Por JUAN T H
Se supone que este domingo Luís Abinader será electo presidente de la República por la gran mayoría del pueblo dominicano. Esa es la percepción generalizada. Esa es la realidad. Las encuestas más prestigiosas y creíbles que trabajan en el país desde hace años, así lo testifican en sus estudios.
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En los barrios, parques, centros de estudios, empresas, etc., se han improvisado centros de votaciones, donde la gente, espontáneamente, acude y vota con toda libertad y transparencia. Cuando se cuentan, Luís duplica y triplica al candidato del gobierno, lo que amplía la certeza de triunfo del candidato del PRM.
El gobierno sabe –porque tiene los números- que no hay forma de mantener el poder más allá del próximo 16 de agosto cuando las nuevas autoridades presidenciales y congresuales deberán tomar posesión. Danilo incluso lo admitió. Intentará, para no quedarse sin una cuota de poder, mantener el control del Senado, algo que también veo muy difícil, porque el pacto del PRM y la Fuerza del Pueblo, en 23 provincias, saldrá victorioso en casi todas.
Sin embargo, el jefe de Estado decidió bajar del solio presidencial para convertirse en un militante de la causa de Gonzalo, que es su propia causa y la de sus seguidores más cercanos, invitando a las bases de su partido a una confrontación con los delegados de los demás partidos ordenándoles defender las mesas y los votos, hasta con sus propias vidas, porque de lo nacional se encargaría él. (No sé cómo)
Lo cierto es que Danilo sabe que se va, pero no quiere irse. Está dando los últimos zarpazos mientras agoniza. Está utilizando a las Fuerzas Armadas, la Policía, con sus respectivos órganos de seguridad del Estado, así como a la dirección de Control de Drogas para amenazar, y meter miedo. Quiere vincular al PRM y sus candidatos, incluyendo a Luís Abinader, con el narcotráfico y el lavado de activo, cosa que no es cierta, pero olvidando que es responsabilidad del gobierno, no de la oposición luchar contra esos delitos.
El dinero está rodando por los barrios y campos de manera irracional, al igual que raciones de alimentos, electrodomésticos, materiales de construcción, etc., para tratar de comprar a la gente. Tan bajo ha caído el presidente que en Baní visitó una humilde casa donde una mujer joven tiene cáncer y le prometió cubrirle los gastos. Ignora que esa es una potestad del Estado porque la salud es un derecho fundamental consagrado en la Constitución de la república.
Danilo, el Penco, y el debilitado PLD, pueden hacer y deshacer con los recursos del Estado ante los ojos indiferentes de la Junta Central Electoral, y como quiera ya tienen perdidas las elecciones. El domingo en la noche Luís Abinader tendrá que ser proclamado ganador –mucho a poco- de las elecciones para convertirse en presidente electo de la República.
Sabemos que el PLD cuando no gana arrebata, solo que ahora no podrá porque no lo permitiremos. A este pueblo la JCE no le puede salir con una vagabundería el domingo en la noche o el lunes en la mañana. Danilo no podrá comprar ni robarse las elecciones como en otras ocasiones. Ni podrá hacer un fraude tan descomunal que pueda ser creíble o aceptado por el pueblo. Lo prudente y sensato, es permitir unas elecciones libres y transparentes, sin compra de cédulas, sin el uso de la fuerza y sin trampas. El gobierno debe ser obligado a respetar la voluntad popular que ya se ha expresado en todos los rincones del país. No hay manera –lo repito- que Luís Abinader Corona no gane la presidencia del país. ¡No hay manera! Y si, por mano del diablo, no es así, si la JCE le hace el juego al gobierno y sigue con la complicidad, habrá problemas, muchos problemas. Si al pueblo le dicen que el ganador es el Penco, es decir, Danilo, las protestas y revueltas no se harán esperar. (Les digo, les aconsejo, no jueguen con candela que se pueden quemar)