Reducir los niveles de colesterol, y mantenerlos lo más bajos posible, debería ser un objetivo para todas las personas, según afirmaron especialistas de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL) en un reciente encuentro. “La reducción del colesterol LDL no se trata únicamente de disminuir un valor numérico en los análisis de sangre, sino de un enfoque integral para reducir el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, como infartos o accidentes cerebrovasculares”, destacaron los expertos.
El colesterol es una sustancia parecida a la grasa que se produce en el hígado y circula en el torrente sanguíneo a través de lipoproteínas. Las lipoproteínas de alta densidad (HDL) ayudan a eliminar el colesterol, mientras que las de baja densidad (LDL) lo depositan en los vasos sanguíneos, lo que puede llevar a la obstrucción de arterias y a problemas cardíacos. Durante años, se ha hablado del “colesterol bueno” (HDL) y el “colesterol malo” (LDL), pero los especialistas ahora enfatizan que “cuanto más bajos sean los niveles de colesterol en general, mejor”.
Metas personalizadas para reducir el colesterol
Según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo en Argentina, tres de cada diez personas mayores de 18 años tienen niveles de colesterol LDL más altos de lo recomendable. La cardiología moderna propone que los niveles ideales de colesterol deben personalizarse según el perfil clínico de cada paciente. Por ejemplo, en personas sanas con bajo riesgo cardiovascular, el LDL debería ser menor de 116. En cambio, para personas con dos o más factores de riesgo, como diabetes o antecedentes de enfermedad cardiovascular, el nivel ideal debería ser menor a 70 o incluso 55, dependiendo del caso.
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La cardióloga Melina Huerin, miembro de la Comisión Directiva de la SAL, explicó que “el principal obstáculo para alcanzar un LDL bajo es la desinformación”. Muchas personas y algunos profesionales de la salud todavía creen que es necesario mantener un nivel más alto de colesterol para ciertas funciones vitales. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que “cuanto más bajo es el LDL, mejor”, siempre dependiendo del marco clínico del paciente.
Dieta, ejercicio y tratamientos farmacológicos
Aunque adoptar hábitos de vida saludables como realizar actividad física regular, mantener una alimentación balanceada y evitar fumar son fundamentales para mejorar los niveles de colesterol, Huerin señaló que estos cambios suelen reducir el colesterol LDL solo en un 10-15%. Por lo tanto, muchas personas requieren tratamiento farmacológico. Las estatinas son la primera línea de tratamiento para reducir el colesterol LDL, logrando una reducción del 20% al 50%. Otros medicamentos, como el ezetimibe y los inhibidores de la proteína PCSK9, ofrecen opciones adicionales para reducir aún más los niveles de LDL.
El especialista en lípidos de la SAL, Facundo Tornelli, destacó la importancia de un chequeo preventivo de salud que incluya un perfil lipídico y una valoración precoz por un profesional para prevenir la enfermedad cardiovascular aterosclerótica, que es la causa subyacente del 85% de las muertes relacionadas con ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Intolerancia a las estatinas y adherencia al tratamiento
La intolerancia a las estatinas es un tema recurrente en la práctica clínica, con algunos pacientes reportando dolores musculares y otros síntomas al iniciar el tratamiento. Sin embargo, estudios recientes sugieren que estos síntomas podrían estar relacionados con el efecto nocebo –la creencia de que el medicamento causará daño. La verdadera tasa de intolerancia a las estatinas es mucho menor, alrededor del 8%. En casos de intolerancia parcial, se pueden probar enfoques alternativos como rotar diferentes estatinas, reducir las dosis o considerar otras opciones terapéuticas.
Importancia de la intervención temprana
Los especialistas insisten en que reducir la exposición al colesterol elevado desde temprana edad es crucial para prevenir enfermedades a largo plazo. No solo se trata de bajar los niveles de LDL, sino de hacerlo lo antes posible en la vida, para minimizar el daño acumulado y reducir el riesgo cardiovascular general. Por lo tanto, intervenir tempranamente y de manera sostenida es esencial para prevenir enfermedades cardiovasculares y mejorar la salud a largo plazo.
Con información de Infobae