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“El Alzheimer una enfermedad de la que seguimos sin conocer las causas, sin saber cómo hacerle frente y con dificultades para poder anticiparnos a ella”, afirma el biólogo e investigador Héctor Ruiz, quien dedica su último libro, Los secretos de la memoria (Sine Qua Non, 2022), a los afectados por esta patología, a quienes cuidan de ellos y a los que se dedican a estudiarla. Si se conociera a fondo el funcionamiento de la memoria humana es muy posible que se pudieran administrar tratamientos eficaces frente al Alzheimer. Pero lo cierto es que todavía es más lo que queda por conocer que lo que se sabe de forma efectiva.

Altice

El hecho de que quede un largo camino para averiguar todos los vericuetos de la memoria no significa que no se sepa nada sobre ella. Al contrario, se ha avanzado un buen trecho y se han desvelado muchos de sus secretos. Y, lo que es más importante, se han encontrado pistas muy valiosas sobre cómo mantenerla en forma. Pero en este proceso de aprendizaje también se han ido descartando un buen número de recetas supuestamente infalibles para mejorar la memoria.

Ideas erróneas sobre el funcionamiento memoria

La creencia de que existen tales remedios parte de una concepción errónea del funcionamiento de la memoria. “No funciona como un músculo que se pueda ejercitar”, precisa Ruiz. “No es una habilidad que, si yo la practico memorizando o aprendiendo determinadas cosas, se vaya a hacer mejor para memorizar o aprender otras”, añade. Por ejemplo, los denominados atletas de la memoria, que son capaces de recordar listas de miles de números al azar, cuando se les pide que hagan lo mismo con letras “probablemente no podrán porque la memoria no es una habilidad general, sino que se construye en función de los conocimientos que ya incorpora”.

¿De qué depende que una persona tenga mejor o peor memoria? De diversos factores. En primera instancia, de la genética, que lleva a que algunas personas jueguen con ventaja. “A partir de ahí va mejorando durante los primeros años de edad por el propio neurodesarrollo, pero lo que realmente hace que mejore hasta los 40 años es el hecho de que vayamos adquiriendo conocimientos”, expone Ruiz.  Por eso, cuantos más conocimientos se adquieran, mejor será la memoria, pero con un matiz muy relevante: no funciona como una grabadora o un disco duro que registra la información al pie de la letra para luego reproducirla. “Nuestra memoria tiende a quedarse solamente con el significado de las experiencias”. Posteriormente, para recordar una experiencia concreta, lo que hace es reconstruirla de forma aproximada, es decir, “hace una estimación”. 

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Esa reconstrucción que se lleva a cabo al recordar una determinada vivencia o aprendizaje es posible gracias a las conexiones que se realizan con los elementos que se guardan de experiencias anteriores. “Si alguien se quiere acordar de su última fiesta de cumpleaños, va a usar algún elemento de esa celebración, pero también de todo lo que sabe sobre las fiestas de cumpleaños: que hay un pastel, invitados, se soplan velas…”, señala el experto a modo de ejemplo. Así, “cuantos más conocimientos tienes, mejor funciona tu memoria desde el punto de vista de cómo se regula”.

Como sucede con todas las habilidades cognitivas, la memoria va decayendo con la edad. Sin embargo, afortunadamente, “es una de las habilidades que menos decaen, sobre todo si tenemos una vida intelectualmente rica”, que permite ir compensando el declive biológico con la adquisición de conocimientos.

Por qué la ‘memorieta’ solo funciona a corto plazo

¿Quién no se ha aprendido de memoria en el colegio listas ingentes de palabras -como los países y las capitales del mundo- y al poco tiempo las ha olvidado? La coloquialmente conocida como memorieta es un recurso con una fecha de caducidad muy próxima. En palabras del biólogo, es un sistema de aprendizaje “que no está alineado con la manera en que funciona nuestra memoria”. 

Cuando se memorizan frases enteras o definiciones, “es un aprendizaje difícilmente transferible, es decir, poco aplicable a nuevas situaciones”. Se podrá utilizar “si te preguntan literalmente esa definición que has memorizado, pero si te piden que apliques ese concepto para resolver un problema en una circunstancia nueva, es muy probable que no vayas a conseguirlo porque has hecho un aprendizaje solamente factual, de unos datos concretos”. En definitiva, el verdadero aprendizaje debe ir acompañado de la comprensión, posibilita que se pueda relacionar con conocimientos previos.

La falta de comprensión no es el único factor que hace que el aprendizaje memorístico sea poco efectivo. Hay otro elemento clave: el tiempo. “Los alumnos caen mucho en masificar el estudio, que es estudiarlo todo antes del examen”, indica Ruiz. “Eso funciona en el corto plazo -24-48 horas-, pero a partir de ahí es garantía de aprendizajes efímeros”. La memoria se beneficia de la práctica espaciada: si en vez de aprender todo un temario en una tarde se dosifica en 15 minutos diarios durante dos semanas, lo aprendido se conserva durante mucho más tiempo.

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‘Brain training’, crucigramas y otras estrategias: ¿funcionan?

Se ha dicho y escrito mucho sobre los efectos sobre la memoria de los programas de brain training y otras actividades (puzles, crucigramas…). Los diversos estudios que se han llevado a cabo para demostrar sus beneficios no han arrojado resultados concluyentes. “No hay pruebas de que realmente tengan efectos para mejorar nuestra memoria o nuestras habilidades cognitivas”. Lo único que permiten es “mejorar en los mismos tipos de ejercicios”. 

Si una persona hace muchos crucigramas, acabará desarrollando una gran habilidad para los crucigramas y cada vez los hará mejor, pero no mejorará su memoria cuando realice otras actividades. Del mismo modo, a pesar de que se suele decir que el ajedrez hace que se desarrolle la capacidad de resolver problemas, “practicar ajedrez lo que va a hacer es que te hagas mejor en el ajedrez”. Y con los programas de brain training sucede lo mismo. La mejora que se logra “no se transfiere a otras situaciones o a una supuesta habilidad cognitiva general”.

La actividad intelectual, el mejor aliado de la memoria

En conclusión, si a alguien le divierten los programas de brain training, puede seguir haciéndolos sin problema, pero debe saber que no por ello adquirirá una memoria prodigiosa. Entonces, ¿no hay nada que sirva para potenciar esta habilidad cognitiva tan valiosa? Desde luego que sí. 

Llevar una vida sana, con una alimentación adecuada y la práctica de ejercicio físico regular, es un requisito indispensable para la salud cerebral y, con ello, las habilidades cognitivas. También es fundamental dormir bien, ya que durante el sueño se consolida lo aprendido.

Una vez cubiertas las necesidades básicas, ¿qué más se puede hacer? No existen pruebas que demuestren el beneficio añadido de ningún fármaco, alimento o ejercicio físico concreto, pero sí se ha comprobado una clara relación entre la actividad intelectual y una mejor memoria. “El tipo de actividad intelectual que va a hacer todo lo que se puede por nuestra memoria es leer un rato al día, comentar con los amigos lo que has leído, aprender un idioma, la vida social…”, resume Ruiz. “Y también algo de lo que nos solemos olvidar: el contacto con la naturaleza”, agrega. En este sentido, cita un estudio reciente que indica que un “mero paseo de una hora por la naturaleza rebaja la activación de la amígdala, esa región de nuestro cerebro que está relacionada con el estrés”.

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