causando un fuerte impacto en la vida de Mark. Aquel suceso, sin dudas, le permitió obtener una nueva perspectiva sobre su vida y valorar cada día como si fuera el último.

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En 2001, cuando trabajaba en The Last Castle, su carrera comenzaba por fin a despegar. Y una nueva -y trágica- noticia cambió su camino: le diagnosticaron un neurinoma del acústico. Para ese entonces, esperaba la llegada de su primer hijo junto a su esposa y decidió guardar el secreto de su tumor. Una vez que el pequeño nació, y con mucho miedo a morir, atravesó una cirugía para extirparlo. Aunque Mark Ruffalo quedó con sordera en su oído izquierdo, además de una parálisis facial, finalmente logró recuperarse y estar listo para cumplir su gran sueño de triunfar en la industria del entretenimiento.

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