Por JUAN T H
La Primera Guerra Mundial fue un juego de niños, con un costo aproximado de 15 millones de muertos, entre ellos nueve millones de militares y poco más de seis millones de civiles y más de 20 millones de heridos.
Daños colaterales, destrucción de puentes, carreteras, edificios y viviendas. El conflicto bélico apenas duró cuatro años, entre 1914 y 1918. El atentado que terminó con la vida del archiduque de Austria, Francisco Fernando, fue una de las causas principales, pero no la única, ya que existían otros factores, económicos, políticos y sociales, que pueden, y deben, ser objeto de otro artículo de mayor profundidad.
Tras la guerra vino la “Gripe Española” de 1918, una de las epidemias más letales en la historia reciente de la humanidad, matando entre 20 y 40 millones de seres humanos en relativamente poco tiempo. En términos de víctimas le sigue el reciente coronavirus (Covid-19) que terminó con la vida de alrededor de 15 millones en todo el mundo.
La Primera Guerra Mundial la población apenas sobrepasaba los mil millones de seres. Para la época no existían los drones, misiles de largo y corto alcance, los submarinos atómicos, las bombas atómicas, los, portaaviones gigantescos, la Internet con los demás elementos tecnológicos y científicos que se han multiplicado y expandido exponencialmente hasta alcanzar inimaginable, como la Inteligencia Artificial que van desplazando el trabajo humano.
Se calcula que durante la Segunda Guerra Mundial el mundo estaba poblado por dos mil 300 millones de personas. Pese a la Primera Guerra Mundial y la Fiebre Española, la población se recuperó al aumentar más de mil millones de almas. El crecimiento y el desarrollo no se detuvieron a pesar de los conflictos bélicos, la Fiebre Española, entre otros elementos que han frenado el desarrollo.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) ha sido el conflicto más sangriento de la historia. Murieron más de 40 millones de civiles y más de 20 millones de soldados. Solo Rusia, sin duda el país que jugó un papel protagónico y que más vidas aportó, con el Ejército Rojo a la cabeza bajo la dirección de Stalin, Trotsky y otros generales, aportó más de 20 millones de muertos, sin contar, por supuesto, el aporte, igualmente decisivo, en sangre y sacrificio, de los aliados europeos y estadounidense.
En la actualidad se estima que más de ocho mil millones de personas habitan el planeta, cada vez más longevos. Quiere decir que, a pesar de todo, la humanidad también se ha exponencialmente. Una guerra de carácter universal sería catastrófica para la humanidad a pesar de lo sofisticadas que son hoy las armas inventadas por el hombre para matar. Si la humanidad no se aniquila a sí misma, quedaría muy diezmada. Algunos sostienen que desaparecería por completo. (Como dirían los creyentes: “¡Qué Dios nos agarre confeses!”)
Hay quienes se preguntan, ¿para qué tanta gente? ¿Qué hará el mundo con tantas personas que no necesita, si ya los hoteles, hospitales, escuelas y universidades están siendo manejados por robots de última generación, con Inteligencia Artificial? Hay quienes aseguran que en diez años el 90% de las profesiones y oficios que conocemos hoy día, habrán desaparecido. ¡Espeluznante!
Pese a todos esos avances científicos y tecnológicos, al crecimiento de la humanidad, a todos los retos que como especie tiene, el mundo está en peligro, no solo por el cambio climático, la desaparición que provoca grandes inundaciones, tsunamis, terremotos, deforestación, aniquilamiento de la flora y la fauna, sino el ruido de tambores de guerra que amenazan con la paz, la gobernabilidad y la propia existencia de la raza humana y animal.
La Tercera Guerra Mundial parece haber comenzado sin que nos demos cuenta o lo percibamos. Los ejercicios militares cada vez más frecuentes con armas cada vez más sofisticadas y letales, las amenazas de guerra, las presiones económicas, los aranceles unilaterales de Estados Unidos hacia los demás países, incluyendo a China Popular, los intentos por adquirir nuevos territorios y hasta naciones por la fuerza de los tanques y los fusiles, son una alerta, una muestra de que el mundo está “patas arriba”, a punto de estallar un conflicto bélico planetario.
La “Guerra Fría” no fue nada comparado con lo que está sucediendo actualmente, en este mundo multipolar, donde Estados Unidos ha perdido la hegemonía, el poder político y su influencia decisiva sobre el resto de las naciones; a pesar de tener casi mil bases militares alrededor del mundo ya nadie le teme. ¡El miedo terminó!
Con los avances de hoy, a través de la ciencia y la tecnología, de manera extraordinaria, un enfrentamiento militar entre Europa, Rusia, China, Oriente Medio y Estados Unidos, podrían ponerle fin a la vida como la conocemos hoy, tanto en la tierra como en el mar. “El mar y el cielo ya no se verán igual de azules a la distancia, como si se unieran”, parafraseando una canción muy popular. La insensatez y la incompetencia de los principales líderes políticos, nunca había llegado a extremos tan penosos y vergonzosos. Lo repito: ¡Nunca como ahora la humanidad había estado tan en peligro de extinción, como ahora!
(Es duro admitirlo, pero la historia de la humanidad es la historia de las guerras intestinas; las ambiciones, el expansionismo, batallas religiosas, políticas, del fanatismo más absurdos, del fascismo enajenante, el racismo más abyecto y despiadado, de las enfermedades, de las pestes, de las pandemias, que juntas han impedido durante siglos su crecimiento y su desarrollo)