Reynaldo Peguero
La primera vez que ausculté la expresión “La Iglesia en manos de Lutero”, fue cuando poníamos en operación, el primer rescate patrimonial e institucional del centro histórico de Santiago. Lo hicimos con auspicio de Unión Europea (UE).
Uno de los sacerdotes que hacía de asistente del arzobispo metropolitano, nos subrayaba la frase, para que organizáramos muy bien lo que íbamos hacer. Había que garantizar como lo hicimos, que las esencias patrimoniales del polígono donde nació la ciudad, fueran puestas en valor con la debida sostenibilidad, nivel científico y transparencia.
El religioso no se refirió, a los movimientos sociales que llevaron a Martín Lutero a proponer una reforma de la Iglesia que perdura hasta nuestros días. Mas bien, lo hizo para que hiciéramos las cosas armónica y correctamente, con la debida participación social, empresarial y de gobierno.
Sea cual sea, el credo religioso del lector, en los hechos debemos admitir que este monje alemán, hizo mucho bien con su reforma protestante. Asimismo, motivó que posteriormente, la Iglesia católica por sus propios medios, dirigiera su transformación. Igualmente, por inspirar fundamentos de libre empresa, que fueron base la filosófica de la primera revolución industrial.
“La Iglesia en manos de Lutero” aunque entonces para mí no lo fue, es una expresión manida. Críticamente, había sido utilizada antes, para referirse a momentos en que se pone en manos de apóstatas, renegados y apócrifos, un proyecto clave. Es como, poner un banco en manos de estafadores. Colocar como dirigentes empresariales a comerciantes quebrados, peor aún, alinear una escuela secundaria de jovencitas, con tenorios y casanovas reincidentes.
Embaucadores, quebrados y casanovas, serían propios de otro tipo de instituciones. Aquellas dadas al placer, y también donde campea, la gula y el erotismo. Donde igualmente, brilla la apuesta monetaria desenfrenada. Cada función social, tiene su espacio propio para desplegarse.
Santiago y otros territorios como Peravia, San Cristóbal, Pedernales y Manzanillo, están en momentos estelares de su desarrollo. Crecen más que la media de otros municipios y territorios. Entonces, es coyuntura para cuidar institucionalidad y unidad de sectores sociales y empresariales. De apoyar los ayuntamientos de estos territorios, sufragando más arbitrios para recibir de ellos, el debido servicio.
Para en vez de institucionalmente excluir, incluir nuevos actores. Esa gestión hará que broten de nuevo, líderes audaces, métodos innovadores y proyectos creativos. Conducidos por dominicanos capaces de multiplicar la cobertura verde, proteger ríos y cuencas hidrográficas, que son los nuevos y auténticos atractivos territoriales, que gestarán más inversión local e internacional directa.