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 Por JUAN T H

Altice

La guerra soterrada que se ha desatado a lo interno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), puede costar el poder, a menos claro está, que no se detenga.

Muchos dirigentes parecen muchachos en un cumpleaños de niños ricos tratando de derribar una piñata (el Estado) y ver cuál de todos sale premiado con la mayor cantidad de golosinas.

La disputa a destiempo les puede costar el poder, advierto.

El pasado fin de semana llamé a los dirigentes del partido a aprender las lecciones del Partido Revolucionario Dominicano, atomizado por las tendencias que encabezaron sus principales lideres, incluyendo al doctor José Francisco Peña Gómez, lo que le impidió llegar al poder o mantenerse en el mismo durante varios periodos.

La historia no miente: Juan Bosch terminó derrocado por un golpe de Estado, Antonio Guzmán acabó suicidándose, Salvador Jorge Blanco, acusado de corrupción, terminó en la cárcel, Jacobo Majluta solo gobernó 43 días, Peña Gómez nunca fue presidente de la República; Hipólito Mejía gobernó por tan solo cuatro años. Pareciera como si la providencia se hubiera ensañado con el PRD. ¡Pero no es así!

El pasado le ofrece al PRM, y al gobierno que encabeza Luís Abinader, grandes enseñanzas. No asimilarlas, es una estupidez.

Tras la victoria electoral del PRM en el plano municipal, congresual y presidencial, se han desatado los demonios. Una buena parte de los dirigentes y funcionarios se han lanzado a una feroz campaña por lograr la primacía de cara a la venidera convención donde se elidirán los dirigentes y los candidatos. No se dan cuenta que su actitud los puede sacar del poder que hoy disfrutan.

No hay en el PRM, un espíritu de cuerpo. Si alguna vez existió, desapareció.

El presidente Luís Abinader convocó una reunión con todos los aspirantes a sustituirlo en el cargo tratando de evitar una carrera desenfrenada y loca por la presidencia de la República. Ocurrió lo contrario. (Recuerdo cuando le gritaba a mis hijos que no corrieran cerca de la piscina; parecía que le gritara lo contrario. Terminaban en el suelo con un fuerte golpe)

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Ahora cada quien camina por su lado. La unidad interna está resquebrajada, como lo demuestra la guerra de encuestas en las redes sociales. La mayoría no trabaja para el gobierno, ni para el éxito del presidente Abinader; la mayoría está trabajando para si mismos de manera desesperada. ¡Es una locura!

Los cabezas de grupos tienen que verse en el espejo del PRD, prácticamente desaparecido después de haber sido la principal fuerza política del país. Y más recientemente en el espejo del Partido de la Liberación Dominicana, que después de ser un partido hegemónico que controlaba todos los poderes del Estado, ahora es una entelequia más, acosado por los escándalos de corrupción que caracterizaron sus 20 años de gobierno. La ambición, que terminó dividiéndolo, fue la causa principal de su derrota y de su salida del poder. Lo mismo, o peor, le puede suceder al PRM si sus líderes no se detienen a reflexionar y cambian el rumbo que llevan, advierto nuevamente.

Un partido, sin espíritu de cuerpo, sin unidad interna, sin una estructura orgánica única, coherente, que marche por un solo sendero, con el único objetivo de mantenerse en el poder, produciendo los cambios que demanda la sociedad y el pueblo, puede continuar en el gobierno durante varios periodos.

El presidente Abinader es el principal líder del PRM. Por lo tanto, es quien tiene que llamar a los dirigentes, militantes y simpatizantes a trabajar colectivamente por el buen funcionamiento del gobierno y del partido. El partido debe ser el soporte político, el brazo armado. Abinader tiene que ser el árbitro de su partido. No puede, aunque quiera, ofrecerle su respaldo a ninguno de los “presidenciales”, porque perdería la fuerza moral y la posibilidad de mantener la armonía y la paz interna. Abinader tiene una tarea pesada sobre sus hombros, como líder y presidente. Nadie más puede ser árbitro en el PRM, sólo Abinader. Hipólito Mejía, el segundo líder del partido, aunque es un demócrata y un hombre de unidad, no puede convertirse en árbitro porque su hija Carolina, alcalde de la capital, está en la tómbola aspirando a la presidencia de la República.

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Aclaro que el PRM no está solo en el escenario. No es verdad que el PLD y la Fuerza del Pueblo estén descartados, debilitados por los procesos judiciales que pesan sobre muchos de sus dirigentes. Esas fuerzas se pueden recomponer, incluso unirse en un momento determinado. Leonel Fernández sigue siendo un peligro. En política no hay enemigos pequeños. Alguien que ha sido tres veces presidente de la República, en un país como el nuestro de gentes que vende su voto por 500 pesos y un Pica Pollo, no se puede descartar. Yo jamás pensé que Joaquín Balaguer volvería al poder después de encabezar durante 12 años un gobierno dictatorial, criminal y corrupto. Sin embargo, volvió. ¡Y de qué manera!

De tal manera, que nadie se sienta confiado de la permanencia del PRM en el poder más allá del 2028, que muchas cosas pueden cambiar. La política es dinámica, cambian las coyunturas y las circunstancias.

El PRM puede perder el poder si no reflexiona, si las ambiciones desmedidas se mantienen, si la corrupción irrumpe nuevamente como en el pasado reciente.

Todos los aspirantes para sustituir al presidente Abinader no pueden ser candidatos, todos no pueden ser presidentes de la República al mismo tiempo. Dejen que el presidente Abinader gobierne, ayúdenlo a gobernar, que el éxito de ustedes depende de su éxito. Y recuerden, es mejor arriba con presión, que abajo con depresión.

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