Por Alba Santana
france24.com
Hace dos años, cuando se convirtió en asambleísta, muchos ecuatorianos ni siquiera sabían quién era. Sin embargo, ahora, en medio de un aguacero con relámpagos en Quito, Luisa González pide a los ecuatorianos su voto. Es la apuesta del correísmo en Ecuador, que ha vuelto con fuerza al país tras lo que parecían años en segundo plano.
“Nos pusieron el país de rodillas, pero que ahora lo vamos a poner de pie”, dijo en uno de sus últimos actos de campaña en la capital ecuatoriana, en una clara alusión a la derecha nacional.
Si lo consigue, se convertirá en la primera mujer presidenta de la historia de Ecuador –exceptuando el mandato de cuatro días de Rosalía Arteaga en 1997- . González nació en Quito durante unas vacaciones de sus padres, pero creció en un pueblo campesino cerca de Chone, en la provincia costera de Manabí. Ahí se remontan sus vínculos con el correísmo: la provincia es un bastión histórico del movimiento político.
“La selección de Luisa González como representante del correísmo resulta muy simbólica dado que es originaria de la provincia que históricamente ha mantenido mayor apoyo al movimiento político. Esto puede significar un reconocimiento a esa población que ha sido su bastión durante aproximadamente 15 años”, apunta Ximena Ron Erráez, abogada, asesora parlamentaria y especialista en comunicación política.
Luisa Gonzalez, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana, habla durante una entrevista con Associated Press, antes de las elecciones especiales de este domingo en Quito, Ecuador, el lunes 14 de agosto de 2023. AP – Dolores Ochoa
Creció entre los campos rústicos (montubios), montando a caballo y manejando el machete. Y, por eso, se define como una “manaba auténtica”. Allí también estudió la secundaria, en un centro religioso. Una influencia presente en su vida, pues se refiere a sí misma como una mujer con “convicción católica”.
Estudió en la Universidad Internacional del Ecuador, donde se graduó como abogada. Más tarde hizo dos maestrías, una en Alta Gerencia en el Instituto de Altos Estudios Nacionales; y otra en Economía Internacional y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid.
De los campos de Manabí a las instituciones públicas de Quito hay un trecho. Y, al no haber tenido una carrera muy mediática, muchos se preguntan: ¿cómo y cuándo entró Luisa González en el mundo de la política?
Del cristianismo al correísmo, su carrera política
Sus inicios en política pueden parecer sorprendentes. Lejos del correísmo, González se empezó como militante en el Partido Social Cristiano, una formación política neoliberal y de derecha. Hasta el 2007, cuando decidió cambiar de bando y sumarse al correísmo, justo cuando Rafael Correa acababa de entrar en el Carondelet.
Desde entonces, ocupó varios cargos públicos: coordinadora de Agenda Estratégica en el 2010, viceministra de Gestión Turística en 2014, secretaria nacional de la Administración Pública en el 2017 e incluso fue brevemente ministra de Trabajo ese mismo año, antes de la salida de Correa de la presidencia.
Después, se lanzó a la vida política de cara al público y consiguió ser elegida como diputada de la Asamblea Nacional de Ecuador en 2021. Desde entonces, no pasó desapercibida: criticó duramente al entonces presidente, Guillermo Lasso, y defendió férreamente a Rafael Correa y tildó de injusta la sentencia en su contra.
“Nos estamos jugando el continuismo de este Gobierno nefasto, desastroso, o la vuelta de la patria del amor”, dijo la izquierdista al cierre de la campaña electoral de la primera vuelta, el 23 de agosto.
Responsabilizó al Ejecutivo de Lasso de todos los problemas que afronta actualmente el país, desde la crisis económica, la social y la política hasta de la inseguridad, que afrontan sus ciudadanos.
¿La reencarnación de Rafael Correa?
González no se esconde. Desde el inicio de su campaña dejó claro que el expresidente Correa tendría una fuerte presencia si conseguía la presidencia. Sin ir más lejos, su eslogan de campaña “Por el bien de todos, Luisa” va acompañado de una foto con el exmandatario.
“Lo he dicho públicamente, será uno de mis principales asesores. Ya se lo pedí. (…) Tengo que buscar a las personas que sepan cómo trabajar y que ya hayan dado resultados. Uno de ellos es Rafael Correa”, dijo en julio en una entrevista con el periódico ‘El País’.
Una posición que, según los expertos, ha jugado en contra y a favor de la candidata presidencial. Por un lado, la ha hecho situarse en el panorama político a pesar de ser relativamente desconocida. Por otro, la ha alejado de algunos votantes a los que las acusaciones de corrupción contra Correa -exiliado en Bélgica tras una condena de ocho años de prisión- les pesan mucho.
“Uno de los principales desafíos del correísmo es el posicionamiento de una imagen política fuerte, diferente a la figura de Rafael Correa. Todos los candidatos y autoridades del movimiento Revolución Ciudadana orbitan alrededor de la imagen y el liderazgo de Rafael Correa. Esto resulta contraproducente porque Rafael está ausente del país y no se sabe cuándo podrá regresar. Sin una figura similar, la votación por el movimiento pierde fuerza sobre todo en las elecciones presidenciales. Esto sucedió con el anterior candidato Andrés Arauz”, sostiene Ron Erráez.
