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Por Miguel Ángel Cid Cid

Altice

Los morados se precian de ser organizados y disciplinados. Los intereses del partido están primero. Leonel Fernández se aprovechó de Danilo Medina Sánchez para ascender al poder. Medina forzó el apoyo de Fernández en las elecciones del 2012. Sin alardes. El PLD debía seguir gobernando.

Pero los expresidentes se embullaron con el tú me dices, yo te doy. Fernández, tiraba patadas voladoras, Medina, golpes cruzados y candado directo al cuello. La disputa degradó la autoridad de los líderes frente a las bases peledeistas. El resto es historia.

La paciencia del Dr. Leonel Fernández Reyna, tres veces presidente, se agotó. La soberbia de Danilo Medina Sánchez se hinchó. La crisis en cascada se hizo inevitable.

El Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana tapó la crisis. Esta práctica —consuetudinaria en el PLD— cumplió su cometido en los años fundacionales. Pero ahora los resultados son catastróficos.  

La cascada

El proceso estrepitoso de la caída parece homologar la mutación del lema del partido antes y después del ascenso al poder. Antes de: “Servir al partido para servir al pueblo”. Luego de: “Sírvanse los unos a los otros”.

Leonel hizo volar la tapa de la olla. La renuncia repentina del Dr. Fernández, en octubre 2019, por ejemplo, desató —como nunca antes— los demonios internos. La olla explotó. El partido se dividió. Desde entonces no hay nada que detenga el desbarajuste.

El IX Congreso: una necesidad para que todo siga igual.  El CP convocó el IX Congreso Norge Botello Fernández, con el objetivo de renovar el partido. Pero la cúpula evitó la evaluación política de desempeño. Las premiaciones llovían, nadie fue sancionado.

Urgía, por derivación, aumentar la matrícula del Comité Central y la del CP para dar la impresión de sangre nueva. El primero pasó de 600 a 1,300 miembros. Mientras, el segundo aumentó de 35 a 45 integrantes. Si, pero no.

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La Consulta Ciudadana: un intento de liberar presión. Las primarias internas deberían esperar el plazo legal. Pero el partido necesitaba tiempo para vender un candidato malo. Entonces realizaron la convención disfrazada de consulta.

Los resultados salieron como estaba previsto, Abel Atahualpa Martínez Durán, dos veces alcalde de Santiago, salió airoso de la contienda. En apariencia, él ganó la consulta.

No obstante, para fines de la Ley las primarias internas quedaron pendientes. En el PLD servirían para confirmar el drama anterior.

Pero Martínez Durán no sólo forzó ser el candidato morado. Él empujó, además, a muchos líderes locales a renunciar del partido, su gusto refinado no soporta gente gorda y fea. Julio César Valentín Jiminián es el caso más sonado.

Pero Valentín Jiminián tronó, la otra división. El niño lindo de Santiago —seis meses después de ser escogido candidato a la presidencial— sufrió su primer golpe mortal. Valentín abandonó la agrupación política y formó tienda aparte.

Esta historia de hechos absurdos, donde el tanto apretar y poco aflojar la válvula corrió la tuerca.  La olla no resistió la energía acumulada.

Las elecciones 2024 pusieron a cada quien en su lugar. Las votaciones para las municipales se celebraron en febrero. El PLD tuvo un buen desempeño, los resultados le dieron más de 800 mil votos. El segundo lugar no está mal para un partido en crisis.

Pero en las congresuales y presidenciales celebradas en mayo 2024 pasó todo lo contrario. Los peledeístas sufrieron una caída brusca. Por ejemplo, de los que lo apoyaron en febrero, —apenas tres meses después— más de 300 mil sufragaron en una boleta diferente a la morada. Les tocó el tercer lugar, lejos del segundo.

¿Y ahora qué?

Pues ahora les toca ponerse de rodilla, darse golpes en el pecho, pedir perdón… Quizá su clamor llegue al corazón del pueblo y la providencia divina intervenga en su favor. Misión imposible.

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Sobre todo, porque loro viejo no aprende a hablar. Juan Bosch lo explicó con el poeta español Ramón de Campoamor “Árbol que crece torcido / nunca su tronco endereza / pues se hace naturaleza / el vicio con que ha crecido”.  

En efecto, con el fin de encontrar el camino de la renovación se embarcaron en el bote Rescate RD que navegaba a la deriva.    

Pero ahora están en el X Congreso Reynaldo Pared Pérez. Una emblemática ironía, el X Congreso rinde honor al que anduvo en el lodo sin enlodarse.

La renovación del IX Congreso zozobró, ¿hay razones ahora para navegar viento en popa con el X Congreso?

Revivir el partido obliga a resolver la otra crisis que convive en el PLD desde sus orígenes. Una crisis que lo mantiene en vilo perpetuo. Que devora las entrañas del monstruo igual que el leviatán a sus víctimas. Que va y viene, como la oscilación de las olas que están en retirada perene, pero nunca se van.

Los guías del partido morado tienen que borrar de golpe y porrazo la soberbia que les impide superar la crisis actual, la peor de las crisis peledeístas. Cuando la soberbia sea derrotada resurgirá un partido que se liberó de los prejuicios y de los líderes engreídos.

En consecuencia, cuando dejen de creerse imprescindibles, cuando les den paso a las nuevas generaciones… Entonces la estrella amarilla volverá a resplandecer para alumbrar las violetas del camino.   

En resumidas cuentas, aquella vieja fórmula peledeísta de que las crisis lo fortalecen. Aquella de que las crisis les sirven para forjar la conciencia de la liberación nacional. Ese método se fue a la tumba con Juan Bosch.     

Miguel Ángel Cid

[email protected]

Twitter: @miguelcid1

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