“Esto es más grande que el paso del blanco y negro al color, más grande que el paso de análogo a digital”, dijo un experto en e-waste sobre los cientos de millones de equipos que quedarán obsoletos
Alguna vez ese smartphone fue el mejor del mercado y el consumidor lo usó con una mezcla de fascinación y orgullo. Tenía una cámara con 8 megapixeles y una capacidad de almacenamiento de 16 gigas, bluetooth y audífonos con cable, una pantalla con 1280 por 720 pixeles de resolución y soportaba la banda 3G. Hoy es parte de los 152 millones de teléfonos que se tiran por año sólo en los Estados Unidos, y que contienen más de USD 60 millones en componentes de oro y plata, entre otros valiosos metales.
En los países desarrollados cada año se tiran, en promedio y por persona, 21 kilos de basura electrónica. En el mundo sólo se recicla entre el 12,5% y el 20% de las 50 millones de toneladas métricas de basura electrónica anual, según la Sociedad de Estadísticas de E-Waste Global, que predijo además que esa cifra podría crecer a 120 millones hacia 2050. Pero la llegada de la red 5G podría hacer que esa cifra sea aun muy superior.
“En nuestra sociedad siempre tenemos que tener el producto mejor y más nuevo”, dijo a Time Aaron Blum, cofundador y operador de ERI, la mayor compañía estadounidense dedicada a la destrucción y el reciclaje de materiales electrónicos, con capacidad para procesar más de 500 toneladas.
“El ciclo del consumo hizo que el e-waste sea la corriente de basura sólida que crece a mayor velocidad en el mundo”, agregó el artículo. Por un lado, cada vez que se compra algo nuevo se desecha algo viejo; por otro, cada vez hay más productos, por lo cual los estadounidenses gastaron en 2017 cinco veces más dinero que en 2010 sólo en teléfonos.
“Se espera que la corriente se convierta en un torrente cuando el mundo pase al 5G, el próximo gran paso en tecnología inalámbrica”, siguió el texto. “La red 5G promete más velocidad y otros beneficios, pero los expertos dicen que también causarán un drástico aumento de la basura electrónica, dado que millones de smartphones, modems y otros dispositivos incompatibles con 5G quedarán obsoletos”.
Otro cofundador de ERI, que es su director ejecutivo, John Shegerian, advirtió: “No creo que la gente comprenda la magnitud de la transición. Esto es más grande que el paso del blanco y negro al color, más grande que el paso de análogo a digital, por lejos”.
La fracción de e-waste que se reduce a martillazos (televisores y otros electrónicos grandes) o se desmonta cuidadosamente (componentes peligrosos como las baterías de iones de litio) termina en pilas de cobre, aluminio, acero y plástico. Pero la gran mayoría, en general las cuatro quintas partes, termina incinerado o como relleno.
“Eso es malo, ya que la basura electrónica contiene materiales dañinos como el mercurio y el berilio, que presentan riesgos ambientales”, destacó Time. Aunque representa sólo el 2% del total de los desperdicios en los Estados Unidos, el e-waste produce el 70% del total de desechos tóxicos y el 40% de metales pesados en los vertederos. En 2014, cuando se exportaron 41,8 millones de toneladas métricas de estos residuos, la gran escala del problema alcanzó también a los países en desarrollo que los reciben.
“Una solución es hacer que los electrónicos duren como antes”, propuso el artículo. “Pero las empresas tecnológicas aceleran el ritmo de obsolescencia. La mayor parte de las baterías no se puede reemplazar fácilmente una vez que dejan de retener su carga; las nuevas laptops no aceptan cables viejos; las firmas de software imponen actualizaciones que no funcionan en dispositivos viejos”.
En los pocos lugares donde hay normas sobre el reciclaje de e-waste, a veces el consumidor puede recibir un pago por dejar su dispositivo viejo, pero otras tiene que pagar el costo de enviarlo al fabricante. Muchas veces los electrónicos viejos simplemente se apilan en un ropero, junto a otras cosas en desuso.
“Algunos grupos ambientalistas dicen que las empresas multimillonarias como Apple y Samsung deberían hacerse cargo del costo de reciclar los dispositivos que venden”, siguió el artículo, que citó las leyes sobre responsabilidad extendida del productor (EPR) que existen en algunos países de Europa y en Canadá. Los fabricantes de electrónicos deben crear y fundar sistemas para reciclar o recuperar sus productos obsoletos.
En los Estados Unidos, donde esa regulación es muy resistida, Apple presentó a Daisy, un robot que recicla hasta 200 iPhones por hora. La empresa “dijo que evitó que se enterraran 48.000 toneladas métricas” en 2018, mencionó Time. “Sin embargo, eso es una gota de agua en el océano de los 50 millones de toneladas de e-waste generadas el año pasado globalmente”, concluyó. infobae.com