Por William Reyna Rivas
Santo Domingo.- Antes de abordar la posibilidad de una cuarta guerra mundial, es fundamental entender conceptos clave como el “Estado profundo”, las élites que gobiernan el mundo y los miembros del enigmático Club Bilderberg, entidades señaladas como catalizadores de los conflictos globales actuales.
¿Qué es el Estado profundo?
El “Estado profundo” hace referencia a redes de poder encubiertas que operan dentro de las estructuras formales de gobierno, a menudo con agendas independientes de los gobiernos democráticamente electos. Estas redes, conformadas por sectores militares, agencias de inteligencia y empresas privadas, buscan perpetuar sus intereses a través de maniobras clandestinas que incluyen corrupción y conspiraciones políticas.
Este concepto, muchas veces relacionado con teorías de conspiración, también alude a la resistencia burocrática a las políticas de los funcionarios electos, operando fuera del control público y en beneficio de intereses propios.
El Club Bilderberg: la élite detrás del poder
El Club Bilderberg es una reunión anual que convoca a las figuras más influyentes de la política y la economía de Estados Unidos, Canadá y Europa. Fundado en 1954, su misión original fue reforzar las relaciones transatlánticas y evitar un nuevo conflicto mundial tras la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, la falta de transparencia en sus encuentros —celebrados a puerta cerrada, sin cobertura mediática ni comunicados oficiales— ha alimentado teorías que lo acusan de planear un “Nuevo Orden Mundial”. Para los críticos, este grupo no solo es elitista, sino también una plataforma para influir en las decisiones políticas y económicas a escala global.
La conspiración geopolítica y el camino a la cuarta guerra mundial
De acuerdo con diversas teorías, las élites globales y las estructuras del Estado profundo están impulsando una agenda que involucra guerras, pandemias y caos para consolidar su poder. Según esta perspectiva, la tercera guerra mundial ya ocurrió en forma de una guerra biológica, con el COVID-19 como su arma principal, causando millones de muertes en todo el mundo.
La cuarta guerra mundial, argumentan algunos analistas, podría ser inevitable debido a las tensiones crecientes entre bloques como la OTAN y los países emergentes, exacerbadas por las acciones de entidades secretas y corporaciones bélicas. Estos actores, afirman, controlan organismos internacionales y planifican conflictos que perpetúan la inestabilidad global.
Un mundo al borde de la hecatombe
El autor sugiere que estas dinámicas están llevando al mundo hacia una posible destrucción total. Las decisiones tomadas por las élites en las sombras, combinadas con la falta de transparencia y los intereses económicos en juego, estarían creando un escenario de caos inminente con consecuencias devastadoras para la humanidad.
Fuente: Wikipedia, Google, New Mundo.