Desde su estreno en Netflix, “365 días” no ha dejado de causar polémica. Si todavía no has visto esta producción del séptimo arte, no te echaremos a perder el fin. Aunque sí te revelaremos su oscuro secreto, que nada tiene que ver con sus escenas eróticas.
Es cierto que el sexo “duro” es la estrella de la cinta, y que las tomas son bastante explicitas. También es innegable que se acaricia conceptos como el sadomasoquismo, felación, voyerismo… Todo sin descuidar el lado romántico que tanto nos gusta de las historias de amor. Pero es justo ahí donde la historia tiene su lado turbio y se llama: síndrome de Estocolmo. ¿Lo has escuchado antes?
“Te doy un año para que te enamores de mí…”
Esta película es una adaptación del libro “365 días”, de la escritora Blanka Lipińska. En él se narra la historia de Massimo Torricelli, un jefe de la mafia, que se obsesiona con Laura Biel. El rostro de la joven se le aparece durante un atentado que sufre, y desde ese instante decide buscarla hasta encontrarla. Cuando lo consigue, el protagonista secuestra a la galana y le da un año para enamorarse de él. Con el paso del tiempo, la joven empieza a sentir algo. La duda es, ¿se trata de amor?
De acuerdo a la Enciclopedia Britannica, el síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica en que una persona cautiva comienza a identificarse estrechamente con su captor, así como con sus demandas.
Los psicólogos que han estudiado el síndrome señalan que este vínculo puede empezar cuando el secuestrador decide no dañar a su víctima. Ésta aliviada de que la amenaza de peligro ya no está, vuelve el sentimiento de miedo en gratitud. Lo que hace creer en algún momento que se trata de amor.
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Lo sé, me vas a decir que es una historia ficticia. Sin embargo, es una realidad que también trata de “normalizar” un acto que no es del todo bueno: retener a alguien en contra de su voluntad. Algo que no se debería ver ni con aires románticos ni sexuales, porque en ambos hay un mutua acuerdo por hacer y aceptar del otro. ¿No lo crees?