Publicidad
Banco Popular

“Quizá no te guste lo que ahora voy a decirte: a lo largo de tu vida te tocará enfrentarte a situaciones desagradables, como por ejemplo un duelo o una pérdida. Más vale que aceptes que la realidad es así, porque cuanto antes lo asimiles menos energía vas a gastar”. Esta frase, extraída del libro Psicología punk. Contra el pensamiento positivo y naíf (Vergara, 2022) no tiene nada que ver con las recetas para vivir mejor que suelen contener los libros de autoayuda. De hecho, el propósito de su autor, el psicólogo Victor Amat, es advertir de los efectos negativos del pensamiento positivo y naíf. “La idea principal de la psicología punk es promover una actitud más crítica hacia lo que nos llega del exterior”, explica a CuídatePlus.

Altice

Ante situaciones traumáticas como la pérdida del trabajo, hay quien opta por dar consejos de superación con propuestas grandilocuentes del estilo de “reinvéntate a ti mismo”. Es lo que Amat califica como “mundo wonderful”, detrás del cual se esconde “una especie de voluntad de que todos compremos una industria de la felicidad y estemos dispuestos a invertir nuestra vida y nuestro tiempo en que funcione”. Sin embargo, “si realmente funcionara, habría más gente feliz; en cambio, la gente cada vez está más empastillada y con más sufrimiento”.

El psicólogo cree que este estado de cosas se refleja muy bien en la denominada generación de cristal, de la que formarían parte los adolescentes y jóvenes que ahora tienen entre 11 y 20 años. “Se les llama así porque han estado sobreprotegidos. Hemos intentado proteger a nuestros hijos de que sufran, pero al mismo tiempo somos conscientes de que nuestros padres y abuelos, que vivieron momentos de muchísima dificultad como la posguerra, salieron adelante y no les fue tan mal”.

Amat aclara que su objetivo no es hacer un manifiesto contra el pensamiento positivo -“yo soy un tío muy positivo”-, sino llamar la atención sobre el lado perverso de la “obligatoriedad de ver las cosas de manera positiva”. Así, cuando a alguien le despiden del trabajo, Amat cree que no se le puede conminar a que vea el lado positivo y recordarle que tendrá tiempo para escribir o dedicarse a quehaceres que le resulten más placenteros, ya que lo más probable es que le haga mucha falta el dinero que ganaba cada mes, aunque no fuese mucho.

La felicidad según la psicología punk

Entonces, según la psicología punk, ¿no se puede aspirar a la felicidad? Sí, pero hay que concebirla de otra manera. “No hay felicidad crónica”. Si alguien fuese feliz de manera perpetua, “le darían un chute de antipsicóticos porque sería una persona muy rara”, bromea el psicólogo. En definitiva, la vida es una mezcla de momentos buenos y malos “y lo que hacen las expectativas de felicidad es que suframos”.

Más:  ¿Podemos entrenar el deseo sexual para potenciarlo? Esto es lo que dicen los expertos

Por lo tanto, la madurez se alcanza “cuando uno es capaz de darse cuenta de que las cosas no están ni tan mal ni tan bien. Ahora toca estar feliz y es un tiempo, pero si luego tengo una ruptura amorosa voy a estar jodido”. Y el equilibrio está en el punto intermedio entre la idea de que “la vida es una mierda y la felicidad impostada”.

Las lecciones perversas de la pandemia

El pensamiento positivo se expresó en boca de quienes vaticinaban que la pandemia de coronavirus iba a “hacernos mejores”. Pero Amat tuvo claro que ese no iba a ser el espíritu imperante y así lo expresó en sus intervenciones en televisión. En su opinión, “cuando tienes una crisis, muchas veces la resaca es casi peor que la propia crisis. No hace falta ser un sabio para pensarlo”. Expresado con un ejemplo: “Si tienes un accidente y te rompes una pierna, la recuperación hasta que vuelves a andar es casi peor que el hecho de habértela fracturado”.

Una enseñanza positiva que podría extraerse de esta pandemia que todavía no ha terminado es que se ha hecho un mayor hincapié en la necesidad de cuidar la salud mental. Sin embargo, Amat cree que “vuelve a ser un mensaje perverso porque nadie se responsabiliza de todos los aspectos sociales que causan el sufrimiento emocional”. Es decir, la pérdida del trabajo, de relaciones, de personas que han muerto y “la mala gestión” de cuestiones tan importantes como la sanidad son problemas sociales “que están abocando a que la gente se encuentre mal”. Pero, según el psicólogo, “nos dicen que es un problema de salud mental y nos lo van a curar si vamos al psicólogo o al psiquiatra”, cuando lo que en realidad se precisa es “que la sociedad recupere unos niveles de bienestar que ya no tiene”.  En resumen, “no siempre es un problema de salud mental; muchas veces son problemas de mal gobierno”.

¿Cuándo acudir al psicólogo o psiquiatra?

Para los casos en los que sí se trata de un verdadero problema de salud mental, acompañado o no de una situación social desfavorable, Amat ofrece algunas pistas sobre los síntomas que pueden avisar de que ha llegado el momento de visitar a un profesional, sea un psicólogo o un médico: “Cuando uno empieza a tener manifestaciones físicas; por ejemplo, no duerme, no come o tiene problemas digestivos. También cuando sufre ansiedad y pensamientos contra los que no puede luchar”.

Más:  Disfunción eréctil a los 30 años, cada vez hay más casos y estas son las razones

No obstante, considera que hasta que no llega ese punto es importante contar con otras herramientas para gestionar la situación. “Veo a personas que tienen problemas en su trabajo y compruebo que en esas condiciones no sobreviviría nadie”, expone. En esos casos, “la ansiedad no se debe a que exista un problema mental”, sino a las nefastas condiciones laborales. Si ese individuo tiene que aguantar en el trabajo, entonces es cuando le podría beneficiar la ayuda de un profesional, pero Amat subraya que el psicólogo “nunca puede permitir que alguien esté contento con una situación de abuso”.

El perdón y la culpa según la psicología punk

Según Amat, cuando se pretende extraer algo bueno de una situación de injusticia o abuso, se cae en uno de los absurdos del pensamiento ingenuo o naíf: contraponer una emoción positiva a una negativa.

Una de las emociones que con frecuencia se intenta positivizar es la culpa. “Intentamos razonar la culpa, darle vueltas, pensar sobre ella y argumentarnos a nosotros mismos que no tendríamos que tener culpa, pero esto no funciona”, argumenta. En su opinión, lo único que puede resolver satisfactoriamente este sentimiento es la fórmula aplicada tradicionalmente por la Iglesia, la expiación, pero quitándole la carga religiosa. “Hay que hacer un acto ritual para disipar la culpa; algo que te cueste hacer o que puede ayudar a un tercero, alguna acción -que no tienes por qué contarle a nadie- que te sirve para repararla”. El psicólogo cree que este es un abordaje “mucho más eficaz que intentar razonar que no hay motivo para sentirte culpable”.

El perdón es otro de los sentimientos que genera mil y un quebraderos de cabeza. Amat también propone un cambio de enfoque: “El perdón está sobrevalorado y hemos de saber que no siempre hay que perdonarlo todo; hay cosas que son imperdonables. Igual que hay cosas que son terribles. No le podemos decir a una persona que ‘nada es tan terrible’ porque lo que es terrible lo tiene que decidir cada uno”.

Share.
Avatar photo

El Jacaguero es una fuente de noticias en línea que se especializa en brindar a sus lectores las últimas novedades sobre la República Dominicana.

Comments are closed.