Eulalio Almonte Rubiera
El 27 de febrero de este 2020, el presidente Danilo Medina pronunció ante la Asamblea Nacional y el país un extenso discurso de rendición de Cuentas con el que despide su última gestión al frente del Poder Ejecutivo, lo que aprovecho para describir con gran énfasis las obras que asegura ha llevado a feliz termino en sus dos periodos de Gobierno, cincelando en el mármol de la historia un paraíso que ni el Edén de la cristiandad superaría, y que sería el ideal de anhelo de todo ser viviente.
Al tiempo de mostrar las bondades de su magnificente obra, Medina aprovechó cada oportunidad de su oratoria para hacer comparaciones entre su ejecutoria y aquella heredada de su predecesor -a quien no citaba por su nombre, pero que todo el mundo en el país debería de saber que se trataba del tres veces presidente de la Republica y quien por décadas fuera, además, presidente y líder del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), doctor Leonel Fernández Reyna.
Hablaba de las bondades de sus ejecutorias, y de paso dejaba en el animo de su auditorio lo penoso de la herencia recibida, pasando por alto que el gobierno al que le tocó sustituir provenía de las filas de su propio partido, y que el anterior jefe de Estado había sido para el mismo y para muchísimos otros en la cúpula peledeísta el arcabuz que los catapultó a la cima en que hoy se encuentran. Pero aquí se cumplía la máxima de que el malagradecido no tiene memoria.
El discurso de Medina, a más de cumplir con el mandato constitucional de rendir Cuentas, fue en realidad el inicio de una gran ofensiva electoral encaminada a desviar la atención concitada por la suspensión de las primeras elecciones municipales que celebraría el pais en 52 años, y de paso ganar tiempo en su afanoso plan de retener el poder a través de interpósita persona porque, muy a su pesar, ya no podrá sucederse a si mismo en la famosa silla de Alfiles, como la había bautizado el reeleccionista convicto y confeso ya fallecido, Joaquín Balaguer.
Como parte de esa ofensiva, Medina dedico gran parte de su discurso a magnificar la obra realizada a través del ministerio de Obras Públicas, lo que se entiende se trató de un esfuerzo encaminado a dar un nuevo espaldarazo a su pupilo y candidato presidencial peledeísta, Gonzalo Castillo, quien, precisamente, estuvo al frente de la Cartera de referencia, y a quien se le ha cuestionado por haber dispuestos de miles de millones de pesos para licitar y entregar obras cuando ya estaba en camino a ser candidato presidencial.
La segunda y gran ofensiva en el nivel público tiene carácter mediático, la que a partir de este lunes se ha hecho sentir en cada punto del dial por el que se escucha uno de esos programas en que ha sido ‘apostado’ uno de esos artilleros de la palabra a los que previamente se los ha instruido en o los temas a tocar, así como la manera de presentarlos al público, de modo que puedan contribuir, si no a modificar, a por lo menos confundir el pensamiento de aquel llamado a ejercer el voto el 15 de marzo y el 17 de mayo venideros.
El ‘largo metraje’ con pretensión publicitaria colocado por el ministerio de Obras Publicas en televisión y sistema de TV por cables, presentando al ex ministro de esa Cartera y ahora candidato oficialista Gonzalo Castillo, es una de las pocas muestras de esta ofensiva, producto de la desesperación de una administración permeada por la corrupción, y que, además, en su afán de no solo mantenerse en el poder, sino además procurar nichos de impunidad, no escatima esfuerzo alguno. De ese modo produjo una ley, que paso cuasi desapercibida, en la que no oculta su temor a enfrentarse a una justicia independiente, y de paso, si pudiera, lograr resguardo para aquellos funcionarios que han robado los bienes públicos.
