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Por JUAN T H 

Altice

La historia de la República Dominicana está llena de caudillos, desde su nacimiento, comenzando, con Pedro Santana, seguido de muchos otros, ilustrados, déspotas, asesinos y ladrones, como Rafael L, Trujillo, que convirtió el país en un latifundio de su propiedad, con todos los habitantes. 

El caudillo o caudillismo, que prácticamente ha desaparecido en casi todo el mundo, lo encarna el doctor Leonel Fernández, quien se erige como un caudillo de nuevo cuño, pero con los rasgos propios del personaje: arrogante, megalómano, que cree que todos deben girar en torno a sí mismo, único capaz de “conceptualizar” porque los demás son ignorantes que deben estar a sus órdenes. Los ve por encima del hombro como seres inferiores que deben acatar sus órdenes, las cuales son irrebatibles, porque de lo contrario pagarían las consecuencias. Se cree por encima del bien y del mal. Las instituciones ni las leyes son respetadas porque se considera por encima de ellas. No podía ser candidato presidencial por haber perdido la convención dentro de su partido. Renunció y formó otro partido, totalmente unipersonal, cuando no podía serlo de acuerdo con la ley electoral. Le puso un nombre genérico al partido, Fuerza del Pueblo, convirtiéndose en líder único e indiscutible, donde su hijo, heredero de la casta, puede, en un futuro aun lejano, sustituirlo, como en las antiguas dinastías. 

Figuras como Joaquín Balaguer y Juan Bosch, fueron los caudillos más recientes en la historia del país. Bosch, sobre todo, tenía las mismas características que exhibe hoy Leonel Fernández. Cuando entró en contradicción con los demás dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, pr9incipalmente con el doctor José Francisco Peña Gómez, a quien llamó degenerado durante más de una década, renunció y fundó el tristemente célebre Partido de la Liberación Dominicana, del cual renunció más de una vez por desacuerdo con sus compañeros a quien llamó “pequeña burguesía arribista y trepadora”.  

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Leonel Fernández fue tres veces presidente de la República y presidente del Partido durante los casi ocho años del presidente Danilo Medina, responsable de su ascenso al poder. Pero, cuando las contradicciones y las ambiciones de ambos líderes llegaron al clímax, hizo un pacto no escrito con Luís Abinader que lo llevó al poder. Se fue del partido y formó otro, donde es “Ley, Batuta y Constitución”. La democracia en el partido de Leonel es el propio Leonel. No hay nadie más. nadie puede disputarle el poder ni competir con sus aspiraciones. 

El diccionario Wikipedia dice sobre el caudillo: El caudillismo fue un fenómeno político ocurrido en América Latina en el siglo XIX después de las guerras independentistas, que dejaron un vacío de poder y debilidad institucional que fue aprovechada por caudillos, líderes militares de estilo personalista y autoritario que se dedicaron a la política después de tomar el poder por la fuerza. durante la Revolución Libertadora (1903). 

El poder de los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la provincia.5​ 

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Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos de su historia republicana;  en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras, represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo frente a las expresiones políticas neocoloniales. Los enfrentamientos entre caudillos fueron frecuentes en toda la región y muchas veces terminaron en guerras civiles. 

Por su parte, Rodríguez Borja, ex presidente de Ecuador y un gran intelectual latinoamericano en su famosa Enciclopedia de la Política dice: “Caudillo. Es el jefe o conductor de un Estado, partido o grupo político cuyo poder se funda principalmente determinaciones individuales y no en principios ideológicos. Generalmente se entiende por caudillismo el ejercicio de un mando de naturaleza personal, antes que institucional en el Estado o en las agrupaciones políticas, o sea, una autoridad inorgánica y caprichosa, desprovista de fundamentos doctrinal. La voluntad del caudillo está por encima de la normativa jurídica de la sociedad o del grupo y se convierte en la suprema ley. 

El caudillismo es, sin duda, un rezago del pasado remoto dice Rodrigo Borja, retratando, de cuerpo entero, al doctor Leonel Fernández, el último caudillo, una rémora, de la política dominicana y probablemente latinoamericana. 

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