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JUAN T H

Altice

La decisión del presidente de la República Danilo Medina, con el respaldo de la Junta Central Electoral de lanzar  a las calles de todo el país  64 mil militares armados, incluyendo 140 generales y cientos de oficiales superiores, tiene como único propósito producir miedo en la población para que no acuda a las urnas.

El gobierno está convencido que la abstención lo favorece, pues, como dijera el presidente de la República, “estas elecciones las ganará el que lleve más gente a votar”. Y el que tiene capacidad, económica y coercitiva es precisamente el PLD utilizando los recursos del Estado como hemos podido ver en los barrios y campos de todo el territorio nacional sin que la JCE se haya pronunciado al respeto exigiendo el cumplimiento de la Constitución y las leyes..

Las Fuerzas Armadas no están protegiendo la ciudadanía, la está reprimiendo, acosándola, avasallándola, ultrajándola. El terror busca atemorizar a la gente para que no acuda a los centros de votación masivamente. Danilo Medina quiere que solo los militantes y simpatizantes de su partido, vayan a las urnas.

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Las Fuerzas Armadas están siendo utilizadas por el presidente Danilo Medina, su comandante en jefe, como si fuera el órgano represivo, no del Estado, sino del PLD. Los guardias constituyen la avanzada de los dirigentes y militantes para garantizar su seguridad, para impedir que el pueblo los enfrente.

La Junta Central Electoral tiene que actuar; asumir su rol de árbitro. No puede quedarse de brazos cruzados ante lo que está pasando en todo el territorio nacional, pues de lo contrario, se hace cómplice de todas las maniobras fraudulentas que está desarrollando el gobierno.

Lo que estamos viendo en la televisión, escuchando en la radio y leyendo en las redes sociales no es propio de un Estado Democrático de Derechos, es propio de una dictadura.

La JCE y los observadores nacionales y extranjeros, la sociedad civil tienen que intervenir para evitar una situación de fuerza que pueda conducir el país hacia la ingobernabilidad. Hay que evitar que la sangre llegue al río. Aún estamos a tiempo de realizar unas elecciones libres y transparentes, sacar a los militares del escenario electoral, y el presidente Medina debe permitir que el proceso fluya con normalidad sacando sus narices de la JCE.

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Hay que detener la represión y el terror que están ejerciendo los militares sobre la población para evitar que voten con libertad. Lo que se supone es  una fiesta de la democracia va rumbo a una desgracia  que puede terminar como la fiesta de los monos.

Tirar a las calles 64 mil militares armados en medio de unas elecciones es una acción que solo se produce en regímenes dictatoriales.

De todos modos el pueblo tiene que  vencer el miedo y acudir masivamente a votar por el cambio, demostrar que el miedo terminó en el baúl de un carro en el año 1961, en las calles ensangrentadas de Ciudad Nueva en 1965 y en otras jornadas de luchas históricas.

Contra viento y marea vamos a las urnas, vamos a demostrar que este pueblo tiene aún coraje, que no se amedrenta, que su decisión de cambio es inquebrantable. ¡A votar! ¡Porque de que se van, se van!

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