El legendario actor que encarnó a ‘Espartaco’ solo obtuvo un Oscar, honorífico, a su trayectoria, pese a tres nominaciones
Parecía que Kirk Douglas iba a derrotar al tiempo y al espacio. Que seguiría cumpliendo años sin fin. Un siglo, 101, 102, 103… Y los seguirá cumpliendo, porque a la leyenda nadie la derrotará, pero este miércoles murió en su domicilio en Beverly Hills (California), Issur Danielovitch Demsky, el hijo de un trapero nacido en Ámsterdam, en el Estado de Nueva York, el 9 de diciembre de 1916. Ha muerto Issur; Kirk es hoy inmortal. La noticia fue confirmada por la familia por boca de su hijo Michael: “Para el mundo es una leyenda, un actor de la época dorada del cine, un filántropo comprometido con la justicia y con las causas en las que creía, pero para mí, para Joel y para Peter era sencillamente papá”.
Quedarán el Midge de El ídolo de barro, el Chuck Tatum de El gran carnaval, el Jonathan de Cautivos del mal, el Jack de Los valientes andan solos… Quedarán los gritos de “Yo soy Espartaco”, el lanzamiento de hachas para la toma de la fortaleza de Los vikingos, el ruido y la furia de su militar de Senderos de gloria, su Van Gogh de El loco del pelo rojo… Quedarán las siete películas con su amigo Burt Lancaster… Tan solo desaparece un cuerpo, y Hollywood este miércoles por la noche era tan solo el pueblo en el que trabajó durante un tiempo Kirk Douglas.
Douglas escribió no solo con mayúsculas bastantes páginas de la gran enciclopedia de Hollywood, sino que también en la vida real redactó una decena de libros. El más famoso fue su primer volumen de memorias, El hijo del trapero. En el último, Yo soy Espartaco, desgranaba cómo formó parte de la jugada que acabó con una de las etapas más sombrías del cine estadounidense. “Esa caza de brujas destruyó vidas y carreras, y yo hice Espartaco con un guionista que estaba incluido en la lista negra y que tuvo que esconderse tras un seudónimo para encontrar trabajo”, contó en 2012 cuando se publicó el volumen en el que explicaba cómo el nombre de Dalton Trumbo, reputado guionista expulsado de la industria por el Comité de Actividades Antiestadounidenses, y cuyo nombre apareció de nuevo al firmar el guion de Espartaco, producida y protagonizada por Douglas y dirigida por Stanley Kubrick en 1960. “Cuando miro hacia atrás pienso que la decisión sobre Trumbo fue la más importante de mi carrera”, dijo con 84 años en la Berlinale en la que recibió el Oso de Honor. Douglas adornaba mucho la realidad en los escritos, pero un mandamiento clásico afirma que “cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda”.
Issur Danielovitch Demsky nació en una familia de origen ruso judío. Su padre era trapero y abandonó el hogar familiar cuando Demksey era un crío. Creció rodeado de mujeres (tenía seis hermanas mayores), que fueron las primeras en pulir aquel diamante en bruto. Trabajó en más de 40 empleos desde adolescente y estudió en la Universidad de Saint Lawrence, donde se graduó en Letras. Posteriormente estudió en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York. En 1941, fue llamado a filas incorporándose a la Armada. Herido en la Segunda Guerra Mundial, regresó a Nueva York, donde logró varios papeles teatrales apoyado por la joven actriz Lauren Bacall.
En 1946, debutó en Hollywood con El extraño amor de Marta Ivers, de Lewis Milestone. Y tocó rapidísimamente el cielo de la industria cinematográfica. Tuvo un enorme cuidado en elegir con quién trabajaba y los guiones, sin miedo a que los personajes exprimieran su talento. Nunca paró en su ritmo vital y laboral: solo levantó el pie de su pasión con las mujeres cuando se casó con su actual esposa, Anne Buydens, con la que fue padre de dos hijos pequeños, Peter y Eric Anthony, ya fallecido. Michael y Joel nacieron de su matrimonio anterior con Diana Hill.
En 1991, resultó herido en un accidente de helicóptero en Santa Paula (California). En 1996, sufrió una embolia que le afectó seriamente al habla. Imposible que se quedara quieto. En 2009, con 92 años, se subió a los escenarios con Before I Forget (“Antes de que olvide”), un monólogo de 90 minutos que él mismo había escrito sobre su vida. Invirtió buena parte de su fortuna en obras de caridad, principalmente en la lucha contra el alzhéimer.
Kirk Douglas muere habiendo logrado de sobra el objetivo de su Midge Kelly de El ídolo de barro: “No quiero ser toda mi vida un ‘¡Oye, tú!’. Quiero que la gente me llame señor”. elpais.com