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El expresidente Leonel Fernández aseguró que las provincias del sur del país fueron las utilizadas para el alegado fraude electoral del pasado 6 de octubre.

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Fernández asegura que todavía a medianoche había mesas electorales que no habían terminado de votar, y algunas en las que lo hicieron más del 90% de los electores, algo que según el expresidente es totalmente improbable.

Aquí un extracto de su discurso, donde se refiere a exclusividad a la situación de las provincias del sur del país:

“Para poner en contexto la naturaleza de este absurdo, debemos partir de la premisa que este fue un proceso que de acuerdo con las disposiciones de la Junta Central Electoral, debió de haber tenido lugar entre las 8 de la mañana y las 4 de tarde, para un periodo total de 8 horas de votación, lo cual equivale a 480 minutos.

En consecuencia, para que una mesa de votación generase 480 votos, debió producirse el escenario en el cual dicha mesa se mantuviese, de manera permanente y sin pausa alguna, emitiendo un voto por cada minuto durante las 8 horas completas del proceso electoral.

¿Es eso humanamente posible?

Creemos que no. Pero esa situación, de todas maneras, se presentó en 175 mesas, en las cuales se produjeron 99 mil 353 votos. De esa cantidad, 56 mil 554, que representan un 56.92%, fueron a favor de nuestro contrincante; y sólo 40 mil 267 votos, equivalentes a un 40.52%, a favor de nuestra precandidatura.

A pesar, insisto, de la imposibilidad humana de lo que estamos hablando, eso, incluso, resultó hasta poco, pues hubo casos extremos, en que se presentaron por lo menos 20 mesas de votación, en lugares distantes de la región sur, en las que se emitieron hasta 835 votos.

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Es el caso, por ejemplo, de la mesa 6142, en Jaquimeyes, Barahona, con 835 votos, para lo cual se requeriría de 13 horas y 55 minutos de votación continua,  sin descanso alguno, partiendo de la idea de que cada ciudadano no podría excederse más de un minuto en realizar todos los pasos del proceso de votación.

De haber sido así, habría que considerar que sin experiencia previa de votación automatizada, Jaquimeyes se convirtió en un caso único, singular, de eficiencia sobrehumana en la realización del certamen electoral.

Pero igual puede decirse de la mesa 5590 en Bohechío, provincia San Juan, con 800 votos, que habría necesitado 13 horas y 20 minutos de votación continua, sin tregua alguna; de la mesa 5825, en el Peñón, Barahona, con 798 votos; en la 5006, en Jimaní, con 790 votos; la 5638, en Mella, Independencia, con 741 votos; las números 1587, 1590 y 1591, todas en Padre las Casas, Azua, con 695, 631 y 715 votos, respectivamente.

Llama la atención de que a pesar de que el promedio de votación a nivel nacional sólo alcanzó el 25%, en estas regiones del sur, de manera extraña y sospechosa, se colocó por encima del 70%.

A esto habría que añadir que la mayor parte de esa votación se produjo desde las 6:30pm hasta cerca de las 2 de la madrugada del día siguiente, cuando el proceso de votación se había cerrado desde las 4pm.

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¿Cómo es posible que un proceso electoral que debió durar 8 horas, presente este absurdo? Resulta razonable inferir que al momento del cierre de la votación se permitiera votar a los ciudadanos que se encontraban en fila.

Sin embargo, no resulta comprensible que todavía a las 7 de la noche, tres horas después de concluidas las votaciones, hubiese más de 700 mesas abiertas, la gran mayoría de ellas ubicadas en zonas remotas de la región sur del país.

Más aún, ¿cómo puede explicarse que al momento del cierre de votación en esas mesas estuviesen en fila entre 320 a 640 personas?

¿Cómo resulta posible que todas esas personas que estaban en fila votaran todas en un tiempo exacto de un minuto; y que hicieran esto de forma ininterrumpida durante tres a ocho horas consecutivas?

Igualmente resulta fuera de toda comprensión, que pasada la medianoche, es decir, ocho horas después del cierre, todavía hubiesen mesas electorales abiertas registrando de manera irracional y absurda porcentajes de votación por encima del 90 y 95%, a favor del precandidato del gobierno.

De las 127 mesas con 500 o más votos, el precandidato del gobierno aparece con mayoría en el 70% de las mismas. Sin embargo, en las restantes 7,200 mesas con menos de 500 votos sólo pudo obtener mayoría en el 45% de las mismas”.

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