Un equilibrio peligroso que, según los politólogos, puede ser el motivo de Revolución Ciudadana para haber seleccionado a González como apuesta presidencial.
“Han fortalecido mucho más la figura de Luisa González si lo comparamos con lo que hicieron con Arauz. Se apostó por una mujer, probablemente para obtener el voto de las mujeres y del progresismo –una estrategia que no ha funcionado del todo por la oposición de González al aborto por violación –. Pero la apuesta es una imagen fresca que parece ser un poco más independiente del líder”, apunta la experta en comunicación política.
A pesar de que Correa ha sido el eje central de su carrera política, González ha intentado marcar cierta distancia para proyectar una imagen de independencia. Por ejemplo, ha asegurado en repetidas ocasiones que nunca indultaría al expresidente.
“Ni quiero ni él lo ha pedido. Es algo que está en manos de la justicia”, aseguró durante uno de sus mítines de la primera vuelta de los comicios, a pesar de haber repetido en numerosas ocasiones que no confía en el sistema judicial ecuatoriano actual.
Sin miedo ni a perder la Presidencia ni a morir
“A mí Dios me protege”, fue la explicación de González para no llevar chaleco antibalas durante la primera vuelta de las elecciones. Ni siquiera el asesinato de Fernando Villavicencio durante un mitin el pasado 9 de agosto hizo que se lo replanteara. Algo que ha repensado para la segunda vuelta, más escoltada por seguridad y con el chaleco.
En esta línea figuran las promesas de González, que son justo las principales preocupaciones de los ecuatorianos: traer soluciones a los graves problemas de inseguridad y disminuir desempleo de Ecuador.
“¿Quién mejor que yo, que he trabajado toda mi carrera en la administración pública? Tengo conocimiento, preparación, desde el minuto uno estoy lista para empezar a trabajar”, ha defendido González en varias ocasiones.
Su propuesta en materia de seguridad se sostiene sobre dos pilares: fortalecer el trabajo coordinado entre todos los departamentos de la administración, incluyendo a la policía y las FF. AA., e intentar combatir las causas de la delincuencia como el hambre y la pobreza.
Sobre el empleo, la correísta ha propuesto crear una serie de incentivos tributarios a las empresas que abran plazas de trabajo y crear 50.000 empleos en su primer año de gestión a través de una la colaboración entre el Estado, los empresarios y los trabajadores.
Para financiar todo esto, la candidata de izquierdas planea utilizar 2.500 millones de dólares de las reservas internacionales de Ecuador. Una apuesta fuertemente progresista y de izquierda en lo económico.
Mujer presidenta, ¿sinónimo de perspectiva de género?
Fue quizás uno de sus momentos más polémicos. El 17 de febrero de 2022 -cuando se votó la despenalización por del aborto por violación- González apareció en el pleno de la Asamblea Nacional con un pañuelo azul, el mismo que utilizan los movimientos ultraconservadores antiaborto. Votó no. Y dejó impactado a todo el pleno, incluso a las formaciones de derechas.
Y es que González es contraria al aborto y ya ha dejado claro que nada la va a hacer cambiar de opinión. “No es necesario estar a favor del aborto para ser feminista o progresista”, ha repetido la política de Revolución Ciudadana en varias ocasiones.
Una afirmación polémica y una postura que supone un lastre para ser presidenciable, según expertas en género como Ana Cristina Vera, representante de la organización Surkuna, Centro de Apoyo y Protección de los DD. HH.
“Para mí y para otras mujeres es muy importante que una persona de izquierdas sea consciente de las desigualdades que sufrimos las mujeres”, sostiene Vera al respecto.
No obstante, para la feminista y defensora de DD. HH. El programa de González tiene puntos “rescatables” de su propuesta en materia de género, aunque también incongruencias.
“El proyecto de Luisa González en materia de género y derechos es muy complejo. En su campaña incluye varias propuestas para la radicación de la violencia, habla de salud sexual y salud reproductiva y de autonomía reproductiva. Políticas que coinciden con lo que ha estado defendiendo el movimiento feminista durante muchos años. Su plan de campaña en materia de mujeres es bastante bueno. No obstante, en la Asamblea ya la hemos visto aplicar medidas en contra de los derechos de estas mismas mujeres. Es decir, el problema es esta incongruencia entre la práctica y el discurso”, argumenta Vera.
Aunque esta polémica de género no la descarta como futura presidenta. Este domingo se verá si González, que asegura defender los valores tradicionales y la política, tiene realmente un pase de entrada en el palacio Carondelet. Si lo consigue, muchos politólogos no se sorprenderían.
“Desde su surgimiento, el correísmo nunca ha desaparecido de la arena política y de la preferencia de un sector importante de la población, básicamente aquel sector que se vio beneficiado de las políticas sociales generadas durante el gobierno de Correa. El correísmo cuenta actualmente con un voto duro de aproximadamente el 30 % de los electores a nivel nacional. Además, Revolución Ciudadana tiene la estructura de movimiento más consolidado del país”, opina la asesora en comunicación política Ron Erráez.
Más o menos progresista, con más o menos perspectiva de género, lo cierto es que Luisa González puede convertirse en la primera presidenta de Ecuador.