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Por Reynaldo Peguero; [email protected]

Altice

Un ciclo de anuncios, cumplimientos anodinos y acciones dispersas, caracterizan los pasados 20 años de lucha contra la violencia. En 8 años, se cuentan más de 35,000 muertes accidentales y violentas.

Una buena tasa de control es 0-5 homicidios por 100,000 habitantes/año. Cuando excedemos los 8 homicidios por 100 mil se entra en epidemia en el denominado canal endémico de violencia. Tenemos más dos décadas en epidemia. La sostenibilidad está ausente en las intervenciones.

Proponemos siete acciones, algunas sugeridas por la Estrategia Santiago 2030, para lograr victorias sostenibles contra la violencia.

La primera es fortalecer la reforma policial con nuevos recursos financieros. Lo que se ha hecho, no es poco. Hay que continuar la modernización del equipamiento, estructura física de 100 cuarteles del corredor Duarte y construir el edificio de la policía regional en Santiago.

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Por Dios, cambiar esos uniformes grises fascistas y rameados de guerra. También aportar más equipos y tecnologías.

El segundo impacto es empoderar la ciudadanía con la creación por decreto y apoyo de los ayuntamientos, de 10 consejos de seguridad en municipios prevalentes. Cada uno de estos organismos con directores ejecutivos, seleccionados por concurso aliados a juntas de vecinos.

Una tercera intervención es dotar los principales barrios de Santiago y Santo Domingo, de 50 Casas de Justicia y Centros de Asesoría Legal con los Ayuntamientos. En las comunidades es que se resuelven los conflictos, antes de llegar a los tribunales.

La gestión cuarta, debiera conceder a las víctimas de violencia y familiares de fallecidos, la debida asistencia jurídica. La calidad de defensa pública de los acusados para demostrar en tribunales la supuesta inocencia de flagrantes y connotados asesinos, supera capacidades de las víctimas.

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La acción cinco es organizar un sistema de vigilancia epidemiológica. El ministerio salud sabe de eso. Debiera declararse la violencia como evento de notificación obligatoria (ENO) con mapas de riesgo en cuarteles. La violencia es epidemia y como tal debe tratarse. Hay signos sospechosos en mujeres y niños, que detectados oportunamente previenen fatalidades.

El impacto número seis, es crear grupos educables de alto riesgo en violencia intrafamiliar. Militares, policías, deportistas, guardianes y serenos, son violentos “hasta que se demuestre lo contrario”. Están marcados por el riesgo de ejecutar una acción contra su familia, su entorno comunitario o laboral.

Finalmente, la gestión se impone crear y apoyar financieramente 10 casas de acogida para mujeres agredidas. La Fundación Red Misericordia de Santiago es una referencia. Los implicados en acciones violentas, requieren terapia de grupos y programas de responsabilidad social con la familia.

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