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Por JUAN T H

Altice

No pretendo hacer un análisis histórico de la crisis política, económica y social de Haití, porque todos la conocemos. Pero he reflexionado mucho al respecto, sin encontrar una salida, que no sea violenta.

Me hablan de la necesidad de “pacificar” Haití mediante una fuerza multinacional militar que lo invada, provocando un baño de sangre, aniquilando los grupos armados que controlan el territorio.

Me he preguntado, ¿quiénes organizaron, armaron y financiaron las bandas de asesinos que gobiernan Haití, que matan, secuestran y violan, indiscriminadamente? Hay quienes afirman que fueron creadas y armadas por Estados Unidos y por las élites criollas que sacan provecho a la inestabilidad y la ingobernabilidad. No lo sé, pero tampoco lo dudo. Lo cierto es que el pueblo haitiano se encuentra solo a merced de las gangas o pandillas que gobiernan en Haití.

¿A quiénes beneficia la situación actual de Haití? ¿Al pueblo haitiano? ¡No! ¿A las élites políticas y económicas que durante años han depredado la nación, que se han enriquecido con la pobreza y la miseria de las mayorías? ¡Claro que sí! ¿A la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, Francia, Canadá, España y otros países de Europa, a los que no les importa la suerte que corren millones de haitianos, y que fuerzan, de un modo u otro, para que sea la República Dominicana la que “cargue con ese muerto”? ¡Me temo que sí!

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El problema está en que los dominicanos jamás, jamás de los jamás, permitirán que la República Dominicana asuma a los haitianos. ¡Eso no pasará! El presidente Luís Abinader ha sido enfático en decir que la solución a la crisis haitiana no está en el territorio nacional. Pueden violar todos los acuerdos y tratados internacionales, construir cuantos canales quieran construir para desviar las aguas de los ríos; continuar las provocaciones y las amenazas, la extorción y el chantaje, Haití no cabe en la República Dominicana.

Haití es un pedazo de África en América Latina y El Caribe, los haitianos caben perfectamente   en África, no en la República Dominicana; no por un tema racial, ni por xenofobia, es por herencia cultural, por el idioma, por la religión, por idiosincrasia; hasta por el color de la piel que ellos mismos establecieron constitucionalmente hace muchos años, cuando mataron a los blancos y mulatos, prohibiéndoles ocupar cargos públicos y comprar propiedades.

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Estados Unidos, Canadá, Francia, España, la Organización de Estados Americanos, la ONU, ni todo el poder del mundo, podrán imponer una solución a la crisis haitiana en territorio dominicano.  Preferiríamos la muerte, desaparecer de la faz de la tierra. Repito, no por racismo, odio o venganza, es porque somos dos pueblos distintos, absolutamente distintos, que jamás podrán entenderse, hablar el mismo idioma, practicar la misma religión, ni tener la misma idiosincrasia.  

“La pacificación de Haití” no es tarea de la República Dominicana; la pacificación de Haití es una tarea de la mal llamada “comunidad internacional”. De Estados Unidos, que se mete en los conflictos de todos los países del mundo, menos en los de Haití, que envía portaviones, aviones, armas, bombas, etc., para proteger a Israel y Ucrania, que destruye pueblos enteros como Bagdad, capaz de lanzar bombas atómicas como lo hizo en Japón, pero que no es capaz de hacer nada para solucionar la crisis de los haitianos teniendo el poder supremo para hacerlo.

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