Por JUAN T H
Me gusta Carolina Mejía Gómez. Siempre me ha gustado. Lo confieso. Juan Garrigo, su marido, no se pondrá celoso. Lo sé. Hicimos empatía desde el primer día que nos vimos hace ya mucho tiempo. No fue un amor a primera vista, fue una familiaridad en el primer apretón de manos o en el primer abrazo. No lo sé. No lo recuerdo…
Me gusta como hace empatía al instante, como se comunica, sin poses, sin demagogia, sin fingir el afecto o el cariño. Me impresiona su calidez y su sencillez. Esos atributos no los tienen todos los políticos. No se compran en botica, ni se aprenden en los cursos de marketing. Se nace con ellos y con el tiempo se desarrollan. Es posible que muchas de esas cualidades las haya heredado de su padre, el ex presidente Hipólito Mejía. Tal vez.
Carolina nada como pez en el agua entre la gente.
En otras palabras; ¡Carolina cae bien!
Haberla escogido como candidata a la secretaria general del Partido Revolucionario Moderno no es fortuita ni medalaganaria. Tampoco es resultado directo de su vínculo sanguíneo. Ella tiene condiciones para la política. Ella es ella. Tiene sus propias ideas, su propia manera de ver las cosas.
Contrario a lo que muchos tal vez puedan pensar, “Caro” tiene muchos años incursionando en la política, desde mucho antes de que Luis Abinader acertadamente la escogiera como su compañera de boleta en las elecciones presidenciales del 2016.
Graduada de economía en la Universidad Católica Madre y Maestra, y cursos de posgrado en universidades extranjeras, a sus 48 años, con un hijo adulto, Juan de Jesús, que ya terminó su carrera universitaria en Washington, considera que el país va por muy mal camino; que la clase media no puede permanecer al margen de la política y de los partidos argumentando que “este país se jodió”, porque como dijera Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Por eso, los honestos, los que tienen ética, los amantes de la paz, los buenos, tienen que incursionar en la política, no importa posición económica, color de la piel o religión. Por esa razón Carolina está dispuesta, como dice su padre, a “echar el pleito”.
El país necesita de sus mejores hombres y mujeres para sacarlo del fango moral en que lo ha hundido el Partido de la Liberación Dominicana.
Con su fortaleza –aunque la vean con su baja estatura y delgada-, con su capacidad de trabajo, su formación intelectual y su entusiasmo, creo que puede contribuir mucho en convertir al PRM en la primera fuerza política del país con una estructura orgánica coherente, disciplinada y educación política.
Dije, desde que se anunció al acuerdo entre Hipólito y Luís, que estaba en desacuerdo, que mi candidato a la presidencia era –y lo sigue siendo- el doctor Jesús Feris Iglesias. Lo reitero. Soy coherente. Y dije, al mismo tiempo, que Carolina era –y lo es- por los atributos ya señalados, una excelente candidata a la secretaria general. Lo reitero. Soy coherente.
Me gusta Carolina. ¡Voten masivamente por ella!