Bastaría con dar un simple vistazo a la ley 46-20 para llegar a la conclusión que se está frente a una legislación que procura amnistiar hasta a los que mediante el narcotráfico han hecho fortuna y dando a nuestros hijos. Igual muestran el deshilachado refajo con la pretensión de designar por periodos de cuatro años a fiscales que de alguna manera les garanticen impunidad, como si “quien hizo la ley no hizo tambien la trampa”
La ofensiva se manifiesta no solo tirando de las greñas los temas políticos que son del interés particular del oficialismo, y presentando ante el país a verdaderos sofistas, expertos en argumentaciones en que se falsean realidades con un único propósito: confundir y conducir a la comisión de errores a gente que es muy probable que en un mañana muy próximo no tendría ocasión para el arrepentimiento.
Esa, la mediática, es la parte visible de la ofensiva, pero hay más. La que aún no es visible para el grueso de la población es aquella que se realiza tras bastidores, en la que los hilos del poder tejen todo tipo de acciones encaminadas a la realización de unas elecciones en la que se dé al traste con una decisión que apunta a un cambio real en la conducción del Estado, aun a costa de comprometer en acciones ocultas a gentes y organismos que constitucionalmente deberían de mantenerse al margen de toda acción partidarista, y que a fin de cuentas se revertirán en contra de quienes las propicien y contra quienes se presten a faltar a la Patria.
Lo de la transparencia que se procura mostrar a través de una investigación de la OEA para esclarecer los entuertos que provocaron la suspensión de las elecciones municipales del 16 de febrero parece una gran bola de humo, con la que se cubrirían, con visos legales, aquella acción que deja grandes huellas en la conciencia del pueblo y que nunca va a creer que se trató únicamente de una falla técnica en el sistema del voto automatizado.
El sábado pasado, en una presentación en la Tertulia del Teórico de un excelente comunicador y dirigente político ligado a la Fuerza del Pueblo, –organización que comanda Leonel Fernández, tuvimos el privilegio de conocer detalles de acciones que de algún modo no nos eran extrañas, pero que no conocíamos a profundidad.
Uno de los puntos que más nos llamó la atención es el uso que desde las cupulas del oficialismo se estaría haciendo de estamentos del Estado y de la propia Junta Central Electoral, para encaminar acciones reñidas con las normas que deben de regir en países de orden democrático, y de la que nos hemos ocupados para consumo del exterior y de aquellos neófitos que componen el borreguismo criollo.
A ello se añade la astronómica partida presupuestaria que a través del ministerio de la Presidencia de la Republica se utilizaría para pagar aquellos comunicadores ‘bocinas’ que han vendido su progenitura sin importarles lo que mañana la historia diga de ellos, y mucho menos sin importarles el honor de sus hijos, de sus familias.
En cierto modo, como bestia en agonía, son los estertores de aquel peledeísmo en que el pais creyó, porque entendía que, atendiendo a su predica de sangre nueva, se dedicaría a rescatar los valores que las tiranías crueles e ilustradas habían ahogado en sangre. Se había llegado a creer que, por fin, se tendría la oportunidad de producir regímenes de justicia, de equidad, y real libertad, pero que se mareo con el poder, y ahora se derrumba estrepitosamente ante la embestida de un pueblo que, como mar proceloso, se con furia ante quienes traicionaron los ideas que habían jurado defender.
A ese pueblo se han unido aquellos que dentro del propio PLD se sintieron burlados por una cúpula que sentó tienda aparte de sus bases, para disfrutar a solas las mieles de un poder usurpado. En breve, el propio Danilo Medina, que hoy es líder del presupuesto nacional, sentirá la soledad que experimentan todos aquellos que en algún momento de su existencia pierden la habilidad sentirse una especie de rey Midas, porque ya no podrán convertir en oro todo cuanto toque, ni prometer y entregar como propio, lo que al Estado corresponde.
Es ley de vida, por lo que solo restaria recomendarles que disfruten el viaje que emprendan a partir del proximo 16 de agosto, y no conviertan en trauma lo que es una simple despedida. Feliz viaje.