La policía rescató a 15 personas que estaban secuestradas. Detuvieron a 10 seguidores del grupo religioso “La Nueva Luz de Dios”, entre ellos el padre de la mujer asesinada y abuelo de cinco de los chicos
Una mujer embarazada, cinco de sus hijos y una joven de 17 años fueron asesinados brutalmente en Panamá en una conjura de horror durante un rito exorcista. Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en una fosa común. La mujer embarazada tenía 32 años, mientras que los niños tenían entre uno y 11 años.
El pozo se descubrió después de que tres aldeanos del lugar de la matanza escaparon y heridos llegaron a un hospital. En ese momento, alertaron a las autoridades diciendo que varias familias estaban cautivas, en manos de una secta indígena.
Tras esa advertencia, actuó la policía y liberó a 14 personas que habían sido atadas y golpeadas con palos. Diez personas fueron arrestadas bajo sospecha de asesinato.
Tanto los sospechosos como las víctimas son parte de la comunidad indígena de Ngabe Buglé, ubicada a unos 250 kilómetros de la capital, Ciudad de Panamá. Según las autoridades, los diez predicadores arrestados torturaron, quemaron y machetearon a sus víctimas para que se arrepintieran de sus pecados. La secta, poco conocida, ha sido identificada como La Nueva Luz de Dios.
“Realizaron un ritual dentro de una iglesia improvisada”, explicó el fiscal local Rafael Baloyes. “Y durante el rito hubo personas detenidas contra su voluntad y maltratadas. Todos estos ritos tenían la intención de matar a aquellos que no se habían arrepentido de sus pecados”, acotó.
Uno de los sospechosos de la masacre de la familia es el abuelo de los pequeños. Según las primeras reconstrucciones, parece que la secta había estado operando en la comunidad durante unos tres meses, pero la situación empeoró la semana pasada cuando uno de los miembros dijo que “Dios le había enviado un mensaje”.
Ngabe Buglé es el grupo indígena más grande de Panamá, pero se ve afectado por una alta tasa de pobreza y analfabetismo, por lo tanto, es terreno fértil para ciertos tipos de sectas. La comunidad también está ubicada en un área remota y fue necesario usar helicópteros para llegar a ella.
Ngäbe-Buglé, la empobrecida comarca de Panamá aterrorizada por una secta
Selva tropical, descampados verdes, ríos, costas azules caribeñas y chozas de madera y paja donde viven indígenas en absoluta pobreza. Esa es una postal de la comarca Ngäbe-Buglé, el escenario de la masacre de siete nativos, la mayoría niños, a manos de una secta autóctona guiada por un “mesías”.
Situada en el norte de Panamá, esta comarca, una de las cinco que tiene el país centroamericano, fue creada en 1997. Su máxima autoridad es la cacica Silvia Carrera. También cuenta con una gobernación a cargo del Ejecutivo Nacional.
La comarca tiene una extensión de 6.968 kilómetros cuadrados y es la más poblada de las demarcaciones indígenas panameñas, con unos 213.000 habitantes según cálculos de 2018.
Abarca territorios, que son de propiedad colectiva, de las provincias de Bocas del Toro, Chiriquí y Veraguas, y en ella vive indígenas de las etnias ngäbe y buglé, de allí su nombre. Su capital es Llano Tugrí.
Al igual que las otras etnias principales de Panamá – emberá, wounaan, guna, naso y bri-bri, los ngäbe y los buglé vive en condiciones de pobreza en la comarca, donde los accesos son difíciles por la topografía y falta de infraestructura, y desarrollan formas de agricultura de subsistencia, pesca y caza.
Las familias son numerosas. Las mujeres, que visten coloridos vestidos largos tradicionales, se encargan de la crianza de los pequeños.
Alto Terrón es una aldea localizada en una zona remota de la comarca y el escenario de la matanza, que habría ocurrido el lunes pasado.
“Es un área inhóspita en medio de una montaña” y cercana a un río, como la describió el jueves el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, al expresar su “total tristeza” por una situación casi imposible de creer, según expresó.
Las fuerzas especiales de la Policía Nacional y los fiscales del Ministerio Público comenzaron a preparar el operativo de seguridad el domingo pasado, tras recibir denuncias de que había personas secuestradas y desaparecidas en el Alto Terrón, y llegaron el martes, dado lo difícil del acceso al lugar.
“Al llegar nuestros agentes se encuentran con una comunidad atemorizada, que estaba pidiendo auxilio”, agregó en una rueda de prensa el director encargado de la Policía Nacional, Alexis Muñoz.
“No encontramos un precedente parecido” en la historia de Panamá, dijo este viernes el fiscal general del país, Eduardo Ulloa, al sostener que hoy 9 personas serán presentadas ante un juez en la provincia de Bocas del Toro para ser imputadas por los crímenes.
El fiscal Baloyes por su parte ha dicho que no hay evidencias de que exista otra fosa con restos ni tampoco informes de que personas que se identifiquen como miembros de la supuesta secta “La Nueva Luz de Dios” estén en otros lugares de la comarca.
El presidente de la Conapip, Marcelo Guerra, dijo a Efe que uno de los problemas de la comarca Ngäbe Buglé “es la poca rigurosidad que hay a la hora de velar por la seguridad del pueblo cuando llegan todo tipo de grupos religiosos y ong”.
A estas agrupaciones “nadie las investiga”, y de su llegada o conformación no está al tanto “la autoridad competente, en este caso el corregidor, el cacique o el gobernador”, entre otros.
De esta secta “nadie (de las autoridades regionales) sabía, y eso que tenían un tiempo” en el sitio, alrededor de tres meses, según los lugareños, dijo Guerra.
Con información de ANSA y EFE