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“Sus tuits son mis órdenes”. Con esta línea, el prestigioso semanario británico ironiza la respuesta de los ministros y funcionarios que corren a ejecutar lo que el presidente ordena por Twitter, aun si esto rompe la ley o no tiene sentido.

Altice

Según The Economist, el millennial que ofreció reformar una democracia atrapada entre dos partidos por los últimos treinta años, “en 11 meses como presidente ha hecho más para hundirla”.

Además de la militarización del Congreso para presionar indebidamente por un préstamo, la revista denuncia que el mandatario ha utilizado la crisis del COVID-19 como pretexto para seguir desdeñado las normas democráticas y “va en curso de ser el primer dictador millennial de América Latina”.

A juicio de la publicación, él representa una tendencia que hasta hace poco se reservaba a los déspotas de la izquierda en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Sin embargo, The Economist consigna que en esta crisis del COVID-19, Bukele ha lesionado los derechos de la ciudadanía y ha comandado arrestos arbitrarios, llevando a miles de personas a estar en condiciones inhumanas, insalubres y hacinadas.

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Cuando fue emplazado por la Sala de lo Constitucional por esto, él lo desafió, rompiendo los principios de balance de poder y de obligatorio cumplimiento de resoluciones judiciales.

Y, por si fuera poco, el semanario denuncia que ante un alza de homicidios, Bukele saliera a legitimar el uso de fuerza letal por sus cuerpos de seguridad y publicara fotografías humillantes para los prisioneros.

“Hasta ahora, Bukele no ha pagado el precio de su brutalidad”, señala el artículo. Estas medidas siguen siendo populares. Sin embargo, la revista advierte que él puede escudarse en este respaldo para buscar consolidarse y mantenerse en el poder.

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Asimismo, The Economist llama a Estados Unidos a dejar de verlo como un buen aliado, pero adelanta oídos sordos. Esto, porque Bukele ha demostrado ser un socio en la principal estrategia de la reelección de Donald Trump: detener a los inmigrantes irregulares que buscan llegar a Estados Unidos.

“Una crisis económica producto de la pandemia podría borrar la popularidad de Trump”, advierte la revista. “Pero para ese momento, puede ser demasiado tarde para deshacerse de él. Por eso los salvadoreños deben buscar formas de controlar su poder ya”, matiza.

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