El acto de besar conlleva una serie de beneficios tanto a nivel afectivo como psicológico. Al besarnos, liberamos endorfinas y hormonas como la dopamina y la oxitocina, que nos brindan una sensación de bienestar y alivio del dolor. Además, los intercambios salivares fortalecen nuestro sistema inmunitario al ayudar a crear anticuerpos. Físicamente, besarse implica activar hasta 36 músculos y acelerar el ritmo cardíaco, lo que puede llevarnos de un estado de reposo a uno de agitación en poco tiempo.
Estudios han demostrado que los besos tienen un efecto analgésico y pueden reducir distintos tipos de dolor, gracias a la liberación de endorfinas. Asimismo, ayudan a reducir el estrés al liberar oxitocinas y disminuir los niveles de cortisol, la “hormona del estrés”.
En el ámbito sexual, investigaciones han revelado que los besos profundos durante las relaciones sexuales aumentan las probabilidades de experimentar un orgasmo, siendo particularmente importantes y sensuales para las mujeres.
Además de estos beneficios, los besos también contribuyen a la salud bucodental al estimular las glándulas salivales y aumentar la secreción de saliva, que actúa como protector natural de los dientes y las mucosas. Sin embargo, al besar también se intercambian bacterias, y aunque la mayoría son transitorias, puede haber riesgo de transmitir enfermedades como resfriados, herpes labial, verrugas, entre otras.
Para prevenir problemas, es importante mantener una buena salud bucodental y evitar besarse si uno de los miembros de la pareja está enfermo o tiene enfermedad periodontal activa.