Existe más de un refrán que hace referencia al efecto que esta bebida tiene sobre nuestro intestino grueso. Es fácil pensar que puede ser algo malo, pero la realidad es distinta (y mejor)
Por Ángeles Gómez
elconfidencial.com
El café suele ser la primera bebida (o alimento) del día que nos metemos para el cuerpo. Más del 63% de los españoles tomamos café por la mañana -aunque para muchos no será la única vez y repetiremos la operación al menos tres veces a lo largo del día (3,6 tazas es el consumo medio, revela el blog ‘El auténtico café’)-. Lo necesitamos como estimulante para activar nuestro organismo, una activación que, a menudo, incluye también al intestino.
La cafeína tiene propiedades diuréticas, aunque suelen pasar desapercibidas y son menos comentadas que las laxantes, que además de los consabidos chascarrillos (‘café y cigarro…’) son objeto de investigaciones científicas desde hace muchos años (en 1990, un equipo de la Universidad de Sheffield publicó un artículo en la revista ‘Gut’ que concluía que el café estimula la función motora del colon distal).
“El consumo habitual de café puede tener efecto protector frente a determinados tipos de cáncer”
Aunque la ciencia ha confirmado en diversas ocasiones la existencia de la conexión entre el consumo de café y la motilidad intestinal, algunos investigadores han querido conocer con más precisión a qué responde el poder laxante del café. Uno de los trabajos que ha arrojado luz sobre el asunto es del profesor Xuan-Zheng Shi, de la Universidad de Texas. Para su estudio, los investigadores alimentaron a ratas con café, pero también mezclaron café con bacterias intestinales (fecales) en placas de Petri en el laboratorio y encontraron dos efectos: la capacidad para contraerse de los músculos del intestino delgado de las ratas aumentaba a los tres días de estar bebiendo café y que las bacterias suprimían el café de las placas de Petri, aunque “curiosamente estos efectos son independientes de la cafeína, porque el café descafeinado tuvo efectos similares a los del café normal”, advirtió el profesor.
El análisis de los cambios en las bacterias mostró que el crecimiento de las bacterias depositadas en las placas de Petri se ralentizaba e incluso detenía en presencia de café a diferentes concentraciones. Las heces de las ratas también mostraron una disminución de bacterias, al tiempo que, según Xuan-Zheng Shi, “los músculos del intestino bajo mostraron mayor capacidad para contraerse después de un tiempo tomando café, lo mismo que las contracciones del intestino delgado y del colon”.
Es decir, el efecto sobre la microbiota es dosis dependiente, aunque lo que está por determinar es si esos cambios favorecen a la población de bacterias firmicutes (buenas) o, por el contrario, a las enterobacterias (malas).
Este estudio ha tenido una amplia repercusión en la prensa internacional y no porque haya constatado la relación entre beber café y el aumento de los movimientos intestinales, que “ya han corroborado diversos estudios, tanto en animales de experimentación como en personas sanas”, apunta el doctor José Manuel Moreno, director de la revista ‘Nutrición Hospitalaria’, sino porque “además de este efecto se evidencia una acción sobre la microflora intestinal”.
Sin restar importancia a los hallazgos, Moreno recuerda un trabajo realizado por un equipo de científicos españoles que atribuía a los polifenoles de la dieta (presentes en el café) parte de ese efecto sobre la microbiota intestinal
Esa acción del café “no implica, ni mucho menos, que sea perjudicial”, resalta Moreno. De hecho, “favorecer la movilidad intestinal es, con frecuencia, un objetivo deseable en muchas situaciones clínicas”, como cuando se paraliza el intestino después de una operación o en estreñimiento crónico.
Que el efecto se produzca con o sin cafeína “hace pensar que pueden influir otros factores, incluyendo el propio reflejo gastrocólico que se produce cuando algún alimento o bebida llega al estómago”, dice este especialista, también codirector del Departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra. “Si eso ocurre por la mañana y lo primero que tomamos es café, es fácil atribuir ese efecto al propio café, pero otras personas piensan que el efecto sobre la motilidad es por el azúcar o los edulcorantes que se añaden al café, por la leche o porque se trate de un líquido caliente”.
Y aún hay más, porque favorecer la motilidad intestinal no es lo único que hace el café sobre el sistema digestivo. También estimula las contracciones de la vesícula biliar y “se especula que el consumo habitual de dosis moderadas de café puede tener efecto protector frente a determinados tipos de cáncer, entre ellos el colorrectal, por su contenido en polifenoles, flavonoides y cafeína”, apostilla el director de ‘Nutrición Hospitalaria’.